Sin reconciliación en Honduras
La sociedad hondureña continúa dividida a un año de la destitución del izquierdista Manuel Zelaya
MADRID Actualizado: GuardarA un año del golpe de Estado que derrocó al entonces presidente Manuel Zelaya, las heridas permanecen abiertas y las recriminaciones y enfrentamientos mantienen la polarización en la dividida sociedad hondureña. El Gobierno de Porfirio Lobo no acaba de ser reconocido por el pleno de la comunidad internacional, la derecha conservadora lo critica por hacer concesiones al 'zelayismo' y los seguidores del depuesto mandatario lo acusan de no poner freno a las constantes violaciones de derechos humanos que sufre el país centroamericano.
Lobo asumió el cargo el pasado 27 de enero, el mismo día que debía concluir su mandato Zelaya. En su discurso de investidura, el nuevo presidente prometió reconciliar a las partes enfrentadas y romper el bloqueo internacional. Pero de nada han servido sus esfuerzos en estos meses. Los ‘zelayistas’ reclaman la convocatoria a una Asamblea Constituyente para "refundar a Honduras", tal como propone el derrocado mandatario desde su exilio en República Dominicana. Del otro lado, los sectores que participaron o respaldaron el golpe como políticos, empresarios y militares, rechazan un retorno incondicional de Zelaya y exigen que el ex mandatario responda ante la Justicia a las acusaciones presentadas por la Fiscalía General por abuso de autoridad, traición a la patria y corrupción.
Este último punto obstaculiza los denodados esfuerzos de Lobo por volver a recuperar su estatus internacional. Pese a haber cumplido, al menos formalmente, los principales requisitos establecidos en el Acuerdo Tegucigalpa-San José, como la conformación de un Gobierno de unidad y la creación de una Comisión de la Verdad que dilucide lo que pasó antes, durante y después del golpe, la comunidad internacional ve el regreso de Zelaya condición indispensable para volver a abrir sus puertas a Honduras. Algo que parece casi imposible de cumplir mientras los numerosos partidarios del golpe, que siguen instalados, en su mayoría, en las principales instituciones y partidos políticos del país continúen ahí.
Conatos golpistas
En medio de esta inestabilidad política, Lobo hizo sonar a principios de mes la alarma al denunciar que había un supuesto interés en derrocarlo, pero no fue claro. "Tenemos todo bien seriado, los tengo ubicaditos a todos. Se quiénes son, tengo toda la información. Al que quieren fregar es al presidente de la República", aseguró el mandatario hondureño poco antes de partir hacia el Mundial de fútbol en Sudáfrica. Pero el respaldo de Estados Unidos al actual Gobierno y el enorme costo que ha pagado Honduras por el derrocamiento de Zelaya hace poco probable que otro golpe de Estado encuentre apoyos.
Mientras, en las calles, el clima de inseguridad se agrava con frecuentes asesinatos colectivos del crimen organizado, como los violentos cárteles mexicanos de la droga, que encuentran un terreno fértil en Honduras por la debilidad institucional, la corrupción del sistema de Justicia y sus cuerpos de seguridad. Cada vez son más las voces que reclaman una reforma a fondo del sistema político hondureño, que deje atrás el partidismo y la corrupción y avance hacia una democracia social, política y económica que se ocupe en profundidad de los problemas nacionales, con la pobreza y las escandalosas desigualdades a la cabeza.