FÚTBOL | PRIMERA DIVISIÓN

Victoria polémica y liderato madridista gracias a la pegada

El Madrid fue una calamidad en el primer tiempo pero remontó a balón parado, cuando le despertó el gol del Sporting

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Victoria, nueva remontada pero imagen muy preocupante del Real Madrid , que fue una calamidad en la primera parte y sólo se desperezó cuando los cándidos asturianos se adelantaron en el arranque de la segunda parte. Es cierto que resolvió en cuanto aceleró, como casi siempre en la Liga, pero lo hizo a balón parado y con inestimable ayuda arbitral, ya que el andaluz Paradas Romero concedió un gol de Van der Vaart precedido de una mano y no vio dos posibles penaltis en área local. En el primer partido en el Bernabéu desde la debacle ante el Lyon, el conjunto de Pellegrini logró su de

cimocuarta victoria como local en esta campaña, lo que iguala el registro del curso 87-88, pero mostró una imagen de lo más vulgar. Aunque se acostase tres puntos por delante, mucho tiene que mejorar este Madrid para ganarle al Barça en tres semanas.

Bendita paciencia tuvo la exigente afición del Real Madrid para no pitar hasta el minuto 37, cuando Lass intentó un cambio de juego que mostró su fale recibe que los blancos afronten los partidos con tanta suficiencia, sabedores de que sólo necesitarán un arreón para aniquilar a su oponente. Una filosofía peligrosa que algún día se le puede volver en contra.

Cristiano contra todos, incluidos sus compañeros. Ciertamente, el portugués era el único que se movía, la pedía, arrancaba, intentaba driblar. Todo a una velocidad de vértigo, como si fuera el partido de su vida. Una actitud irreprochable, acompañada de gestos y aspavientos más discutibles. Signos de un ganador desesperado, acostumbrado quizá a otro forma de afrontar los partidos en la 'Premier'. Señalar a un compañero porque no le pase, no salga en su ayuda no no corra a un pase mal dado por el portugués puede hacer que ni tu propio vestuario te soporte.Higuaín también se movió y al menos probó a Juan Pablo en un par de ocasiones, tampoco muy claras.

Demérito del Madrid en el primer tiempo, incapaz de romper por banda por más que Pellegrini se empeñe en decir lo contrario, y extraordinaria disposición de los gijoneses. Se defendieron bien los de Preciado, y sin necesidad de dar una patada. Les bastó con poner a un jugador siempre cerca de Xabi Alonso para evitar una buena salida de balón. Ni siquiera tuvieron que hacer faltas tácticas para frenar a los blancos. Y en ataque se estiraron, buscaron la habilidad de De las Cuevas entre líneas, pero les faltó mordiente, ambición, fe. Un disparo de Diego Castro, desviado por Xabi Alonso, fue su mejor aproximación.

Guti ¿revulsivo?

En esta tesitura, no es de extrañar que el Bernabéu aplaudiera cuando Guti salió a calentar. Casi 300 millones invertidos para que el elegido como revulsivo fuera el canterano. Sintomático, aunque el de Torrejón luego apareció más bien poco. El Madrid metió tercera y pudo adelantarse en un testarazo de Van der Vaart que se marchó alto. Pero fue el Sporting el que golpeó primero, al aprovechar los enormes espacios que Marcelo deja partido tras partido. Se internó Barral, que arrancó al límite del fuera de juego y fusiló a Casillas, que se esperaba el pase de la muerte.

Un gol que despertó a la 'bestia' y al juez, que comenzó a barrer para casa. El Madrid puso la cuarta, la quinta, y remontó en un santiamén. Una faltita de Rivera, un zapatazo de Cristiano, un mal despeje de Juan Pablo, un control de Van der Vaart apoyándose con ambas manos y un remate a placer. Casi en la jugada siguiente, un córner, un salto portentoso de Cristiano y el cabezazo final de Xabi en el segundo palo. El Bernabéu ya sonreía. Pero hubo más polémica, ya que el contragolpe que culminó Higuaín, tras hallar una autopista en medio de sus rivales, vino precedido de un posible penalti de Arbeloa por sujetar a Barral. Los gijoneses, desesperados, llegaron a reclamar otra posible pena máxima de Ramos a Bilic tras un error tremendo del sevillano en el pase. Daba igual, cayeron pero acabaron ovacionados por su fiel hinchada. Mucho más que los merengues por su gente.