Reformas a trompicones
Algunas de las medidas de esta especie de cajón de sastre, tendentes a conseguir mayor productividad y más competitividad en el exterior
MADRID Actualizado: GuardarLa modernización del país, necesaria incluso antes de que asomara la recesión en el horizonte (ya Rodrigo Rato, siendo ministro de Economía del PP, había hablado de la necesidad de reformar el patrón de crecimiento para sustituir cuanto antes los motores que empezaban a averiarse, la construcción y el consumo interno) requiere, además de profundas reformas estructurales, un cúmulo de reformas menores, que este Gobierno, a comienzos de la actual legislatura, quiso incluir en una controvertida Ley de Economía Sostenible.
Desde entonces, algunas de las medidas de esta especie de cajón de sastre, tendentes a conseguir mayor productividad y, por ende, más competitividad en el exterior, ya se han adoptado, y otras muchas continúan pendientes. En esta terapia indecisa y a trompicones, se ha producido ahora el rescate súbito de un grupo de ellas por el Gobierno, que había vuelto a sentir en la nuca la respiración de los mercados. Pese a la sorpresa, este nuevo paquete ha contribuido sin duda al esfuerzo conjunto de la UE por sostener el euro y detener la presión que se estaba ejerciendo sobre los países periféricos y no tan periféricos (Portugal, España, Italia, Bélgica…).
El nuevo paquete, aprobado hoy por el Consejo de Ministros, contiene escasas variaciones sobre lo ya anunciado por el presidente del Gobierno el pasado miércoles en el marco insólito de la sesión parlamentaria de control. A aquellas medidas se ha sumado a última hora una subida del 28% del impuesto mínimo al tabaco, con el que se prevé recaudar más de 700 millones de euros anuales y que es coherente con la total prohibición de fumar en lugares públicos cerrados que entrará en vigor a primeros de año,
Las medidas alivian fiscalmente a las pequeñas empresas, eliminan rigideces, simplifican trámites y, gracias a las privatizaciones, permitirán reducir la deuda pública en unos 14.000 millones. Van, en definitiva, en la dirección adecuada, como han reconocido tanto la Comisión Europea como portavoces autorizados del Banco Central Europeo. Asimismo, disuaden a los especuladores de seguir intentando poner en aprietos la deuda española, que asimismo ha salido fortalecida de la firmeza del BCE.
Mención aparte merece la más polémica y delicada de todas las medida anunciadas que es la supresión del los 426 euros a partir de febrero. Esta decisión, simultánea a la divulgación por el Banco de España de un dato estadístico tremendo –el 40% de los parados vive en hogares donde todos los miembro están sin trabajo- , genera zozobra en la opinión pública, que sin duda obligará a una reconsideración de la medida o a la implantación de otras nuevas: un Estado después de todo rico como el nuestro no puede permitirse que un gran número de familias caiga en la indigencia, en una situación cercana al hambre física.
Rubalcaba ha hecho hoy una revelación sobre la gestación de estas medidas: “No les digo nada nuevo si les digo que cuando nos sentamos con los empresarios (en la reunión con Zapatero del sábado) este conjunto de medidas ya estaba diseñado y la reunión nos fue útil para darle la dimensión final". Era lógico pensar que así fue en efecto.
El PP ha quedado claramente desorientado por tales medidas, y Montoro no ha estado a la altura de las circunstancias puesto que, tras criticar la supresión de los 426 euros, crítica absolutamente pertinente y cabal que la oposición no podía omitir, ha reprobado también la subida de impuestos al tabaco y las privatizaciones. Ya que es inútil pedir a nuestros políticos más altura personal y un bagaje más sólido, deberíamos reclamarles al menos más ingenio y sentido común.