UNIVERSIDAD

La última tropa de Selectividad

Este martes arranca el primer examen de la última prueba de Selectividad de la historia con 5.965 estudiantes convocados en Cádiz

MIREN LANDETA

Regresan los nervios, el nudo en el estómago y la congoja por no alcanzar la nota necesaria. Lo que no volverá será la Selectividad. Tras 40 años, llega el momento de despedirse de la prueba que ha definido qué alumnos accederán a la universidad y qué podrán estudiar. La última Selectividad de la historia arranca mañana porque la Lomce fija, desde el curso próximo, una nueva evaluación final para esta etapa de Bachillerato.

El epílogo de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) se vive por los estudiantes gaditanos con la incertidumbre añadida de no saber que ocurrirá el año próximo. «Creo que es un error que cambien el sistema educativo, ya que nuestras futuras generaciones tendrán que afrontar nuevos caminos; incluso nos puede afectar a nosotros ya que si el año que viene alguien quiere repetir las pruebas de acceso o tiene pensado subir nota, no podrá hacerlo del mismo modo y quizás hasta le perjudique y le ponga más difícil el posible acceso hacia lo que será su futuro», expone Blanca Jiménez. Esta joven alumna del colegio gaditano San José-Esclavas reconoce que dedica media de unas diez u once horas diarias a estudiar. Su objetivo es realizar un doble grado que combina Psicología y Criminología.

La nueva reválida

El relevo de la Selectividad comenzará a aplicarse a partir del próximo curso 2016-17 y afectará a los cerca de 400.000 alumnos de segundo de Bachillerato en toda España. La prueba tendrá un formato similar a la actual ya que, finalmente, el Gobierno ha descartado imponer un examen basado en 350 preguntas tipo test tal y como estaba previsto en un primer borrador.

Esta propuesta, abanderada por el ministro Wert, había sido muy criticada por toda la comunidad educativa que argumentaba que con ese sistema era imposible realizar una evaluación correcta de todas las competencias que el alumno debe poseer y, además, supondría más estrés para los jóvenes (que no estarían habituados a este tipo de examen).

¿Qué cambia entonces? La nueva reválida nace con un carácter académico, es decir, que será obligatorio superarla para obtener el título de Bachillerato. Ahora no es indispensable.

Desde la reforma de 2010, la PAU se divide en dos partes. La primera –denominada fase general–, es obligatoria y consta de cuatro exámenes: Comentario de texto de Lengua castellana y Literatura; Lengua extranjera; Historia o Filosofía y una materia de la modalidad de segundo de Bachillerato elegida por el alumno.

El aprobado se obtiene de la media ponderada entre las calificaciones de Bachillerato (que tienen un peso del 60%) y la calificación de la fase general, siempre que se haya obtenido una nota mínima de cuatro para hacer media. La nota del examen de la fase general supone el 40% y la validez de la calificación que el alumno obtenga es «indefinida». La segunda parte del PAU, denominada específica, es voluntaria y sirve para subir hasta cuatro puntos la nota.

María Paz Villanueva es una joven que reconoce que «no suele ponerse muy nerviosa en los exámenes». Tiene un expediente académico ejemplar y sus profesores la reconocen como mujer trabajadora y constante pero, la carrera que quiere estudiar no le permitirá aflojar su grado de exigencia.

María Paz estudiará Biotecnología, un grado que se imparte en la Universidad de Cádiz y que el pasado año tuvo una nota de corte de 11,471. Su compañera de instituto, Carmen Gallardo, también se decanta por las Ciencias. «Quiero hacer Física», apunta, un grado que puso el listón de corte en 9.324 en Sevilla. Mujeres que pese a su juventud ya brillan con luz propia y no es casual; los estudios revelan que las féminas obtienen mejores notas y rinden más en las aulas.

Con la reforma se mantienen los porcentajes y la nota máxima que el aluno puede alcanzar (14 puntos) pero es indispensable aprobar la reválida para obtener el título Bachiller . Otra de las diferencias reside en las preguntas que pueden entrar; al examinar todo el Bachillerato, en la reválida pueden caer cuestiones tanto de primero como de segundo.

Las competencias sobre los contenidos serán estatales pues dependerán del Ministerio de Educación y serán las comunidades autónomas las que se encargarán de definir las preguntas, seleccionar el día del examen y establecer los tribunales. En cuanto al número de exámenes, se incrementará. Los jóvenes deberán afrontar ocho pruebas, (cinco troncales, dos de la opción que se haya cursado y una específica). Posiblemente será necesario prolongar hasta cuatro o cindo días la prueba de reválida.

