Tribunales

«¡Ten el valor de levantar la cabeza y cuando lleguemos a casa te vas a enterar!»

La Audiencia de Cádiz condena a un joven a ocho años de prisión por vejar, violar y maltratar a su pareja que era menor de edad

Imagen de una manifestación contra la violencia de género.

M. Almagro

La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz ha condenado a un joven a más de ocho años de prisión por los delitos de maltrato habitual en el ámbito familiar, violación, amenazas y coacciones leves.

Según dicta la sentencia, facilitada por el TSJA, el procesado, de 23 años y nacionalidad marroquí, mantuvo una relación sentimental con una menor de 17 años desde 2017 a 2018 durante la que, como indica el fallo, «la sometió a continuo trato agresivo, vejatorio y degrandante ». Ello era consecuencia, como ha concluido el tribunal, del carácter «controlador, posesivo y violento» del acusado quien, con ánimo de atentar contra la integridad moral de su pareja, se dirigía a ella de manera constante como ‘puta’, le decía que ‘no valía para nada’ y que ‘solo iba a valer para tener lo casa recogida y limpia para cuando él llegase de trabajar».

Además, le controlaba ła vestimenta que llevaba y prohibía que se pusiera ropa con la que se le vieran los brazos, las piernas y/o la barriga. Incluso en la playa le llegaba a insultar si ella le «desobedecía».

El móvil, bajo control

Por otro lado, también le inspeccionaba eI móvil para ver con quién hablaba, molestándole todo tipo de contacto que tuviese, también con sus amigas y familia «generando continuas represalias por parte del acusado quien constantemente con ánimo de atentar contra su integridad física, le propinaba bofetadas en la cara o tortazos en la boca para que se callara, llegando en una ocasión a empujarla y hacer que su pareja impactase contra la chimenea de su casa y cayera al suelo donde le dio patadas en el costado».

Además, y con el mismo propósito de vejarla según la sentencia, cuando estaban fuera de casa y ella hacía o decía algo que no era del agrado del acusado, éste, le miraba de manera desafiante y con ánimo de amedrentar la le decía: «¡ten el valor de levantar la cabeza que cuando lleguemos a casa te vas a enterar de quién soy yo!».

Tal era el nivel de control ejercido por el acusado sobre su pareja que en distintas ocasiones, con ánimo de evitar cualquier movimiento de ella, la encerraba en su domicilio habitual en Algeciras sin dejarle posibilidad alguna de escapatoria. En distintas ocasiones, el acusado durante el transcurso de una discusión, para aumentar el sentimiento de culpabilidad de la víctima, se autolesionó y realizó cortes en distintas partes del cuerpo a la vez que le decía «todo esto es por culpa tuya».

Y en este contexto de violencia y terror , y en al menos dos ocasiones al final de la relación, la obligó a mantener relaciones pese a la «oposición inequívoca» de su pareja a quien en una ocasión la agarró y tapó la boca, intentando volver a ponerse la ropa de la que había sido despojada, así el acusado, lejos de atender a sus súplicas, volvió a bajarle los pantalones, y la penetró sin que con posterioridad mostrase el más mínimo arrepentimiento ni buscase el perdón de su pareja la cual, en múltiples ocasiones accedió a mantener relaciones «para evitar que la agrediese físicamente».

Ella quiso dejar la relación pero aún así el la obligó a tener relaciones en varias ocasiones

Como consecuencia de lo anterior, la menor decidió acabar con la relación en el verano de 2018, sin embargo en mayo de 2019 siendo las cuatro menos cuarto de la tarde cuando la chica se encontraba con su nueva relación en un parque, de repente apareció el procesado junto a su hermano y cuñada, además de otras personas más y «todos en actitud agresiva portando alguno de ellos cuchillos de cocina , se dirigieron hacia ella y los acorralaron para seguidamente llevarse el acusado junto al resto de varones a su pareja a quien agredieron con arma blanca. Seguidamente se dirigieron a la chica y le exigieron que les diera dinero. Dado que ella se negó, le arrebataron el bolso de un tirón y le quitaron el móvil que portaba en la mano.

No quedó ahí sino que la empujaron, tiraron al suelo y le empezaron a dar multitud de patadas ante la atenta mirada de su exnovio que a pocos metros jaleaba y alentaba a la agresora diciéndoles ‘ dale, dale fuerte, dale más, hasta que no salga sangre no pares», o, «hasta que tu novio no aparezca medio muerto no vamos a parar». Un viandante les llamó les sorprendió y entonces huyeron todos del lugar. La chica quedó malherida con mechones del pelo arrancados y esguince cervical además de diversas contusiones.

Igualmente, como consecuencia de la dominación y control ejercido por el acusado sobre su pareja y de la violencia a la que la sometió durante su relación, la joven padece de alteraciones de sueño, ansiedad, hipersensib ilidad y psicorreactividad. En el momento de los hechos el procesado era consumidor habitual de sustancias tóxicas y estupefacientes.

Cuando se iba a celebrar la vista oral los encartados, tanto el presunto maltratador como las personas que le acompañaron en la posterior agresión, reconocieron los hechos a fin de llegar a un acuerdo con la acusación. Finalmente el joven ha sido condenado a un año y nueve meses de prisión con atenuante de drogadicción por el delito de maltrato en el ámbito familiar, seis años de cárcel por violación con los agravantes de género y parentesco, nueve meses más por las coacciones y amenazas. El resto de agresores fueron también condenados por robo con violencia y lesiones. Al llegar a un acuerdo de conformidad, la sentencia es firme.

TELÉFONO DE ATENCIÓN A VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO: 016

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