Subida precios
El verano más caro
El incremento en las materias primas y la presión fiscal, unido a la crisis derivada de la pandemia, hace que se disparen los precios y el gasto en los hogares
Probablemente ya lo haya notado en el incremento de sus facturas y el descenso de su cuenta corriente. Si tiene la percepción de que ahora todo es más caro, está en lo cierto. La electricidad, el gas, el combustible, incluso la cesta de la ... compra o tomarse algo en un bar, es más caro que antes.
«Nos preocupa enormemente la subida de los servicios fundamentales», admite David Cifredo, presidente de la organización de consumidores Facua en Cádiz . Y es que el incremento es notable.
El pasado 21 de julio, el precio medio que registró el megavatio hora (MWh) marcó un máximo histórico, con periodos punta en los que pasó de los 110 euros. El mes de julio el precio de la luz fue más de 150% superior al mismo periodo del año pasado y se prevé que siga subiendo. Tal es la diferencia que el precio de la hora más cara de luz de hace un año fue inferior a la hora más barata de hoy en día.
Según Facua, teniendo en cuenta las tarifas de los 21 primeros días del mes de julio, el usuario medio paga 22,20 euros más que en julio de 2020 , cuando la factura se situó en 62,67 euros, llegando ahora a los 84,87 euros. Así, el de julio será el tercer recibo de la luz más caro a nivel histórico para el usuario medio, por detrás de los 88,66 euros del primer trimestre de 2012 y los 87,81 euros de enero de 2017. De este modo, si poner la lavadora en hora valle (la más barata) hace un año costaba 7 céntimos, ahora cuesta 23; encender el horno costaba 8 céntimos y ahora 26; planchar, 4 céntimos en julio de 2020 frente a los 14 actuales o el aire acondicionado 5 céntimos hace un año y 17 ahora.
Por otro lado, la bombona de butano se paga a 15,37 euros , acumulando un aumento de tres euros desde julio del año pasado, cuando el precio de la bombona era de 12,71 euros. Como señala la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), esta subida del 4,99% del precio de la bombona (el máximo permitido en cada revisión) marca un nuevo máximo, el más alto en los últimos seis años. «Una circunstancia que rompe con la tradicional bajada del butano que se producía en los meses de verano y que amenaza con volver a repetirse en la próxima revisión bimestral de precios de septiembre», pronostica.
A esta subida se une la del Gas Natural, otra alternativa energética en muchos hogares. Aunque en verano desciende su uso, el precio del Gas Natural acumula una nueva subida que entró en vigor el 1 de julio . Esta subida se añade a la producida el 1 de enero y supone ya un incremento del 10% en lo que va de año. Estos incrementos de tarifa, de mantenerse, supondrán un sobrecoste de 55 euros.
También sigue la escalada alcista de la gasolina y el gasóleo . En concreto, el precio medio del litro de gasolina ha alcanzado 1,4 euros, situándose en máximos desde octubre de 2014. Y el del gasóleo ha llegado a los 1,26 euros el litro, niveles que no se veían desde junio de 2019. En la comparativa interanual vemos que el precio de la gasolina en julio de 2020 era de 1,145 euros el litro, casi 30 céntimos menos que un año después. Y el litro de gasóleo costaba 1,04 euros, 22 céntimos más barata que actualmente.
Apunta la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) que la actual subida de los precios de los carburantes va a suponer un coste adicional para las familias de entre 180 euros para el diésel y 210 euros al año para la gasolina por cada vehículo .
Fuerte impacto en las familias
Así las cosas, advierte la OCU de que la escalada del precio de las energías que los consumidores usan en su vida cotidiana va a tener un fuerte impacto en las economías de las familias. La OCU estima que este incremento va a suponer un sobrecoste de 505 euros anuales . Como añadido, la subida del precio de la energía amenaza con una subida general de precios. Esta organización recuerda que al igual que ha sucedido en otras crisis, las subidas del precio de la energía tienen efectos inflacionistas en el precio de los alimentos frescos (pescados, verduras y especialmente carnes) o el de los precios indexados como los alquileres. De hecho, el IPC interanual del mes de mayo, el ultimo publicado con datos completos, ha alcanzado su máximo en el 2,7%.
El último índice de precios de los alimentos de la agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, la FAO , publicado a principios del mes de julio, se situó en junio de 2021 en un promedio de 124,6 puntos, es decir, 3,2 puntos (un 2,5 %) menos que en mayo, pero aun así 31,5 puntos (un 33,9 %) por encima de su nivel en el mismo período del año pasado. El descenso de junio constituyó la primera caída del índice tras 12 aumentos mensuales consecutivos. Según la FAO esta caída obedeció al descenso de los precios de los aceites vegetales, los cereales y, en menor medida, los productos lácteos, que compensaron con creces el aumento general de las cotizaciones de la carne y el azúcar.
Este índice de la FAO es una medida de la variación mensual de los precios internacionales de una canasta de productos alimenticios. Y muestra que, efectivamente, la cesta de la compra ha subido de la mano del incremento de los precios de la energía .
«Ha empeorado el servicio»
«La subida de los servicios de primera necesidad como la electricidad, el gas, la gasolina o el butano pone de manifiesto el fracaso del modelo de liberalización que se ha aplicado en nuestro país », asegura David Cifredo, presidente de la organización de consumidores y usuarios Facua en Cádiz. «La teoría de esta liberalización del mercado era que con ella se iban a bajar los precios y mejorar la calidad, pero en la práctica lo que vemos es que los precios no han bajado y además la calidad del servicio, no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado», declara. Al tiempo que destaca los problemas que tienen los consumidores, tanto con las compañías eléctricas como de telefonía, para cambiar, darse de baja o hacer cualquier otra gestión. «Lo mismo ocurre con las gasolineras, que las más baratas están desatendidas, somos nosotros los que nos tenemos que suministrar y si nos encontramos con cualquier problema, no hay nadie para atendernos», expone. «La liberalización ha supuesto desregularización».
Por otro lado, la OCU muestra su preocupación por el impacto que estas subidas tienen en las economías familiares . «Especialmente en las que cuentan con menos recursos, ya que dedican un mayor porcentaje de su renta al pago de los servicios básicos». Por eso pide al Gobierno «medidas para favorecer y ampliar el acceso de los consumidores al Bono social eléctrico y que ejecuten las transferencias del bono térmico, que acumulan en algunas comunidades autónomas retrasos ya de dos anualidades, para que alivien la situación de los hogares más vulnerables».
Para Facua, la subida del Salario Mínimo Interprofesional que estudia el Gobierno es «una necesidad», para subier «el nivel adquisitivo de los trabajadores y, dentro de ellos, de los que menos cobran».
Asimismo, