Los primeros campeones
La selección de fútbol sala inauguró la nueva edad de oro del deporte español con la conquista del Mundial de 2000
Madrid Actualizado: GuardarEl triunfo internacional de los equipos españoles estuvo asociado a las 22 medallas de los Juegos Olímpicos de Barcelona hasta el 3 de diciembre de 2000. Aquel día, en Guatemala, irrumpió la selección de un deporte minoritario, el fútbol sala, con una victoria que abriría la mentalidad de los deportistas españoles.
"Posiblemente fuimos el primer producto de la semilla de las Olimpiadas del 92 con la formación de técnicos y la creación de instalaciones. Nosotros germinamos un poco antes en una década gloriosa del deporte español, que puede ser una coincidencia que se iniciara con nuestro éxito", asegura Javier Lozano, quien era entonces el seleccionador.
"Era mi tercer Mundial y en el anterior habíamos quedado terceros. Había un pabellón hasta arriba... Era Brasil... Era la final soñada", recuerda el capitán de aquel combinado, Jesús Clavería. La selección 'canarinha' había ganado los tres primeros mundiales de la especialidad y todo apuntaba a que repetiría experiencia. Pero aquella noche de domingo los talentosos españoles se colgaron la medalla tras una final épica con victoria por 4-3. "Por primera vez en mi vida deportiva me sentí un hombre. Fue un día maravilloso porque conseguí ganar a Brasil y meter dos goles en la final ", revela Javi Rodríguez. "Habíamos crecido al abrigo de los complejos con los brasileños. Fue como para un ciudadano normal subir el Himalaya sin oxígeno", descifra Lozano.
El éxito se había fraguado en una planta de hotel donde los españoles vivían concentrados la mayor parte del tiempo porque las autoridades les recomendaban no abandonar las zonas vigiladas. "La previa fue mal, con muchos problemas y un grupo atomizado. Por eso se creó un espíritu, un sentimiento de grupo profundo", explica Lozano. Partidas de pocha y alguna salida a un McDonalds cercano eran ingredientes de un grupo cohesionado. "Esa selección es irrepetible por todas las cosas, por ganar el Mundial, porque era una familia más que un equipo. Había libertad para poder decir las cosas, animarnos, gritar juntos o incluso llorar juntos en la final", rememora Javi Rodríguez.
Un hito nacional
El retorno a España supuso un recibimiento nunca antes visto en el fútbol sala con una sucesión de premios y reconocimientos de las más altas instancias. Se asistía a los primeros momentos de una nueva edad de oro del deporte español. "En ese sentido fuimos unos pioneros que conseguimos algo que estaba al alcance de unos pocos", asegura Clavería. "No creo que fuéramos tan importantes pero, al menos, algo aportamos. En aquella época gente cualificada y significativa del mundo del fútbol nos preguntaba", explica Javier Lozano, quien diez años después ha recogido aquellas vivencias en el libro 'El origen de las estrellas'.
Todos coinciden en la transformación que supuso para el deporte y especialmente para el fútbol sala. "La pólvora de la repercusión mediática suena mucho pero se va. Lo importante fue lo que conseguimos internamente. Se creó un estilo y una cultura que sigue como modelo. Hoy llega un chico tímido pero con la camiseta se encuentra el hombre más seguro del mundo", recalca Lozano. Jesús Clavería, actual director general del Inter MoviStar, asegura que en una década se ha visto "un cambio hacia una mayor profesionalización: desde la preparación física a la dirección de los clubes se ha mejorado".
Diez años después, los entonces campeones han debido ceder los focos al fútbol, al baloncesto o al balonmano, mientras conservan un recuerdo más grande. "He disputado cuatro mundiales y el más especial es ese porque es el primero que ganas. La diferencia fue la gran familia que hicimos en un Mundial en el que nos salió bien a pesar de las lesiones", evoca Javi Rodríguez sobre el inolvidable 3 de diciembre de 2000. Jesús Clavería, resume: "Tengo la camiseta, la medalla y, sobre todo, muchos amigos".