Reportaje
«¿Tomar las decisiones todos juntos? ¡Entonces nunca haríamos nada!»
Los Pérez Pineda tienen cinco hijos; confiesan que hacen «malabarismos» en su día a día y echan de menos la ayuda de las administraciones
![La familia Pérez Pineda, al completo, en su casa.](https://s1.abcstatics.com/media/provincia/2017/04/03/v/familia2-kuS--620x349@abc.jpg)
Cuando no se sabe, se dicen muchas tonterías. Por ejemplo, preguntar a Fernando Pérez, padre de cinco hijos , si en su casa se toman las decisiones por asamblea, como se ve en las películas. «Pero, ¿qué dices? ¡Entonces nunca haríamos nada!» dice con el humor del que se ha tenido que enfrentar a la pregunta cien veces. «Imagínate la que se liaría nada más que para empezar a hablar», le complementa Isabel Pineda, su mujer .
El día a día de una familia de siete miembros no es fácil, pero los Pérez Pineda no se quejan. «Cuando la gente sabe que tenemos cinco hijos nos miran con una mezcla de admiración y horror –afirma Fernnado–, pero cuando me dicen que sólo tienen uno, y que no pueden con él, les digo de con guasa que no son quintillizos, que no es tan difícil». Menos gracia le hace cuando tienen que escuchar las supuestas facilidades que tienen estas familias. «La ayuda brilla por su ausencia, sólo tenemos bonificaciones para el transporte público», se queja, «aún así, tener que ir en tren los siete es un dineral», se pone seria Isabel, a la que distrae el más pequeño, de dos años, que le reclama con protestas la tablet.
Sus hijos tienen 13, 12, 9, 7 y 2 años. De nuevo, dos tonos cuando hablan de su situación. Uno el que se refiere a su día a día familiar y otro para referirse a las trabas de la administración. «Tenemos la surrealista situación de que nos han aceptado en el aula matinal a la niña de siete años y no a las de doce y nueve. ¿Se puede conciliar así? ¿Dejo una niña en el colegio y una hora más tarde llevo a las otras dos. Tenemos puesto un recurso con la Junta de Andalucía pero, ¿de qué nos sirve que nos den la razón en julio?», se queja Isabel.
Y de nuevo, cambio de tono. «En el día a día intentamos que echen una mano y, bueno, pues como en todas las casas... Pero es verdad que cuando ven que estamos desbordados nos ayudan. Al final van cogiendo pequeñas rutinas, como poner la mesa», pormenorizan. También aprenden a compartir «quieran o no, porque desde siempre juguete que ha entrado en casa ha sido de todos», recalca Fernando. «Cuando me dicen los amigos que se ‘desloman’ por jugar en el suelo con su hijo yo les digo que, con cinco, lo bueno es que juegan y se divierten entre ellos», relata divertido antes de cambiar el tono. «El problema llega cuando tenemos que desplazarnos; las familias numerosas no tenemos ayudas suficientes para cambiar de vehículos: necesitamos coches grandes para que quepan las sillitas y más facilidades para aparcar». Mientras lo dice, al fondo, suenan voces de niños. Se empieza a preparar la cena.
«¿Que cuándo es la última vez que descansé? Pues si te refieres a dormir más de nueve horas seguidas... ni me acuerdo», hace memoria Fernando. «¿Tiempo para nosotros? Nos vamos organizando», le resta importancia. «Esto no es como en las películas, tener una familia numerosa no significa que todo sea maravilloso, por supuesto que hay problemas; eso sí, tenemos un sentimiento de ‘nosotros’ muy fuerte y una gran recompensa emocional», resume, mientras Fernando atiende la cena de los pequeños, Isabel.