Ana María Matute: «Soy enormemente feliz»
La escritora catalana, una de las voces que mejor han recreado las ilusiones y decepciones de la infancia y la adolescencia, es la tercera mujer que recibe el Premio Cervantes
BARCELONA Actualizado: GuardarLo quería. Lo añoraba. Lo deseaba. Por fin se lo han dado. Ana María Matute, de 85 años, siempre declaraba en todas las entrevistas que le hacían que le parecía una gran injusticia que sólo dos mujeres hubieran ganado el Premio Cervantes.
A partir de ahora ya son tres y, según la barcelonesa, puede que esa deuda histórica se esté empezando a reparar. "Eso del machismo ya queda lejos, se están dando pasos, como en la Academia de la Lengua o en el Cervantes", dijo. La autora de Olvidado Rey Gudú inscribió este miércoles su nombre con letras de oro en el Olimpo de la literatura hispana. Como afirmó el reciente Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa "Matute merecía haber recibido ese premio hace mucho tiempo".
La buena nueva se la comunicó en su casa su editor, Emilio Rosales. "No me lo esperaba, me habían dicho que estaba en la lista y me hacía ilusión, pero no me quería hacer demasiadas ilusiones por si no me lo daban, porque hay muchos que también se lo merecían", argumentó. "Me siento enormemente emocionada, contentísima", dijo. "Me han dado -añadió- un premio que me encanta". "Ahora puede decirlo: soy enormemente feliz", aseguró con una sonrisa de oreja a oreja alguien que durante mucho tiempo no pudo decir que la existencia fuera de color de rosa. "No todo en la vida son pétalos de flor, ni mucho menos".
Impecablemente vestid, luciendo la melena canosa que le ha hecho célebre, la académica de la lengua, sillón K, volvió a reconocer su coquetería mientras posaba para la decena de fotógrafos que le siguieron durante todo el día. Pero Ana María Matute (Barcelona, 1925), siempre apoyada en su bastón, rebosaba felicidad por todas partes. Frágil como un niño había sido candidata al máximo galardón de las letras españolas en unas cuentas ocasiones, lo que le había hecho perder la esperanza. "Soy un poco pesimista", dijo. Pero este año era distinto. "No sabía ni cuando se fallaba, porque no me creía que me lo pudieran dar, aunque este año me llegaban más ecos", afirmó. "Puede que este año sí pensé. A lo mejor no soy tan mala", relató entre risas una Matute que reconoció que durante la noche anterior a ser galardonada no pudo dormir de los "nervios".
Dickens, Chejov y Dostoievski
Matute se une así a Dulce María Loynaz y María Zambrano como ganadora del Cervantes, una distinción que concede el Ministerio de Cultura y está dotado de 125.000 euros. La ministra Ángeles González Sinde destacó a Matute como una escritora "con un mundo propio y un lenguaje propio" y justificó el premio por el "magisterio demostrado como escritora realista y con proyección a lo fantástico". Su compromiso ético y moral también ha influido en la decisión del jurado. "Quizá las mujeres de mi generación hemos tenido más fácil dedicarnos a la creación de lo que ellas lo tuvieron", dijo Sinde. "Ana María es un ejemplo maravilloso para todas las mujeres que nos dedicamos a la cultura".
Según la ganadora, queda algo pretencioso decir que es un premio a toda una carrera. Pero "yo lo tomo como un reconocimiento, no tanto a la calidad literaria, como a la entrega y a la dedicación", relató. Aun así, dijo, "uno no escribe para ganar premios; si te lo dan es maravilloso, pero no escribes para ganar; hay quien lo hace, yo no". Porque Matute, que empezó a escribir siendo una niña de cinco años, afirmó que ha dado "toda la vida o casi toda a escribir". "He dedicado casi mis 85 años a esto; lo he hecho desde pequeña, contra viento y marea, porque ha habido momentos de mi vida que han sido muy difíciles, pero he tirado hacia adelante", señaló. Recuerda con tristeza los años duros que pasó junto a su primer marido, el escritor Eugenio de Goicoechea. "He sufrido mucho en la vida", reconoció este miércoles. "La vida pasa factura", añadió.
"Cuando has tenido que tragar tantos sapos " Un sufrimiento personal y colectivo (por la época que le tocó vivir en la guerra, la posguerra y la dictadura) que está en su obra. "Siempre he querido comunicar la pérdida; en todas mis obras, desde mi primer cuento, se respira la misma sensación. Porque vivir es ir perdiendo cosas", dijo. "Y la vida es magia y misterio", añadió. "Casi siempre yacen o subyacen los mismos temas. Por ejemplo la preocupación por la infancia o la injusticia, que es algo que me cabrea mucho". La flamante Premio Cervantes recomendó a todo el mundo leer mucho. "Me encanta leer, es un parte importantísima de mi vida". "Borges decía que estaba más orgulloso de lo que había leído que de lo que había escrito. Yo igual", relató. "Me he pasado toda la vida leyendo", afirmó. "He escrito así porque he leído mucho", dijo. Especialmente a Dickens, Chejov y Dostoievski. "Este es lo máximo", remató. Ahora, alejada de las grandes novelas rusas, se decanta por la narrativa negra. "Me encanta, la acabo de descubrir".