resultado excepcional

Adán y Eva vuelven al Edén

Las tablas de Durero recuperan su esplendor original gracias a una sofisticada y ejemplar restauración que las tuvo dos años en los talleres del Prado

MADRID Actualizado: Guardar
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Adán y Eva han vuelto al paraíso. Las míticas tablas pintadas por Alberto Durero hace cinco siglos, dos de las cuatro piezas del maestro alemán en poder del Prado, han recuperado su esplendor original. Ha sido gracias a una sofisticada restauración, ejemplar e histórica, en la que los mejores técnicos del mundo han trabajado con los mejores medios durante dos largos años en los talleres del Prado. Una labor que ha sido posible con el aporte de fondos de la fundación Guetty de los Ángeles y al patrocinio Iberdrola, el gigante español de la energía, que se convierte en benefactor del mueso merced al acuerdo rubricado hoy por el director del museo, Miguel Zuagaza, el presidente de su patronato Plácido Arango, y el presidente de la eléctrica, Ignacio Sánchez Galán.

Alberto Durero (1471-1528) pintó a su regreso de Venecia en 1507 estas tablas que han vivido un curiosa peripecia y que, además de ser maltratadas por el tiempo, lo fueron por una sucesión de restauraciones más que agresivas. Intervenciones que cubrieron las pinturas de barnices amarilleados por el envejecimiento y llegaron a atravesar la tabla de Eva desde la superficie pictórica con tornillos para evitar la curvatura. Unas pinturas tenidas, además, por obscenas durante siglos, lo que las condenó al ostracismo. Así las cosas, es un doble milagro al que se asiste en la nave central del Prado: primero, que las pinturas hayan llegado a nuestros días y, segundo, que recuperen el brillo y la magistral delicadeza con la que Durero las elaboró sustituyendo el canon de Vitrubio -ocho cabezas de altura en cada figura- por otro más esbelto.

El excepcional resultado se podrá ver durante los próximos cuatro meses en la sala 49 del museo. Una ocasión excepcional, ya que se han dispuesto en una estructura metálica que permite observar el anverso y el reverso de las tablas y apreciar en detalle las sofisticadas fórmulas reparadoras practicadas por los restauradores. Un trabajo tan complejo como memorable que se puede seguir en detalle en la anexa sala 55b, en la que se exhibe además la otra gran joya que el Prado atesora del genio del Renacimiento alemán, el Autorretrato que Durero pintó en 1498.

La superficie pictórica de las tablas de Adán y Eva fue sometida a sucesivas restauraciones que al superponerse ocultaron la concepción original de Durero y su refinada calidad técnica. Estas lesivas intervenciones afectaron mucho a los soportes, especialmente al de Adán, que sufrió un fatal 'engatillado' -fijación de un trama de listones en la espalda de la tabla- que causó más de 60 profundas grietas en la superficie que generaron deformaciones y alabeos que producían sombras e irregularidades y distorsionaron la esbelta figura del padre de la humanidad.

Bisacca, experto mundial

En 2004 se planeó el ingreso de las tablas en el taller del Prado, que se produjo finalmente hace ahora dos años y que se juzgaba "imprescindible" para devolver el acabado esmaltado original además de restablecer en las figuras los volúmenes, la profundidad y el colorido conseguidos por Durero y asegura el futuro de las tablas.

Maite Dávila se encargó de restaurar la capa pictórica, recuperando "la extrema calidad y intenso brillo" además de "la atmósfera y delicadeza enterradas en densas capas de barniz oxidado, polvo y repintes más que burdos". Una experta que aun hoy se echa las manos a la cabeza cuando piensa en "los tornillos que atravesaron la tabla de Eva para tensarla, algo que no había visto jamás en mis 35 años de carrera".

El especial y delicado estado de conservación de sus soportes requirió una compleja intervención posible gracias al apoyo de la Getty Foundation. Ha sido decisiva la colaboración de George Bisacca, del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, uno de los principales expertos mundiales en restauración de soportes, junto a José de la Fuente, restaurador de soportes del Prado, al que Bisacca prestó apoyo durante todo el proceso. Un proceso en que se diseñaron unos resortes específicos que, mediante unos diminutos muelles, permiten regular la tensión del tablero de Adán y mantener su alabeo en un punto óptimo.

Las grietas se ha rellenado además con unas diminutas cuñas en forma de V fabricadas con madera de más de tres siglos de antigüedad extraídas de un bastidor de Pedro Pablo Rubens.