En la calle sin saldar las cuentas
Roldán recupera la libertad tras quince años en prisión y sin devolver nada de lo sustraído
MADRID Actualizado: GuardarLuis Roldán abre una nueva etapa en una biografía vivida a la carrera y que le permitió ser el primero en llegar a muchos sitios: a la política en una democracia recién estrenada, a la dirección de la Guardia Civil sin ser militar y a la corrupción que tiñó de escándalo los años 80 y 90 y que terminó por sepultar al Gobierno de Felipe González. El hombre que se quedó a las puertas del Ministerio de Interior acaba de dar el portazo definitivo a la cárcel tras pasar en diversas prisiones los últimos tres lustros. Salda los años de condena pero no las cuentas porque nada ha devuelto de todo lo que quedó acreditado que se había llevado.
El hombre del falso currículum, el que se inventó una licenciatura en Ciencias Empresariales y un máster en Economía, llegó a la política en las primeras elecciones de la democracia, tras la muerte de Franco. En 1979 consiguió el acta de diputado por Zaragoza. Tres años antes se había afiliado al PSOE. De ahí dio el salto a la política regional, en el germen de lo que luego sería el Parlamento autonómico de Aragón.
Pero fue con la mayoría absoluta de Felipe González, escudado por Alfonso Guerra, en 1982 cuando su carrera política se lanzó: en diciembre de ese año fue designado delegado del Gobierno en Navarra. No era un destino cualquiera porque la comunidad foral era "territorio hostil" marcado por el terrorismo de ETA. Ahí se curtió para asumir su siguiente reto: la dirección de los 75.000 hombres que en 1986 formaban parte de la Guardia Civil. Roldán se convirtió así en el primer civil en ese cargo.
A un paso del Ministerio de Interior
Durante su mandato se colgó la medalla de la detención en 1990, en Sevilla, del etarra Henri Parot, al que luego la justicia condenó a 1.800 años de cárcel por el atentado contra la casa-cuartel de Zaragoza. También fue un éxito incontestable la desarticulación, en 1992, de la cúpula de ETA en Bidart (Francia). A finales de 1993 se veía como ministro de Interior tras la dimisión de José Luis Corcuera, desautorizado por una sentencia del Constitucional que anulaba varios artículos de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como 'ley Corcuera' o 'ley de la patada en la puerta'. Roldán no sólo se veía ocupando un despacho ministerial sino que todos los indicios apuntaban en esa dirección.
Hasta que una investigación periodística del desaparecido Diario 16 acabó con todos sus planes. Los acontecimientos se precipitaron cuando se conoció el espectacular incremento de su patrimonio. Las cifras concretas son parte de una leyenda en la que caben propiedades lujosas y saldos multimillonarios en cuentas secretas. Tan multimillonarios como diez millones de euros de 1993.
No hay rastro de ellos: en el procedimiento civil contra el ex director del Instituto Armado sólo se ha logrado recaudar algo más de un millón y medio de euros; cantidad obtenida por la subasta de algunos inmuebles en España y el embargo de las cuentas que no se molestó en camuflar. De las otras se encargó el ex agente de Interior Francisco Paesa, el mismo que terminó por traicionarle.
Orgías en Interviú
Antes de eso llegó el cese de Roldán, apartado del cargo el 3 de diciembre de 1993. El escándalo estaba servido porque la comisión de investigación del Congreso concluyó que el responsable de la Guardia Civil había concedido a dedo obras de la Benemérita cobrando comisiones y que había desviado fondos reservados para fines particulares. En paralelo, Interviú destapó su vida adinerada y publicó unas fotos de las orgías que organizaba. Para entonces Roldán ya era un prófugo: se dio a la fuga el 26 de abril de 1994 y así permaneció diez meses. Su huida arrastró al ministro de Interior, Antonio Asunción, que dimitió nada más conocerse el 'vuelo' del ex director de la Guardia Civil. Le sustituyó en el cargo Juan Alberto Belloch. Lo que vino después forma parte de una rocambolesca historia que todavía tiene puntos oscuros. Fue localizado en Laos y finalmente detenido, el 27 de febrero de 1995, en el aeropuerto de Bangkok (Tailandia). Aquí es donde vuelve a jugar un papel destacado Paesa, que termininó entregándole a la Policía.
Le hizo creer que sólo le juzgarían por delitos menores pero terminó siendo condenado a 31 años de cárcel por cohecho, falsedad en documento mercantil, malversación de caudales públicos, estafa y delito contra la Hacienda Pública. Luego sumaría otros tres años más por el 'caso Urralburu'.
Desde entonces hasta ahora han pasado quince años en los que Roldán no ha sido un preso cualquiera. Ha cumplido una estancia de diez años en un módulo especial de la cárcel de mujeres de Brieva (Ávila) hasta que, en 2005, le fue concedido el segundo grado. Durante su estancia en prisión, y por su calidad de ex director de la Guardia Civil, siempre estuvo rodeado de un equipo de seguridad, según han reconocido fuentes de Instituciones Penitenciarias, que insisten en destacar el comportamiento "ejemplar" del preso. Prisiones tuvo que pedir un permiso extraordinario al Congreso porque la Ley Penitenciaria prohíbe la presencia de fuerza pública armada en el interior de los centros, salvo en caso de disturbios. Alejado del restro de reclusos, dedicaba la mayor parte del tiempo a la lectura. Con el beneficio del segundo grado, que sólo le obligaba a dormir en un centro de inserción social, volvió a su ciudad natal, Zaragoza, donde trabajaba en una agencia de seguros. El año pasado, al cumplir los 65, se jubiló. Y con 66 le ha llegado la liquidación de condena, que le ha convertido en un hombre libre. Él añade que "libre y sin dinero", porque todo lo robado lo pone en manos de Paesa.
De las suyas ni siquiera la justicia ha podido embargarle los 12.000 euros que cobró, en efectivo, por su aparición televisiva en Telecinco. Entrevistado por María Teresa Campos, se presentó como una víctima y no dejó de culpar al que un día fue su amigo, que le ayudó a ocultar su fortuna y que luego le engañó. Paesa es un personaje que nunca ha rendido cuentas en los tribunales y que cuando sintió la amenaza de una orden internacional de busca y captura por blanqueo de dinero pagó su propia esquela para darse por muerto e incinerado. Eso ocurrió a finales de 1998; seis años después "apareció" vivo. Del dinero, ni rastro.