OPINIÓN - EL APUNTE

La transparencia brilla por su ausencia

Las paredes de cristal en el Ayuntamiento de las que tanto presumió el alcalde de Cádiz se han vuelto absolutamente opacas

LA VOZ

El alcalde de Cádiz no se cansó de repetir durante la campaña electoral de las últimas elecciones municipales una serie de máximas que, con el tiempo, se le están volviendo en contra. Habló José María González hasta la saciedad de remunicipalizar empresas y hasta la fecha, ni tan siquiera se ha planteado tal posibilidad en ninguna de ellas. Proclamó a los cuatro vientos que iba a acabar con los desahucios en la ciudad y, seis meses después, no ha podido evitar los dos únicos que se han ordenado desde instancias judiciales. Abanderó la lucha contra el hambre infantil como si en la capital gaditana hubiese una especie de epidemia de hambruna que tan solo existía en su imaginario político.

Otra de sus expresiones más repetidas fue la de convertir los muros del Ayuntamiento en paredes de cristal gracias a las cuales los ciudadanos tuvieran conocimiento de todos y cada uno de los pasos que allí se fueran dando.Llegó a proponer incluso que, a la hora de negociar con el PSOE su investidura, se hiciera en una asamblea a la que todo el que quisiera tuviese libre acceso. Los socialistas se negaron y finalmente lo hicieron en un despacho con las puertas cerradas a cal y canto. De aquella negociación ‘opaca’ salió el acuerdo entre Podemos y PSOE para arrebatar el bastón de mando a Teófila Martínez. Tanto unos como otros afirmaron que no había ningún tipo de contraprestración por ninguna de las partes. Ahora, seis meses después y gracias a un ‘lapsus’ del secretario de Organización del PSOE–A, Juan Cornejo, se ha sabido que sí se firmaron una serie de condiciones, aunque ni Fran González ni Kichi tienen intención de desvelarlas. Lo que sí resulta evidente es que la transparencia y esas paredes de cristal de las que tanto presumió el alcalde para alcanzar su objetivo dejaron de serlo en el momento en que tomó conciencia de que realmente podía llegar al poder. Ahí sus principios «irrenunciables» se desvanecieron.

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