PROVINCIA

El tabaco más dañino de Cádiz

Aunque hay datos que apuntan a un leve descenso en el contrabando de cigarrillos, la provincia gaditana sigue siendo la más perjudicada como gran puerta de entrada

Un agente descarga decenas de cajetillas ilegales que estaban escondidas en el techo de un coche. N. RICO

M. ALMAGRO

Despojado de la carga peyorativa de otro tipo de contrabandos como el de droga, amparado por cierta permisividad social, no se puede negar que el tráfico de tabaco ilegal se ha convertido en la provincia de Cádiz en una realidad histórica. Desde hace años, aumenta o disminuye según la tabla estadística que se consulte, y también dependiendo de quien la traslade. Pero, sólo con salir a la calle el dato lo puedes tener ante tus ojos. El cigarrillo ilegal (sea de cajetilla o ahora también de picadura) se ve, se puede comprar y, además, no resulta difícil hacerlo.

Otro de los datos que refleja esta ‘normalidad’ es la multitud de operaciones policiales que se realizan para combatirlo. Titulares que hablan casi semanalmente de cajetillas incautadas, personas detenidas, embarcaciones con dobles fondos, maleteros cargados… un negocio tan rentable que mueve a su alrededor a cientos de personas: desde el tradicional matutero que se busca la vida como puede o sabe, a las mafias perfectamente organizadas que operan bajo el control de toda una industria delictiva.

N. RICO

Del matutero a las collas y mafias organizadas

Cuenta un experto policía que ha combatido muchos años contra éste y otros oscuros negocios que en verano baja el tráfico de tabaco en el Estrecho. Un dato que de primeras puede sorprender en una provincia principalmente turística y, por tanto, con una previsible mayor clientela cuando comienza el tiempo de playa. Hasta que se rasca un poco. Y es que algunas collas (como se llama a los pelotones de contrabandistas) aparcan de julio a septiembre el tabaco para dedicarse al hachís. En realidad, es la ley de la oferta y la demanda de toda la vida. En verano hay que hacer el agosto y es obvio que se saca más dinero con la droga. «Está claro. En solo una noche pueden ganar mucho más desembarcando hachís que cajetillas», cuenta el agente. Y no sólo engorda su bolsillo el que la trae, sino también el que la recoge, la traslada y la guarda. Una vez pasa el verano, los que lo dejaron, vuelven al tabaco. Los cigarros son menos arriesgados porque, si te pillan, las penas son mucho más pequeñas.

Con cierta aceptación social, el contrabando de tabaco ha sido siempre una realidad en la frontera sur de Europa. Es cierto que la figura del matutero que se busca la vida yendo a Gibraltar a por pequeñas cantidades de tabaco para revenderlo en suelo español persiste. La necesidad apremia. Pero este buscavidas convive con otros ‘profesionales’ que se han sumado al negocio con toda un estructura detrás. Se organizan en collas y, como con el narcotráfico, cada uno asume un papel concreto. «Hay gente que agobiado por las deudas se les ofrece para cargar cajas, o esconder la mercancía».

Porteadores

También están los que esperan en la frontera para cargar sus coches y servir de porteadores hasta varios puntos del país. O los que recogen cajas en sus ciclomotores, las enganchan y salen corriendo. Precisamente de esta manera hace poco una moto atropelló a un agente en un control de la Policía Local de La Línea, que a diario luchan contra este tipo de contrabando haciendo importantes incautaciones. Al parecer, se disponían a llevar el tabaco a una guardería de La Colonia.

Pero es por mar por donde entran las grandes partidas de este tabaco ‘libre de impuestos’. Las playas linenses, sobre todo las del levante, son las más visitadas de madrugada por embarcaciones cargadas en dobles fondos forrados de cientos de cajetillas. «Esta playa la pueden estar trabajando ahora unas 16 collas», calcula el policía. Cuenta que en relación a años anteriores la cosa no ha cambiado mucho a pesar del descenso en el consumo o la irrupción del tráfico de hoja picada. Según explica, cada colla puede desembarcar cada noche una media de 55 cajas. Cada una de ellas, con 50 cartones y en cada cartón, 10 cajetillas... unas cifras que depende cómo y entre cuántos se la repartan puede resultar más o menos rentable.

Otro ‘punto negro’ es el vallado que separa la Roca de España. Tanto por poniente como por levante, por la que los contrabandistas saltan con cajas o medias cajas (más fáciles de enganchar). Luego huyen en ciclomotores, como norma general. Cada moto suele cargarse con dos cajas, rotas en medias. Según explica, una circunstancia que da muestra del elevado volumen que se maneja es que el tabaco ilegal ha bajado de precio ya que en algunos puntos las guarderías están demasiado llenas y hay excedente. De nuevo la ley de la oferta y la demanda.

También en este asunto de mafias, aquí se intenta trabajar con funcionarios públicos y se les ofrece una parte para que hagan la vista gorda.

Pero a pesar de todos estos entramados y obstáculos, la presión policial contra este contrabando no ceja. Este mismo jueves, la Guardia Civil detenía a dos hombres a los que intervenían 5.000 cajetillas de tabaco ilegal, valoradas en más de 20.000 euros. Los interceptaban en la autovía de Los Barrios. Habían cargado un BMW 530 hasta arriba y se disponían a empezar la distribución de esas cajas entre sus ‘clientes’, negocios dedicados a la venta ilícita de tabaco tanto en la sierra gaditana como en la provincia de Sevilla. Ambos atesoraban numerosos antecedentes por lo mismo.

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