REPORTAJE

«Has visitado páginas porno. Tienes 24 horas para pagarnos»

Las denuncias de personas que han sido víctima de chantajes acerca de difundir imágenes sexuales suyas a través de internet se disparan en la provincia de Cádiz

MARÍA ALMAGRO

«Puede que no me conozcas y probablemente se esté preguntando por qué está recibiendo este correo electrónico, ¿verdad? De hecho puse un ‘spyware’ en el sitio web que visitaste para divertirte... tienes buen gusto jaja... ¿qué deberías de hacer? Creo que mil dólares es un precio justo por tu pequeño secreto . Tienes un día para realizar el pago... si no enviaré la grabación que hice a todos tus contactos, incluyendo familiares y compañeros de trabajo». Este es uno de los tantos mails que envían los delincuentes que, en este caso, se dedican a lo que se conoce como ‘sextorsión’, una práctica cada vez más extendida y que ataca a miles de personas al día en todo el mundo.

Se trata de un tipo de extorsión que va a más en los últimos años a través de internet, en webs o redes sociales. Consiste en amenazar a las víctimas que han ‘cazado’ con publicar fotos, vídeos o información sobre su intimidad sexual que han obtenido sin consentimiento previo . Si no les hacen caso, y les pagan el dinero que ellos estiman, amenazan con difundir ese contenido entre los contactos de la persona chantajeada e incluso subirlo a otras web o canales de vídeos públicos.

En algunas ocasiones se trata simplemente de un intento de estafa tras haber conseguido las claves del afectado por ‘piratería’ informática, pero en muchos otros casos, las imágenes sí existen. Son reales. Esas personas no lo sabían pero cuando practicaban sexo delante de su web cam estaban siendo grabadas .

La Policía Nacional advierte que en los últimos meses se han disparado las denuncias de personas que en la provincia de Cádiz han sido objeto de ‘sextorsión’ y, también, los que han caído o recibido este tipo de chantaje. Los extorsionadores les solicitan pagos en ‘bitcoins’ a diferentes monederos virtuales, les amenazan con difundir las imágenes, debiendo abonar entre los 400 y 2.900 dólares. Las víctimas tienen un margen de 24 horas para realizar el pago indicándoles que, en caso de no hacerlo, pasarán los videos a sus conocidos.

Una chica explosiva, el gancho

Cuando los casos son ‘reales’, es decir, sí es cierto que esa persona ha caído en la trampa y hay imágenes suyas de contenido sexual, el ‘modus operandi’ empleado es habitualmente el mismo: una mujer muy atractiva entabla conversación con la víctima a través de alguna red social, página de contenido pornográfico o ‘app’ de contactos.

Una vez que la supuesta chica se ha ganado su confianza le propone empezar a mantener esas conversaciones de una forma más íntima y subida de tono por ‘Skype’, el servicio de videollamada a la que se accede por una cuenta personal o a través de Facebook. Iniciada la conversación, la víctima cree estar hablando con ella, sin embargo esta chica es una grabación, que además de seguir el hilo de las prácticas sexuales simula de vez en cuando que escribe en el ordenador, pero quien realmente está tecleando es el extorsionador. Mientras, la víctima, sin saberlo, está expuesto a la webcam de su ordenador y, a través de ella, le están grabando en una situación íntima. Esas imágenes serán después utilizadas para el chantaje.

Según datos que maneja la Policía en el 95 por ciento de los casos, los extorsionados son hombres . Además no todas las denuncias llegan a la Comisaría. No siempre se acude a la Policía, bien por vergüenza o porque algunas de estas personas acceden a pagar rápido y se callan por miedo a que esas imágenes se difundan.

Cuando se recibe una denuncia de este tipo, son los agentes de la Unidad de Delitos Tecnológicos los que se ponen manos a la obra para dar con los extorsionadores. Sin embargo esta tarea no es nada fácil debido a la cantidad de argucias que se utilizan en internet para poder ocultarse. En la mayoría de las ocasiones las IP (identificadores del ordenador desde el que se envían los mensajes) se geolocalizan en países extranjeros donde es casi imposible hacer un rastreo.

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