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Nadal se convierte en mito

El balear consigue el único grande que le faltaba ante Djokovic después de un duro partido que se interrumpió por la lluvia

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En el verano de 2005, un joven de Manacor, que disputaba su primer Roland Garros, conseguía el primero de sus cinco trofeos logrados en la arcilla parisina al vencer en la Philippe Chatrier al argentino Mariano Puerta. Al terminar la final, su rival de aquel día no dudó en vaticinar que el español haría historia en el tenis: "Felicito a Rafa. Es el mejor. Será una leyenda". Y no se equivocó. El español sigue, torneo tras torneo, éxito tras éxito, cruzando metas impensables hasta hace poco tiempo para el tenis español y haciéndose un hueco en el Olimpo de los mejores deportistas de todos los tiempos. Nadal consiguió este martes lo que solo seis tenistas habían conseguido en la historia: ganar en su carrera los cuatro torneos de 'Grand Slam'. El balear ya no es solo un ejemplo por su mentalidad, su carácter, su entrega, su lucha y su poder de sacrificio. Ahora también es un modelo si nos ceñimos exclusivamente a sus cualidades como tenista. Atrás quedaron los tiempos en los que el mallorquín se dedicaba a correr de una lado para otro, jugando tres metros detrás de la pista. En este US Open ha demostrado que puede ganar jugando bien y pegándole a la bola. A su mejorada derecha liftada ya hay que añadirle no solo un revés perfeccionado después de los problemas de Cincinnati, sino también un saque que supera con facilidad los 210 km/h y que se suma a la enorme lista de recursos del número uno del mundo.

En esta ocasión, el mejor tenista español de todos los tiempos fue el verdugo de Novak Djokovic, nuevo número dos del mundo. A pesar del buen partido del serbio, que se dejó la piel en el intento, el campeón del Abierto de Australia no consiguió mantener el ritmo que desplegó a finales del segundo set. La enésima demostración de superación de Nadal impulsó al balear para lograr la victoria por 6-4, 5-7, 6-4, 6-2 y alzarse con su primer US Open, el noveno 'Grand Slam' de su carrera. Y con solo 24 años.

El choque comenzó bien para el mallorquín. Un primer servicio dubitativo del serbio marcó la pauta de la primera manga. Pese a que Rafa cometió siete errores no forzados -algo inusual del balear-, por doce de Djokovic, dos roturas de servicio del mallorquín propiciaron que el número uno del mundo empezase la final como buscaba, ganando el primer parcial y desgastando al mermado físico de 'Nole'. En todo momento, el cinco veces campeón de Roland Garros intentó alargar el punto y desgastar a su oponente, lo que propició que Djokovic mostrase síntomas de cansancio físico.

Sin embargo, el partido cambió en el segundo set. El Nadal incisivo, asumiendo la iniciativa del juego y pegándole dentro de la pista que había dominado la primera manga, despareció en la segunda. El juego más agresivo del serbio, empujando desde el fondo de la pista y entrando mucho más con la derecha, le sirvió para romper el segundo servicio del número uno y colocarse con 4-1 favorable. Este panorama favorable para el balcánico se transformó en la enésima remontada del manacorense, que le sirvió para llegar al 4-4 y 30-30 en el que se paró el partido. Y es que la lluvia volvió a ser protagonista en la final del US Open. Después de más de una hora y media de encuentro entre el primer y tercer cabeza de serie del torneo neoyorkino, las primeras gotas comenzaron a caer justamente cuando Nadal volvía a dominar a Djokovic. En ese momento, Nadal se volvía a meter en la pugna del segundo set.

La lluvia detiene el partido

Después de prácticamente dos interminables horas de parón, el partido comenzó más vivo y emocionante que nunca. Varios puntos explosivos y espectaculares dieron paso al servicio de Nadal con 5-4 para el serbio. Tras la reanudación, Djokovic se 'enchufó' y mostró su mejor versión. Gracias a los tres juegos completos que se disputaron, 'Nole' dio un paso al frente en el enfrentamiento y se anotó la segunda manga por 7-5.

Al comienzo del tercer set, el ritmo trepidante de Djokovic presagiaba un comienzo complicado para el manacorense. Pero, si hay algo que caracteriza a Nadal, es su poder mental, su 'cabeza', y en esa faceta, Rafa es el número uno indiscutible y, probablemente, el mejor de la historia. Cuando peor estaba, cuando mejor estaba jugando el serbio, el Premio Príncipe de Asturias comenzó a agarrarse a la pista y conectó tres juegos seguidos que le sirvieron para retomar su mejor juego.

A Nadal no le tembló el pulso. Cuando tenía que cerrar la manga, y con 15-30, apareció el nuevo Nadal, el que es capaz de sacar tres excelentes primeros que le permiten, únicamente con el servicio, levantar el juego y ponerse con dos sets a uno. A pesar de aprovechar únicamente una bola de break de las once que tuvo, el bicampeón de Wimbledon se colocó con dos sets arriba después de más de dos horas y media de partido.

Al igual que el primero y el tercero, el cuarto set comenzó con 3-1 para el español y 'break'. Y Nadal no desaprovechó oportunidad.

Después de 3 horas y 43 minutos, el de Manacor se dejaba caer al suelo para celebrar que un español volvía a alcanzar la gloria en Nueva York, después de las victorias de Santana y Orantes en 1965 y 1975, respectivamente. Hacia las diez de la noche hora local, Nadal daba un paso más en su meteórica e histórica carrera que le permite seguir forjando una leyenda que permanecerá muchos años en la retina de los amantes al tenis y al deporte. Su próximo objetivo es atrevido: ser el más grande de todos los tiempos. Sin embargo, sólo es cuestión de tiempo.