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Victoria Martínez: Piti, golfista, viajera y amante de Bolonia

Quienes conocen a Piti, dicen que es pura energía, y que se mueve por lo que siente. Eso lo ha reflejado en su vida y en las decisiones ha tomado

Arriba, foto actual de Piti Martínez

Goretti Domecq

«Tengo la obsesión de crecer, evolucionar, en definitiva, ser eso que dicen: tu mejor versión, porque creo, que todos somos canales en la vida a través de los que tenemos algo que transmitir al mundo, así que cuanto más nos desarrollemos más plenos nos sentimos, y más aportamos a la vida de los otros. Eso es lo que realmente me gusta, ¡aportar valor al mundo!» Victoria Martínez Bernal, más conocida como Piti, así es ella, así vive la vida y su profesión. Licenciada en Psicología, pero dedicada profesionalmente al Golf.

Piti nació en El Puerto, donde sus padres gaditanos de nacimiento, habían decidido instalarse. Desde entonces, es su base entre tantos viajes y torneos. Con apenas cuatro años en Vistahermosa Club de Golf, empezó a dar clases de golf. Toda su familia lo practicaba, y al principio ella lo veía como un juego, aunque siempre destacó entre sus compañeros junto a la también profesional Belén Mozo.

Quienes conocen a Piti, dicen que es pura energía, y que se mueve por lo que siente. Eso lo ha reflejado en su vida y en las decisiones que ha ido tomando. Su infancia y juventud estuvo marcada por una dedicación plena al golf, aunque como ella dice, no se daba cuenta de que estaba renunciando a lo que hacían los niños de su edad porque disfrutaba con lo que hacía. Ahí no existía esa obsesión que tiene ahora por dar lo mejor, simplemente era un juego de niños, con los que entonces eran sus amigos, los que veía en los torneos. Le pregunto: ¿Y en vacaciones escolares que hacías? ¿No hacías planes porque siempre estabas entrenando o no tenías vaciones porque era temporada de torneos? Me dice, que el tiempo libre que tenía lo intentaba pasar con su familia que dentro de su carácter independiente es lo que más le hace disfrutar. Solían salir por la bahía en el barco de su abuelo junto a sus primos y tíos, o hacer excursiones por la provincia en búsqueda de naturaleza y libertad. Por su forma de ser, lo que más le gustaba ir a las espectaculares playas que hay por toda la costa gaditana y hacerlo con sus primas. «A pesar de haber viajado por sitios increíbles, Bolonia no lo cambio por ninguno de ellos, es única». Siempre que va necesita subir la duna, para poder disfrutar de las vistas, «es algo difícil de igualar y que le da una paz increíble a cualquiera».

Foto cuando, siendo niña, entrenaba.

Superación

No siempre la carrera de la deportista tuvo el mismo camino. En plena adolescencia cuando la presión por una mayor responsabilidad en el colegio y la falta de tiempo, a la que se sumó la perdida de su padre, un prestigioso abogado de Cádiz, afectó a que se generasen dudas, de si eso era lo que ella quería hacer, por los esfuerzos que implicaba y el momento de bajón en el que se encontraba. Pasado ese verano, la joven empezaba primero de bachillerato donde se fue hacerlo a Madrid, en un centro de alto rendimiento para deportistas. Tras ese año y que no pasaba su mejor estado anímico, lo dejo todo, y empezó a tener la misma vida que una persona de su edad. Terminó el colegio y se licenció en Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas. Durante la etapa de la carrera, nunca dejo el deporte abandonado, ya que formó parte del recién creado equipo de fútbol femenino. Otra vez el deporte le dio grandes amigas y momentos muy divertidos, aunque esta vez con menos sacrificios. Cuando se licenció, se fue a Inglaterra, y después de múltiples empleos, el destino le llevo trabajar en un campo de golf, donde volvió a practicar algo que tan importante había sido en su vida. Sentía mucha tranquilidad haciéndolo. Gracias a eso, se replanteó todo, y dijo «quiero volver y quiero ganar la tarjeta para jugar en el Tour Europeo. Ahora lo pienso, y fue más un acto impulsado por el corazón más que por la razón. Sí lo hubiese pensado, no lo habría hecho porque lo hubiese visto imposible ya que conocía bien las dificultades de este deporte. Al final lo conseguí, con muchísimo esfuerzo, constancia, creer en mi sueño y dedicarle muchas horas de entrenamiento, a veces más de la cuenta».

Martínez Bernal, es una persona que sale lo justo, porque no quiere perder la concentración de su rutina. Son pocas veces las que puede parar por su casa, y cuando lo hace le encanta hacer rutas por la naturaleza gaditana o ir a sus playas preferidas, como son Zahara, Bolonia, Conil o el Palmar del que dice que es un lugar especial, en el que se mezcla gente de muchos sitios y eso permite disfrutar de buenas conversaciones con gente muy abierta. Otro de sus sitios favoritos es Plato Al Centro en el Centro Comercial de Vistahermosa, «no me gusta comer fuera de casa porque me gusta controlar como se hace lo que como, pero ahí me encanta ir, por su calidad y variedad».

No todo es el golf, a Piti le encanta reflexionar, aprender, meditar y compartir sus experiencias de cómo ha ido superando baches para estar donde está. Por ello, cuando le preguntamos por sus proyectos a futuro, nos cuenta que está trabajando en un libro. En él, se unirán sus grandes aprendizajes tanto del golf como de la psicología, que en cierto modo podrían ir de la mano. «Todavía va cambiando mucho pero básicamente tratará de la transformación de una persona y los aprendizajes para afrontar y vivir la vida que el deporte te enseña». Además, acaba de crear una marca, Mushoflow, a la que define con un propósito, aportar valor al mundo y consciencia. «Representa los altos y bajos de la vida. Como eso va haciendo que la persona se vaya transformando y cambiando...»

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