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España se pasea por Saint-Denis

Los de Vicente del Bosque afianzaron su condición de favoritos para el Mundial de Sudáfrica en el primer ensayo del año

París (Francia) Actualizado: Guardar
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El partido parecía de guante blanco, un amistoso con dos formaciones que ni mordían ni enseñaban los dientes, que se tomaban su tiempo para tomar posesión de un frío Estadio de Francia , que recibió con indiferencia a su equipo y con animadversión a su seleccionador.

El partido sin brújula tomó un ritmo claro cuando Villa abrió el marcador. Culminó una jugada que había iniciado Iniesta y dejado pasar con maestría Silva para dejar al asturiano sólo ante Lloris, que picó en su amago de cadera y se resignó a ver el cuero entrar en las mallas.

Ahí se acabó Francia. Se vieron sus vergüenzas ante una selección española que comenzó a sentirse más cómoda, que comenzó a controlar el partido. España no tuvo que hacer mucho trabajo para abortar las embestidas francesas, casi siempre nacidas de las botas de un enrabietado Ribéry, visiblemente disconforme con su ubicación en la banda derecha, un exilio al que le forzó Domenech para mantener a Henry en la izquierda.

Pero los de Del Bosque controlaron la situación hasta esperar una nueva oportunidad, que llegó en las botas de Sergio Ramos. El defensor se aprovechó de un balón que despejó Escudé y despistó a Lloris.

Tras el descanso el partido ganó en vistosidad, animado por el carrusel de cambios al que procedió Del Bosque. España tuvo más el balón y Francia naufragó todavía más, pendiente de una grada que silbó a los suyos y acabó coreando a España, con "olés" a los pases de un equipo que renunció a meter la directa.

Los problemas locales

Los "Domenech dimisión" cobraron más protagonismo a medida que el público constaba que sus jugadores dejaban ultrajar su estadio con impotencia, sin ni siquiera acercarse al área de Casillas.

España asistía relajada al naufragio, sin meter el dedo en la llaga. La salida de Torres dio un poco más de ambición a los españoles, pero sin forzar. No hacía falta. Francia se autodestruía sola. Ribéry se perdía en las querellas internas. Recuperó su puesto en la banda izquierda pero duró poco en el campo. Fue sustituido entre más silbidos de la grada.

Los galos no amenazaron la calma española. Un postrero cabezazo de Malouda a centro de Cissé que se estrelló en el palo quedó como el último estirón de un equipo que parece morir. España asistió, de paseo, al deceso. Navas pudo marcar en el último suspiro pero ya no había que hurgar más en la herida.