PROVINCIA

El viaje de la desesperación no acaba

El buen tiempo y la acción de las mafias disparan las cifras de inmigrantes que llegan hacinados a las costas de Cádiz

Un ciudadano magrebí, a su llegada a Tarifa. EFE

MARÍA ALMAGRO

La realidad esta semana se ha vuelto a enumerar. La llegada masiva de pateras a las costas de Cádiz ha puesto cifra de nuevo al drama interminable de la inmigración ilegal. El buen tiempo, la presión política de los países de origen, el enriquecimiento de mafias sin escrúpulos, la desesperación... empujan a decenas de inmigrantes cada mes hacia la otra orilla. Se lanzan al Estrecho. En barcas de juguete, en pateras con motor, con remos, salvavidas, o sin ellos, dependiendo del riesgo que estén dispuestos a asumir o puedan pagar.

Y esta ha sido una de esas semanas que colorean de rojo las cifras de una tragedia que se ha hecho cotidiana. Más de doscientas personas han intentado llegar a su nueva oportunidad siendo interceptados o rescatados en alta mar. En lo que va de mes de junio han sido ya cerca de 400 los rescates efectuados por Salvamento Marítimo en toda la zona del Estrecho. En mayo y abril fueron la mitad, unos 200, mientras que en marzo se llegó al centenar.

Además, el mes de enero estuvo marcado por los fallecimientos, ya que a las 91 personas rescatadas hubo desgraciadamente que sumar la recuperación de siete cadáveres, entre ellos el del pequeño Samuel, que apareció en la orilla de la playa y cuyos restos mortales fueron enterrados en el cementerio de Barbate.

Según los profesionales que batallan la inmigración ilegal no hay un único motivo que explique estos repuntes. Suele ser algo cíclico que responde a varias circunstancias. Una de ellas, el tiempo. El cambio del clima por ejemplo está teniendo bastante que ver. La primavera es cada vez más prematura, al igual que el verano, por lo que se amplían los días que son más propicios para cruzar el Estrecho. Además, la visibilidad entre tierras fronterizas, tan cercanas, hace que cientos de subsaharianos y marroquíes decidan probar.

También tras estas fluctuaciones está la propia política de los países de origen. Las presiones que ejercen sus gobiernos sobre sus propios ciudadanos, o todo lo contrario, la puerta abierta y la cabeza vuelta hacia otro lado. Esta es una ley no escrita que lleva años tratándose en foros diplomáticos y a la que todavía no se le ha puesto solución a pesar de los eternos reclamos de las organizaciones de ayuda a la migración.

Y, por supuesto, las mafias. Bandas completamente organizadas que se dedican a traficar con la desesperanza. La lucha de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado españolas contra estas redes es constante. El problema es que a menudo se encuentran con otras circunstancias que complican las investigaciones y, sobre todo, con la difícil o inexistente colaboración del gobierno marroquí que, por ejemplo, impide algo tan básico para una operación policial como el acceso a datos bancarios o la intervención de teléfonos.

Magrebíes y subsaharianos son los inmigrantes que llegan a las costas de Cádiz. Pero, como aseguran en Salvamento Marítimo, su forma de intentarlo es bien distinta. Mientras que el subsahariano trata de llegar directamente a Tarifa y la mayoría de las veces a remo o en barcas apenas sin potencia, el magrebí bordea hacia la zona sur del cabo Espartel (Barbate) ayudados por embarcaciones de madera más grandes y con motor.

Expulsados o no

El motivo de esta diferencia es claro. El subsahariano no es expulsado de España de manera inmediata. Es internado en centros de acogida y tras un período sale a la calle. El magrebí sí es devuelto a Marruecos en un plazo máximo de 72 horas. «Ha habido ocasiones en las que aunque se les veía muy mal no querían ni subir a las embarcaciones», cuenta José Maraver, coordinador en Salvamento Marítimo. Tras muchos años de experiencia estos días sí ha notado ese repunte.

Aún así, se encuentran preparados con cincos patrulleras en el Estrecho, una guardamar (incorporada hace poco) y el helicóptero que es vital en la búsqueda y aproximación sobre todo en días de temporal adverso.

Maraver también se refiere a la peligrosidad de que las mafias manejen a su antojo los arriesgados viajes de pateras.

Normalmente estas organizaciones criminales mercadean con ciudadanos marroquíes. Con ellos, por cercanía, puedes establecer más fácilmente el contacto que con ciudadanos que llegan desde Malí, Congo, Senegal… Pero además saben que están dispuestos a pagar y a arriesgar más porque si son interceptados se acabará el viaje. Así se explica también que los subsaharianos llamen desde las propias barcas a los servicios de Salvamento o a enlaces de ONG en España en cuanto se ven en problemas.

Algunas operaciones policiales han demostrado que estas redes suelen organizarse en aparatos distintos cuyas funciones están muy diferenciadas por lo que captar enlaces o nexos comunes es una dura y laboriosa tarea. Por ello, disponer de más medios, tanto técnicos como personales, y de una mayor colaboración judicial, es esencial en estas complejas y largas investigaciones.

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