PROVINCIA

La supervivencia no entiende de muros

La presión de la vigilancia en puestos fronterizos obliga a los inmigrantes que antes llegaban a la costa gaditana a tomar otras rutas, más largas y peligrosas

Unas inmigrantes, a su llegada a la costa de Tarifa. EFE (Carrasco Ragel)

M. ALMAGRO

En 2009, 7.285 personas arriesgaron su vida en el mar. No dudaron en atravesar los catorce kilómetros que separan España de África para intentar vivir un sueño, escapar de una realidad para enfrentarse a otra que creen muy diferente. En 2015, seis años después, los datos fueron otros bien distintos. De enero a mayo llegaron 88 pateras a la costa de Cádiz, en ellas viajaban 972 personas. Y este 2016, por el momento, 240 inmigrantes han sido rescatados.

Pero esto son cifras. Números que puedan dar una idea general de cómo está la situación, pero que ni siquiera los expertos dan como demasiado fiables ya que la supervivencia no entiende de muros y puede cambiar de un día para otro. Sin irnos más lejos ocurrió en 2014 cuando sin que estuviera siendo un año especialmente complicado, en agosto, la costa gaditana recibió una avalancha de embarcaciones llegadas de la otra orilla, unas 1.300 personas, y todos los servicios de auxilio se vieron desbordados.

Una de las asociaciones que trabaja para socorrer a los extranjeros que llegan en este tipo de embarcaciones es Cruz Roja. Ellos les dan la asistencia de emergencia en coordinación con Salvamento Marítimo, Guardia Civil y Policía Nacional. Su ayuda va desde la primera atención sanitaria en tierra, al reparto de alimentos, mantas y ropa seca;hasta una ayuda más completa en centros de acogida, talleres, asistencia jurídica... «Si es verdad que han bajado las llegadas pero eso no significa que no pueda haber un repunte», señalan con cautela. Lo que sí han detectado últimamente es que algunas de estas embarcaciones se dirigen directamente a las playas de Tarifa o a las zonas cercanas a Barbate.

Desde otros colectivos sí apuntan que la paulatina extensión del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) a lo largo de la costa andaluza y también el aumento de presión en algunos puntos de la orilla marroquí ha provocado que este tipo de tráfico de seres humanos haya buscado rutas más lejanas y peligrosas. Así ponen rumbo a otros lugares comoCanarias, Almería, Málaga, y más lejos, a otras zonas de Europa.

Billetes solo de ida

Además de la peligrosidad que ya tienen de por sí las fuertes corrientes y el variable viento que reina en el Estrecho, el otro gran riesgo, quizá el peor, son las mafias que se aprovechan de estos viajeros con billete sólo de ida. Lo habitual es que cada ocupante pague en torno a los mil euros por subirse a una de estas hinchables, aunque estos precios también oscilan mucho.

Otra circunstancia que se ha dado en los últimos años, según explican desde Salvamento Marítimo, es que la prolongación del buen tiempo ha hecho que las pateras lleguen más en goteo y no en una temporada en particular.

¿Y una vez aquí?Pues la mayoría no suele quedarse en la provincia. Simplemente es una zona de paso hacia Europa donde esperan reunirse con otros familiares y amigos que lograron un día cruzar la frontera y llegar a su destino. Los que lo consiguieron. La desesperación viaja siempre a bordo como un pasajero más. De ahí que en la mayoría de las ocasiones sean los mismos inmigrantes, perdidos, desorientados, aturdidos, agobiados, los que llamen al servicio de Salvamento Marítimo pidieron auxilio.

Una vez recibida la alerta se pone en marcha todo un protocolo de rescate que aglutina a varios equipos. El uso por parte de los inmigrantes de embarcaciones cada vez más pequeñas, de juguete –las llamadas ‘toys’–, también suma para que el trayecto sea si cabe más complicado. Y además, casi imperceptible para los sistemas de control. Encontrarlos a contrarreloj, en la oscuridad del mar de noche, y con fuerte oleaje o niebla, no es nada fácil.

«La inmigración ilegal jamás va a desaparecer», cuentan en otro de los colectivos de ayuda. «Es la inmigración de la agonía, huyen de situaciones extremas no porque les apetezca o vean que tienen un abanico de opciones. Europa cada vez les cierra más el paso y eso provoca que busquen cómo sea cualquier resquicio para pasar. Hablamos de supervivencia. Contra eso no ningún muro que se pueda levantar».

Al tocar tierra, lo que queda por venir ya no depende de ellos. Depende de quienes decidan dónde irán y dónde tendrán que pasar el resto de su vida. Si es que les dejan.

Usados por los narcos como portadores de hachís

En un cuarto de hora, un piloto sin demasiada experiencia es capaz de cruzar el Estrecho en moto de agua. Este transporte se ha convertido en los últimos años en el método exprés perfecto para el trafico ilegal de hachís. Pero también de inmigrantes. Los datos lo confirman. Durante el mes de agosto del pasado año, la Guardia Civil detuvo a quince pilotos de motos de agua por intentar colar con este vehículo a irregulares por la costa de Tarifa. Este tipo de tráfico se incrementa desde hace años durante el verano puesto que los narcos buscan camuflarse entre otras embarcaciones de recreo. Lo que sí ha alertado especialmente a la Benemérita es que se utilice al inmigrante para transportar hachís. Además de cargarlo en los laterales de la moto, a menudo también meten droga en el chaleco del extranjero. Si son detectados por alguna patrulla dan media vuelta e intentan escapar. Eso sí. Antes arrojan al agua a su pasajero que en la mayoría de los casos no sabe nadar y consiguen así distraer a los agentes que se ven en la decisión de proceder al debido auxilio o comenzar la persecución. «Además de sacarles el dinero, los usan como seguro. Saben que si los arrojan quizá tengan una oportunidad de huir».

«Inmigrante no sólo es el que llega en patera»

El Secretariado de Migraciones de la diócesis de Cádiz y Ceuta en colaboración con la asociación Cardijn y con la fundación Tierra de Todos desarrolla desde hace años un completo programa de atención a los inmigrantes que va desde el auxilio de su servicio jurídico, hasta lo más social, la búsqueda de empleo, la ayuda en la vivienda o el sistema de acogida y pisos de emergencia. Además, cada semana, acuden a los CIEde Tarifa y Algeciras para acompañar pastoralmente a los inmigrantes que están detenidos y realizar una labor social con ellos. Allí les dan clases de español, entre otras actividades. Pero a pesar de que acuden allí y viven en primera persona el drama de este estrecho paso de la desesperación, advierten que estos inmigrantes no son la única fotografía de esta tragedia de desigualdades. «No podemos olvidarnos de esa realidad de sufrimiento, pero esa agonía no llega sólo por mar y en esas condiciones, desgraciadamente hay muchos más que buscan nuestra ayuda y refugio y que llegan desde muchas otras partes del mundo», explica Gabriel Delgado. El pasado año atendieron a 1.633 personas en temas jurídicos, más de 3.000 en asuntos sociales, 328 inmigrantes se beneficiaron del programa de orientación laboral y 50 vivieron en sus pisos de acogida.

«Lo que no puede ocurrir es que ante tanta muerte y pobreza se permanezca impasible. No se puede estar tan cerca y no hacer nada».

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