El Barça, un campeón grandioso
Un soberbio Barcelona muestra las carencias madridistas, que sólo aguantaron el primer asalto
BARACALDO Actualizado: GuardarPara acercarse a un solo título del Real Madrid en la historia de la Copa y confirmar su condición de que es ahora el mejor equipo de Europa, el Barça humilló de nuevo a su eterno rival con una exhibición de baloncesto. En el momento de la verdad, cuando se demuestra lo que vale cada uno, se juntó el mejor Barcelona con el peor Real Madrid.
El Barcelona funcionó como un martillo, sin alardes maravillosos antes del descanso, pero con una eficacia asombrosa, y con su trabajo defensivo, en individual y en zona, barrió de la pista a un Madrid que tenía hambre de gloria pero que volvió a fracasar el día decisivo. Víctima de un Barça demoledor, enorme como equipo, aunque el 'MVP' fue con merecimiento para Fran Vázquez, máximo anotador de la final (cinco canastas de cinco intentos) e imparable en la pintura, con cuatro mates para hacer más daño todavía al Madrid. También quedó el subcampeón en ridículo con un porcentaje de tiro nefasto al descanso: el 31% en tiros de dos y el 22% en triples.
No fue necesario que Ricky o Navarro deslumbrasen en la final. Aparte de Vázquez, se confiaba en ellos si la final se ponía fea, pero la máquina azulgrana se puso a carburar desde el principio, maniató con su defensa a los mejores jugadores madridistas, y se acabó el Madrid. Se tiró hasta siete minutos y medio en el segundo periodo sin anotar ni una canasta de dos, mientras el Barça iba abriendo una brecha descomunal, con Ricky en pista pero también sin él. Mickeal se comió a Jaric, los pívots azulgrana a Reyes, Velickovic y Lavrinovic, y el Barça jugó como quiso.
La defensa del Barça manda
Defendiendo al límite, el Madrid a veces no se atrevía ni a tirar, porque enfrente tenía a un equipo entregado a la causa en el que también tiene mucho mérito Xavi Pascual, el técnico más joven en conquistar una Copa. Al descanso el Madrid había perdido 10 balones, cegado, inquieto, impreciso, sin saber cómo hincar el diente a una roca y sufriendo atrás ante la velocidad azulgrana y la intensidad de Vázquez y Morris.
Con un sólo equipo en la pista, la final estaba sentenciada al descanso, pero el recital continuó porque el Barça no aflojó el ritmo y Ricky volvió para dirigir una orquesta que también se sobrepuso de su malísimo porcentaje en el tiro exterior de días anteriores. Al Madrid, en cambio, le ocurrió todo lo contrario, cuando había estado certero en días anteriores. Será porque el Barça le tiene comida la moral y le entra el miedo pero el Madrid metió un triple de seis en el primer cuarto y acabó el primer tiempo con dos de nueve.
En ese tercer periodo, después de que Mickeal se hartase a rebotes, el Barça entró como quiso en la zona blanca y de la mano de Vázquez, ahora bajo la dirección de Sada, el Barça aceleró aún más y pegó otro estirón, ya espectacular. A base de robos, contraataques y penetraciones, el Barça bailó al Madrid y se empezó a escuchar el "`eo, eo, eo, esto es un choteo!". Messina y sus jugadores no podían frenar la sangría en un choque que a falta de emoción en pista se calentó cuando un neonazi madridista que salió a lanzar unos tiros al final del tercer cuarto provocó al Bizkaia Arena con sus gestos obscenos. "`No saben perder!", le gritaría después la afición, mayoría del Baskonia, a los seguidores del Madrid, mientras su equipo, con el carácter y los triples de Sergio Llull, intentaba limpiar algo su pobrísima imagen. La del Barça, en cambio, fue para enmarcar.