denuncia contra el ejército americano

EEUU investiga si varios soldados asesinaron a civiles afganos por diversión y les cortaron los dedos como 'trofeos'

Hay cinco militares están detenidos y a otros siete se les acusa de encubrir los hechos y agredir a un recluta que informó de ello

MADRID Actualizado: Guardar
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Otro grave incidente viene a enturbiar el papel del Ejército de EEUU en Afganistán. Al menos doce soldados estadounidenses se enfrentarán a acusaciones por formar parte de un "equipo asesino" que presuntamente disparó contra civiles afganos al azar y recogieron sus dedos como trofeos. Cinco de los soldados están acusados de asesinar a tres afganos que presuntamente fueron matados por diversión en ataques diferentes a lo largo de este año. A otros siete se les acusa de encubrir estos asesinatos y de agredir a un recluta cuando informó de ello y de otros abusos, incluido el que miembros de su unidad fumaban hachís robado a los civiles.

En una de las acusaciones más graves que han surgido del conflicto afgano, se cree que los asesinatos han sido realizados por miembros de una brigada de infantería Stryker cuya base está en la provincia de Kandahar, en el sur de Afganistán. De acuerdo con los investigadores y con los documentos legales, la posibilidad de asesinar a civiles afganos se planteó coincidiendo con la llegada del sargento de personal Calvin Gibbs a la base de operaciones Ramrod, el pasado mes de noviembre. Algunos soldados han declarado al mando del Ejército que dirige la investigación criminal que Gibbs alardeó de lo que había hecho mientras servía en Irak y que afirmó lo fácil que sería "lanzar una granada contra alguien y matarlos".

Según las investigaciones, Gibbs, de 25 años, tramó un plan con otro soldado, Jeremy Morlock, de 22 años, y con otros miembros de la unidad para formar un "equipo asesino". Mientras patrullaban durante los meses siguientes, presuntamente mataron al menos a tres civiles afganos. De acuerdo con la hoja de las acusaciones, el primer objetivo fue Gul Mudin, asesinado "mediante el lanzamiento de una granada contra él y los disparos con un rifle", cuando la patrulla entró en la aldea de La Mohamed Kalay el pasado mes de enero.

Cinco detenidos y siete más acusados

Morlock y otro soldado, Andrew Holmes, estaban de guardia en el límite de un campo de opio cuando Mudin salió y se detuvo al otro lado de la valla en la que estaban los soldados. Presuntamente, Gibbs entregó a Morlock una granada, éste la armó y la tiró por encima de la valla cerca de los afganos presentes. Holmes, de 19 años, habría comenzado entonces a disparar por encima de la valla. Según informa el diario británico The Guardian, al final de ese día Morlock le señaló a Holmes que el asesinato tenía por objetivo la diversión y le amenazó si se lo decía a alguien.

La segunda víctima, Marach Agha, fue disparado y asesinado el mes siguiente. Al parecer, Gibb le disparó y colocó un 'kalashnikov' cerca del cuerpo para justificar su muerte. En mayo, Mulá Adadhdad fue asesinado después de ser disparado y atacado con una granada. La revista Army Times informa de que al menos uno de los soldados cogió los dedos de las víctimas como recuerdos y que algunos de ellos posaron para hacerse fotografías con los cadáveres. Cinco soldados -Gibbs, Morlock, Holmes, Michael Wagnon y Adam Winfield- están acusados de asesinato y de agresión agravada, entre otros cargos. Todos ellos, que han negado las acusaciones, se enfrentan a la pena de muerte o a la cadena perpetua si son condenados. Los asesinatos salieron a la luz dentro del Ejército en mayo, cuando se abrió una investigación sobre un asalto brutal contra un soldado que declaró a sus superiores que varios miembros de su unidad estaban fumando hachís.

Después de la detención de los cinco acusados en junio, otros siete soldados fueron acusados el mes pasado por intentar encubrir los asesinatos y por agresión violenta contra el militar que denunció los hechos. Un 'gran jurado militar' decidirá si hay pruebas suficientes para que sean juzgados por un tribunal militar. Los investigadores del Ejército afirman que Morlock ha admitido su implicación en los asesinatos y ha dado detalles del papel de otros, incluido Gibbs, pero su abogado, Michael Waddington, intenta suprimir su confesión alegando que su cliente fue interrogado cuando estaba bajo la influencia de medicamentos prescritos para sus heridas causadas en la guerra y que también sufría heridas cerebrales traumáticas.