Navantia Cádiz

Un submarino con sello gaditano

El 'cerebro' del nuevo sumergible de la Armada, que se pone a flote este jueves, se ha desarrollado en la Unidad de Sistemas de San Fernando

Navantia exporta las nuevas fragatas de la Armada española a Grecia

Salida del submarino de Navantia-Cartagena para las pruebas de mar LA VOZ

Javier Rodríguez

La puesta a flote este jueves del nuevo submarino desarrollado por Navantia para la Armada Española es un hito para la industria nacional. Diecisiete años después del arranque del proyecto, el primer sumergible de la serie S-80 pasará en Cartagena su prueba de fuego, ante la atenta mirada de la industria mundial.

Solo nueve países del globo -EE.UU, Francia, Reino Unido, Alemania, Suecia, Rusia, Japón, China y Corea del Sur- tienen actualmente la capacidad para diseñar y construir submarinos, un reducido grupo al que se sumará España de llegar el S-81 Isaac Peral a buen puerto.

Su puesta en el agua este jueves en los astilleros que tiene Navantia en el Arsenal de Cartagena , en un acto al que asistirán los reyes y sus hijas, será el principio de la última etapa del sumergible, que se prevé entregar en 2023 una vez se acabe de poner a punto y supondrá un respiro para la Armada, ya que cuenta ahora solo con uno operativo.

Idear y construir un submarino, dicen los expertos, es un proceso más parecido al de una nave espacial que al de un barco. Se diseña para permanecer largos periodos de tiempo bajo el mar, su ventaja táctica principal, con lo que tiene que ser lo más autosuficiente posible, y sus materiales están además sometidos a una alta presión.

En el caso de los S-80 (además del Isaac Peral Navantia realiza otros tres para la Armada), su construcción se tuvo que parar en seco en 2012, ocho años después de la puesta en marcha del proyecto.

Un problema con los pesos lo frenó y se decidió acudir a la US Navy y a General Dynamics, con cuya ayuda se replanteó de forma integral. En 2016, Defensa aprobó el nuevo diseño del submarino , de mayor eslora, hasta los 80,8 metros, y más autonomía de desplazamiento. El techo de gasto se fijó en 2018 en 3.907 millones de euros.

Salvados los escollos, los S-80 rediseñados, de 7,3 metros de diámetro, llevan dentro 60 kilómetros de cables y se pueden operar con 32 marinos , frente a las 65 personas que necesitaban sus predecedores, los de la clase S-70 construidos en los años 70 del siglo pasado en colaboración con Francia.

Cuentan con un sistema de combate integrado, un 'cerebro' que aúna todos los sensores y armas para responder ante una amenaza, son capaces de bajar a centenares de metros y lanzar misiles a tierra.

El diseño y construcción del programa de submarinos S-80 supone también 1,5 millones de horas de trabajo en Bahía de Cádiz a través de Navantia Sistemas .

Navantia Sistemas es líder en España en la integración y desarrollo de sistemas navales y cuenta con unas instalaciones de primer nivel para integración y pruebas en tierra de los sistemas del S-80 (o LBTS, en sus siglas en inglés). Tiene centros tanto en Cartagena como en Bahía de Cádiz y ambos trabajan en el programa, con un total de 1,8 millones de horas de trabajo.

En el programa S-80, Navantia Sistemas ha desarrollado el Sistema Integrado de Control de Plataforma , el Sistema Integrado de Comunicaciones y el Núcleo Integrado del Sistema de Combate, un sistema de mando y control que incluye la dirección de lanzamiento de torpedos y misiles e integra un conjunto sonar de Lockheed Martin. También ha desarrollado el Simulador Táctico (SIMTAC) para el sistema de combate y el Simulador de Plataforma (SIMPLA) y se ha creado un grupo de Ingeniería de apoyo a Integración y Pruebas del Sistema de Combate.

Buena parte de estos trabajos se han desarrollado en la Bahía de Cádiz. Se trata de 1,5 millones de horas de trabajo para la Bahía, medio centenar de empleos hasta el año 2025. Del total de horas, aproximadamente la mitad corresponden a la industria colaboradora.

Podrán permanecer bajo el agua quince días, una autonomía estratégica que permite su sistema de propulsión independiente de la atmósfera (AIP). Con él, obtienen agua y electricidad a cualquier profundidad gracias a un sistema de pila combustible donde el hidrógeno (H2) y el oxígeno (O2) se combinan para producirlos.

La naviera pública española aspira a conseguir lo mismo que con sus fragatas F-100, en las que un contrato inicial del Ministerio de Defensa de unos 2.400 millones generó contratos adicionales por otros 2.000 millones con países como Noruega o Australia.

Navantia calcula en unos 250 millones de euros el impacto anual de este proyecto en el PIB español y asegura que por cada euro directo de PIB se generan, de forma adicional, 1,4 euros en la economía española.

Más de cien empresas de once comunidades autónomas han participado en el desarrollo de estos nuevos submarinos, que sostienen, solo en la región de Murcia, 2.000 empleos anuales directos (7.000 contando los indirectos).

Se calcula que en 2026 los cuatro encargados a Navantia (el S-81 Isaac Peral, el S-82 Narciso Monturiol, el S-83 Cosme García y el S-84 Mateo García de los Reyes) estarán operativos, lo que permitirá a España recuperar el campo perdido en este arma estratégica.

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