«Luché contra el PP y me estafó ZP»
Decenas de miles de ciudadanos se manifiestan en Madrid para pedirle al Gobierno que rectifique su reforma laboral
MADRID Actualizado: GuardarEl colofón a la séptima huelga general en la historia de la democracia lo han puesto esta tarde decenas de miles de personas en una gran manifestación que recorrió sin incidentes el centro de Madrid al grito de "Así, no. `Rectificación ya!". La de la capital ha sido la concentración más multitudinaria, pero ciudadanos de otras cien ciudades también han salido a la calle durante la jornada de movilización general. También ha sido relevante la marcha que se ha desarrollado en Barcelona, a la que han asistido, según los sindicatos, 400.000 personas, cifra que la Guardia Urbana ha rebajado a 120.000.
El lema oficial ha resultado ser el menos aguerrido de los que se han coreado durante la marcha. Los asistentes, pertrechados con banderas sindicales o de las fuerzas políticas de izquierda que han secundado la protesta, han dejado constancia de su exasperación ante las últimas decisiones económicas del Ejecutivo socialista. "Luche contra el PP y me estafó ZP", se ha coreado con frecuencia en el centro de la marcha. Las alusiones a José Luis Rodríguez Zapatero han sido constantes. "Traidor, vendido o torpe" han sido algunos calificativos dedicados al presidente del Gobierno. Algún autor de pancartas ha forzado un poco la gramática en busca de una comparación de máxima actualidad informativa, aunque en el ámbito judicial: "ZP por mal...aya que se vaya", en alusión al macrojuicio que se celebra estos días en Málaga contra la corrupción urbanística.
También ha habido recaditos contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, a la que han reprochado su decreto "abusivo" de servicios mínimos, y contra el presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán. El ambiente, en líneas generales, ha sido reivindicativo, pero alejado de cualquier extremismo. El perfil del participante también ha sido muy variopinto: personas de la tercera edad, charangas, jóvenes anti-sistema de estética punk, padres transportando a sus hijos en carritos pero, sobre todo, sindicalistas de UGT y CCOO.
Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo no escondieron su satisfacción al inicio del recorrido. La desigual respuesta a la huelga general hacía temer una afluencia menor a la manifestación. Un miedo que los organizadores disiparon al ver la marea humana que se ponía en marcha entre las plazas de Neptuno y Cibeles.
Méndez, antes de coger la pancarta, animó a Zapatero a utilizar la huelga general para "zafarse del callejón sin salida en el que él mismo se ha metido". El secretario general de UGT también sugirió al presidente que se agarre como un "clavo ardiendo" a la huelga general y que rectifique la reforma laboral ante el "clamor" ciudadano.
Toxo, más incisivo, advirtió de que los sindicatos siguen dispuestos a negociar con el Gobierno, pero "desde la rectificación". Abundó, además, en que esta "grandísima manifestación no puede dejar impasible al Gobierno". El máximo responsable de CCOO insistió en que una ley aprobada en el Parlamento se puede cambiar con otra ley. Reconoció también la "soberanía popular" del Congreso, pero emplazó al Ejecutivo a hacer caso a "esta otra soberanía popular", en referencia a la riada de hombres y mujeres que inundó las calles del centro de Madrid.
Mercados tiranos
El discurrir de la manifestación, que comenzó a las seis y media de la tarde y se prolongó hasta pasadas las nueve de la noche, se complicó porque la cabecera de la marcha -donde se encontraban los líderes de las centrales sindicales convocantes- quedó atrapada en una especie de sándwich entre miles de personas por delante y miles de personas por detrás.
Los cánticos y gritos se acentuaron cuando la muchedumbre se acercó a dos puntos calientes: la Bolsa de Madrid y el Ministerio de Economía y Hacienda. "No a la tiranía de los mercados", espetaron unos. "`Violencia es cobrar 600 euros al mes!", exclamaron otros.
La manifestación dejó mil estampas muy significativas en los aledaños de la protesta, unos gestos que mostraron a las claras el sentir de algunos que no pararon aunque se sintieron identificados con las razones de la huelga. En el exterior de una cafetería de la calle Huertas -cercana al punto de partida de la manifestación- se leía un cartel: "Nos solidarizamos con la huelga, pero somos una empresa familiar y la crisis económica nos impide cerrar". En el interior del local, tres personas ataviadas con camisetas de un sindicato mayoritario tomaban un café en la misma barra que dos de los policías desplazados para velar por la seguridad.
Muchos aplausos recibieron los portavoces de la Confederación Estatal de Prejubilados y Pensionistas que acentuaron el "no a la congelación" de las pensiones. Más desapercibido resultó un colectivo de prostitutas que repartieron pegatinas donde se leía: "Yo también estoy de huelga, pero no computo".