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Wikileaks revela que EEUU permitió torturas en Irak

La filtración de nuevos documentos sobre la guerra apuntan a que prácticas como palizas o latigazos distaban de ser una excepción en las cárceles bajo jurisdicción de las autoridades iraquíes

WASHNIGTON Actualizado: Guardar
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Las fuerzas de EEUU sabían, pero no investigaron, casos de abusos y torturas perpetrados por soldados y policías iraquíes contra presos, según una nueva filtración de unos 391.000 documentos sobre la guerra en Irak.

Los documentos, facilitados con anticipación por la página de internet Wikileaks a varios medios, apuntan a que prácticas como palizas, latigazos o quemaduras con cigarrillos distaban de ser una excepción en las cárceles bajo jurisdicción de las autoridades iraquíes y aunque las fuerzas de EEUU investigaron algunos casos, la mayoría parecen haber recibido caso omiso.

The New York Times, uno de los medios que ha recibido los documentos por adelantado, indica que éstos, que datan desde 2004 a 2009, incluyen referencias a la muerte de al menos seis presos bajo custodia iraquí. En centenares de informes se citan latigazos, quemaduras y palizas, y en un caso en particular los soldados estadounidenses apuntan sus sospechas de que los soldados iraquíes cortaron los dedos y quemaron con ácido a uno de los presos. Otros dos casos revelan la ejecución de dos prisioneros maniatados.

En algunos de los casos, los militares estadounidenses abrieron una investigación pero en la mayoría parecen haberse limitado a informar a sus superiores y dejar las pesquisas en manos de las fuerzas iraquíes. La frase "ningún soldado de la coalición estuvo implicado en el incidente" es frecuente en los informes.

Un portavoz del Pentágono citado por el diario asegura que la política estadounidense "está, y siempre ha estado, en línea con las prácticas y el Derecho internacionales", que obligan a informar de posibles abusos. Si fueron perpetrados por iraquíes, corresponde a las fuerzas iraquíes investigarlo, según el portavoz.

Uso de mangueras y cables eléctricos

Cuando las tropas estadounidenses comprobaron la existencia de abusos y los denunciaron, en la mayoría de las ocasiones los iraquíes no tomaron medidas. Una vez, un jefe de Policía indicó su conformidad con las torturas "con tal de que no dejaran marcas" y en otro caso, otro oficial describió los abusos como "un método para desarrollar investigaciones".

Uno de los informes describe cómo un detenido presenta "marcas en forma de bota por toda la espalda", y otro enumera hemorragia ocular, sangrado por nariz y oídos, visión borrosa y marcas en la espalda y las extremidades. En otros se aluden a latigazos en los pies y la presencia de cardenales producidos por mangueras o cables eléctricos.

Algunos informes dejan claro que los soldados estadounidenses cuando sospechan la posibilidad de torturas interrumpen esas prácticas y confiscan los materiales con los que supuestamente se perpetran. Aunque se hacen referencias a violencia por parte de soldados estadounidenses, estas alusiones no se documentan. Los casos más serios de este tipo, según el diario, se producen durante detenciones de presos y siempre les acompaña la apertura de una investigación.

Tiroteos contra civiles

Además, la masiva filtración de documentos del Pentágono a través de Wikileaks revela que desde la invasión estadounidense de Irak, en 2003, han fallecido más de 100.000 iraquíes, de los que unos 70.000 fueron civiles. Hasta ahora, ni el Gobierno de EEUU ni las fuerzas aliadas han facilitado un número oficial de las víctimas iraquíes que ha ocasionado el conflicto, con el argumento de que no se llevaba una contabilidad al respecto.

Sin embargo, los documentos del Pentágono a los que ha tenido acceso la organización dan cuenta de la muerte de 109.032 personas entre el año 2004 y 2009, de los que más de la mitad, 66.081, eran civiles. A estos se suman otras 15.000 muertes que habían sido contadas previamente.

En los documentos hay narraciones de jornadas sangrientas, como el 31 de agosto de 2005, cuando murieron más de 950 personas en una estampida en un puente de Bagdad, o el 14 de agosto de 2007, cuando un camión bomba mató a más de 500 personas en una zona rural lindando con Siria. El mes más mortífero fue diciembre de 2006, cuando fallecieron 2.566 iraquíes.

La mayor parte de las muertes, cerca de 30.000, se produjo a consecuencia de las minas colocadas por los insurgentes a lo largo del territorio del país. Pero los documentos también revelan situaciones lamentables en que las tropas estadounidenses, por error, accidente o precipitación, mataron a civiles inocentes. Estas circunstancias, más habituales en los primeros compases de la guerra, fueron fundamentales para crear un fuerte sentimiento en contra de la presencia estadounidense en el país árabe.

Los papeles narran al menos cuatro casos de tiroteos mortales cometidos desde helicópteros. En uno de los casos se disparó contra civiles aunque las víctimas estaban dando claros signos de rendición. "Aun así son objetivos válidos", rezan los documentos. También hubo signos de precipitación letales en los puntos de control que establecían las tropas estadounidenses. Se cuenta el caso de un marine que, ante el reflejo del sol en el parabrisas de un coche que no aminoró la marcha, acabó disparando. A consecuencia de ello, murió una madre y resultaron heridas sus tres hijas y su marido.

En otras ocasiones, los soldados dejaron malheridos a iraquíes que no entendían los signos realizados con las linternas. En una de las ocasiones, un francotirador disparó contra un civil vestido con chándal, para más tarde descubrir que era uno de los traductores de las tropas estadounidenses.

Pese a estas narraciones, el recuento de iraquíes fallecidos está elaborado de manera precipitada y a veces imprecisa, como muestra el hecho de que durante la violenta toma de control de Falluja, en 2004, no hay contabilizada la muerte de ningún civil. Sin embargo, la organización Iraq Body Count, con sede en Londres y que ha hecho un seguimiento de los civiles muertos durante estos años, afirma que hubo cerca de 1.300, entre ellos medio centenar de doctores y pacientes de un centro hospitalario.