fútbol | LIGA DE CAMPEONES

El Madrid cae de nuevo en octavos

Cristiano Ronaldo igualó la eliminatoria en el minuto 5, pero el equipo blanco no supo aprovechar su mejor juego y los franceses se han llevado la eliminatoria con un tanto de Pjanic a veinte minutos del final

MADRID Actualizado: Guardar
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El Real Madrid firmó un fracaso 'megagaláctico" en la competición que marca la verdadera diferencia entre los grandes y los pequeños. Por sexta temporada consecutiva se despidió de la Copa de Europa en los octavos de final. Adiós a la final del Bernabéu del 22 de mayo y adiós a los 252 millones gastados por Florentino para intentar que el Madrid recuperase el prestigio perdido ya hace más de un lustro en Europa. Todo un proyecto al garete. Un batacazo de considerables proporciones. Toda la ilusión del madridismo, al traste, rota por un rival que no es nadie en el continente.

Este Madrid aún puede ganar la Liga, pero de este golpe será muy difícil levantarse. Sin olvidar que este equipo de tanta estrella pero que carece de carácter de bloque, nunca ha dado la talla esta temporada en los momentos decisivos. Ya no tiene ni suerte, como se demostró en la primera parte, porque se quedó corto el 1-0 con el que se llegó al descanso para los méritos del Madrid. Con el mejor once posible, muy ofensivo, con las ausencias de los sancionados Xabi Alonso y Marcelo, un poste y un par de paradas de Lloris impidieron que los blancos remontasen la eliminatoria en menos de media hora.

Concienciado de lo muchísimo que estaba en juego, el Madrid imprimió un altísimo ritmo desde el pitido inicial. En cuanto arrancó el choque ya se comprobó la comunión que no duró mucho entre el Bernabéu y su equipo, y sobre todo, con Guti, clarividencia en el medio campo, casi en línea con Lass para crear fútbol y aprovechar los espacios, aunque el canterano fue anulado tras el descanso por Kallstrom y se fundió, pagando un esfuerzo al que no está acostumbrado. Como se fundieron todos sus compañeros.

Fue el canterano, que se olvidó en 45 minutos de la apatía y se pegó una paliza también recuperando balones, el autor de la asistencia a Cristiano cuando el Bernabéu empujaba de lo lindo, convencido de que a este Olympique echado atrás y asustado ante la presión local no iba a durar mucho. A la segunda oportunidad cayó el gol. A partir de ahí, el fútbol y las ocasiones no fructificaron por culpa del portero, la falta de puntería de Higuaín y Kaká, y el palo, a puerta vacía del desafortunado argentino. Con Cristiano tirado a la izquierda para intentar desbordar a Revilliere, el Madrid no se atascaba como otras tantas veces por el centro, liderado por Guti y Kaká, deseoso por responder por fin en un partido vital. Le faltó al brasileño definir las que tuvo, le sobró ansiedad, y se marchó lanzando pestes contra Pellegrini cuando le sustituyó.

En esa primera parte de un solo color abrió mucho y bien el campo el Madrid, con continuas incorporaciones por banda de Sergio Ramos, quien además de frenar en la primera parte al 'Chelo' Delgado siempre dio sensación de peligro. Muchísimo más que Granero, perdido como falso interior derecho en un equipo que se dejó la piel y, con galones de grande, agresivo y vertical, tuvo entonces una superioridad enorme en un medio campo de toque blanco.

El Lyón , casi siempre con diez por detrás del balón, aunque permitió demasiados huecos, pese al peligro que representan Delgado y Lisandro, sólo asustó un par de veces en ese primer tiempo en el que se impusieron el fútbol y el físico madridistas, pese al poder del músculo francés.

Dominados sin fútbol

Cambió por completo el choque en la reanudación, porque Claude Puel reforzó la medular, retrasó a Toulalan de central y adelantó las líneas, y mientras se relanzó físicamente el Olympique, el Madrid se apagó. No dejaron respirar los franceses a los blancos, agobiados ya desde la línea de centrales por la presión visitante de un equipo superatrevido en un escenario cuyo público también se quedó mudo. No quería el Madrid un duelo loco de ida y vuelta, pero lo tuvo durante varios minutos porque fue el Olympique el que pasó a dominar, a convertirse en autoritario, y a cercar el área blanca.

Así llegaron, en sólo seis minutos, tres ocasiones clarísimas del Olympique, una de ellas frustrada por un paradón de Casillas a disparo lejano de Lisandro. Ya no era el Madrid el que mandaba. Ya le costaba un mundo incluso salir de su campo a partir de la línea de centrales. El Olympique estaba crecido y el Madrid, ya sin una pizca de fútbol, contra las cuerdas.

Desapareció el Madrid de medio campo hacia adelante, ya había demasiada distancia entre líneas, Cristiano no metía miedo y las imprecisiones eran continuas. Al Madrid se le acababa el tiempo. No tuvo paciencia ni dio un paso al frente para intentar demostrar que era mejor. Las piernas no le iban y las cabezas mucho menos. Y tanto rondó el gol que en una gran triangulación entre Delgado, Lisandro, con la aciaga colaboración de Arbeloa, rematada por Pjanic.

Ya había salido Van der Vaart, pero participó poco, y cuando Pellegrini sacó a Raúl soñando con un milagro, el chileno sólo se ganó un abucheo monumental del Bernabéu. Pese al toque de corneta final, al Madrid le pudo la ansiedad ante una defensa insuperable y el Madrid murió dando la sensación de antaño, de equipo sin nivel en los partidos de los de verdad. De los que están muy lejos de los mejores de Europa. Y todavía pudieron caer más del Lyón. Vergüenza madridista.