Encuentro en Dowing Street, en 2003, entre el entonces primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente español, José María Aznar. / Archivo
sale a la venta 'un viaje'

Blair presenta a Aznar en sus memorias como un «duro negociador» en Bruselas y un «generoso anfitrión»

El ex primer ministro británico recuerda en sus memorias que su homólogo español siguió adelante en Irak pese a saber que sólo le apoyaba el 4% de la opinión pública

LONDRES Actualizado: Guardar
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El ex primer minsitro británico Tony Blair ajusta cuentas en sus memorias, que acaban de ver la luz, y también reparte elogios. En el primer caso, su sucesor, Gordon Brown, está en el centro de la diana; en el segundo es Aznar el que sale bastante mejor parado. El que fuera líder de los laboristas en el Reino Unido define al ex presidente del Gobierno español como un "duro negociador" en Bruselas y como un generoso anfitrión. También desvela que Aznar era muy consciente de la sociedad española estaba mayoritariamente en contra de la guerra de Irak.

Blair recuerda en las páginas de Un viaje que la opinión pública europea estaba muy en contra de atacar al país árabe como pretendían él y el presidente de EEUU, George W. Bush. "José María Aznar me dijo que (en España) sólo un 4% estaba a favor de una acción militar. Y yo le dije que ese era más o menos el porcentaje que se obtendría si se preguntaba a la gente si creía que Elvis Presley estaba aún vivo". "Pero (Aznar) era un tipo duro y estaba decidido a permanecer firme junto a (los EEUU de) América. Creía, como yo, que la posibilidad de un vínculo entre la proliferación de armas de destrucción masiva y grupos terroristas era demasiado real para aceptarla, y había llegado el momento de tomar postura frente al régimen, el de Sadam (Husein), que había recurrido a esas armas", escribe ele x primer ministro británico.

El primer encuentro

En el libro, que acaba de salir a la venta envuelto en una gran espectación, Blair relata su primer contacto con Aznar a finales de mayo de 1997, poco después de su llegada al número 10 de Downing Street. Para entonces los líderes europeos estaban discutiendo la redacción del Tratado de Amsterdam. Según recoge el ex primer ministro, Aznar necesitaba que el texto reflejase "la posición especial de España como recipiente de apoyo europeo y como un país grande junto a otros grandes, no un país pequeño". "Esto era un problema para los otros 'grandes', en especial para los alemanes, dirigidos por Helmut Kohl", escribe.

Los holandeses "recurrieron, con apoyo alemán, a la vieja táctica de dejar para el final las demandas españolas", recuerda Blair. Entonces se trató de presionar a España para que cediera en sus exigencias advirtiéndole de que su obstinación ponía en peligro "la estabilidad de Europa". Blair expone algunos de los mensajes que se le hicieron llegar a las autoridades españoles: "¿Es que no tenéis sentido de la historia? ¿Queréis ser responsables del fracaso europeo?, etc. Muchas tonterías, pero que han resultado eficaces en numerosas ocasiones", explica el ex líder laborista.

Lo que antes había funcionado no dio sus frutos con Aznar, al que -según recuerda Blair- todos intentaron ablandar, cada uno a su manera: el entonces primer ministro holandés, Wim Kok, con suavidad, a la manera de los protestantes de su país, el presidente francés, Jacques Chirac, en plan "mandón, muy a la francesa". Finalmente, el canciller federal alemán, Helmut Kohl "se levantó de su asiento y se fue con su considerable peso a ver a Aznar", cuenta Blair, quien le compara a una especie de "fuerza inexorable en busca de un erizo". "Regresó todo perplejo. Inexplicablemente, el erizo no se había dejado aplastar", así que Kohl le pidió a Blair que lo intentara a su vez.

"Entré donde estaba sentado José María, solo con su intérprete y su cigarro, al que daba caladas como si no tuviese la mínima preocupación. Prescindimos del intérprete y hablamos francés", recuerda Blair. El ex mandatario británico le dijo entonces al presidente español lo importante que era que aceptara el compromiso y lo decepcionado que estarían todos, sobre todo el canciller alemán si no lo hacía. "Ya lo sé. Estoy tan triste", dijo Aznar "con enorme mueca", y agregó, según cuenta Blair: "¿Puedes llevarle este mensaje? Diles que ya les expliqué cuáles eran las condiciones para que el tratado fuera aceptable para España y las expuse al principio. Hasta ahora no me han vuelto a preguntar". Finalmente Aznar logró lo que quería, cuenta Blair en el libro.

Vacaciones en España

Con este episodio Blair se justifica al hablar de Aznar como un “duro negociador”. Para explicar su generosidad como anfitrión recurre al año 1998. El entonces presidente del Gobierno español invitó en aquella Semana Santa a Blair a pasar unos días en España. Acababa de producirse un hecho histórico porque se había firmado el acuerdo de paz en Irlanda del Norte. Debido a esas negociaciones, Blair tuvo que retrasar 48 horas el viaje, que sí emprendieron su esposa, Cherie, y a sus hijos. En esos dos días, cuenta el ex primer ministro en el libro, Aznar trató a su familia "con enorme amabilidad y efusiva bondad".

"Creo que a la mayoría de los líderes mundiales los habría desconcertado algo tener que ocuparse de la familia de otro líder, una familia a la que nunca habían visto y además con niños", escribe el ex líder laborista. "Pero (Aznar) lo tomó todo con perfecta ecuanimidad, lo cual sentó las bases de una amistad personal duradera que tendría importantes consecuencias más tarde", dice Blair en clara alusión a la guerra de Irak.