Isabel Lerma, jefa de estudios del instituto Columela recuerda que el próximo año la reválida se instaurará como prueba piloto ya que no condicionará la obtención del título pero –si se mantienen los términos sobre los que está trabajando la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE)– dará la nota media para acceder a la universidad. En 2018 sí que habrá que aprobarla necesariamente.

Chicos del PREU

El porcentaje de aprobados en Selectividad, actualmente, es muy alto pues supera el 90%. «En el Columela todos los alumnos de Selectividad del regímen ordinario lograron aprobar en el curso pasado», recuerda Francisco Vaca . El centro ha recibido numerosos galardones por la calidad de su enseñanza y es un referente en la educación andaluza desde su creación hace ya más de 150 años.

La catedrática de Ciencias Naturales María de la Paz Martín ha acompañado a sus alumnos a la prueba de Selectividad en infinidad de ocasiones, sin embargo, esta docente de dilatada experiencia no puede afirmar ha pasado por ese trance... aunque si pasó por unas exignetes pruebas selectivas y de madurez. Actualmente, la criba de alumnos se realiza mediante la nota de corte que relaciona el número de plazas que la universidad tiene y del número de estudiantes que solicitan matricularse en una carrera determinada. No siempre fue así.

Martín se enfrentó en los años sesenta al PREU, un curso preuniversitario que preparaba para el acceso a la Universidad. Reconoce con franqueza que cuando afrontó el examen oral de lengua francesa un profesor la reprendió por el uso inapropiado de un vocablo. «Eran muy estrictos y severos con la dicción», rememora y prosigue explicando que antaño un alumno que quería entrar en la Universidad pasaba necesariamente varios filtros: la prueba de ingreso, la reválida de cuarto, la de sexto y la prueba de madurez. La Selectividad no era necesaria porque solo una élite, la crème de la crème, se decantaba por los estudios universitarios.

No son pocos los padres que acompañando a sus hijos en estos «días de angustia e insomnio» recuerdan como eran los exámenes que ellos tuvieron que afrontar y muchos coinciden en que antaño las asignaturas eran más memorísticas. «Ataúlfo, Sigérico, Walia, Teodorico I ... aún soy capaz de recitar la lista de los Reyes Godos y de enumerar los ríos de España. Puede que parezca anecdótico pero creo que antes el saber era más enciclopédico y general y permitía tener una visión amplia del mundo.

Por mucho que digan que ahora se enseña a pensar al alumno y que ya no hace falta memorizar tantos datos, creo que se da la paradoja de que en una sociedad globalizada y conectada todo es más fragmentado y parcial. Los jóvenes puedan obtener las respuestas más rápido porque el acceso a las fuentes de información es más sencillo, pero no fijan ni memorizan ese conocimiento», reflexiona Marisa Uceda una maestra de música que tiene un nieto que se prepara para Selectividad.

Francisco Vaca, exdirector del instituto gaditano Columela , confirma desde su experiencia de casi cuarenta años como ligado a la enseñanza que los exámenes antes eran más exigentes y repasa algunos de los cambios más relevantes que se han realizado en Educación entre los que cita el Examen de Estado que se inició en los años cuarenta, la reforma que se realizó siendo Ministro José Luis Villar Palasí, el PREU y la Prueba de Madurez, COU y, ya a partir de 1990, la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE).

El docente gaditano apunta que en estos años de reformas y cambios legislativos el gran perjudicado ha sido el alumno: «He notado una bajada en la formación, en los valores, en la capacidad expresiva y en la creatividad de los jóvenes. Aunque el formador debe facilitar el aprendizaje, ahora se les da todo demasiado masticado», argumenta.

Estos días son ajetreados para los estudiantes pero las academias también registran una actividad frenética como ocurre en el Centro de Estudios Epsilon donde trabaja María Luisa Ibáñez. , una docente que incide en que los contenidos se tratan de manera más superficial que hace algunos años. «Ha variado la forma de preguntar y los contenidos pero si diésemos un examen de Selectividad de hace 10 años a un alumno actual posiblemente tendría dificultades para resolverlo correctamente», explica.

Aunque la prueba mute, lo que permanecerá invariable serán los nervios. «Se enfrentan a un prueba nueva pero lo que les van a preguntar es lo mismo que han estudiado durante el curso. Lo más importante es que lean los exámenes con tranquilidad y repasen muy bien las respuestas», recomienda la profesora María Luisa Ibáñez que lleva años impartiendo clases de inglés, lengua y técnicas de estudio.

Los abonados a las segundas oportunidades afirmarán que «siempre queda septiembre» pero no hay que olvidar que si Ley Orgánica para la Mejora Educativa (Lomce) sigue en pie después de las elecciones del 26 de junio, en 2017 la PAU ya no existirá.

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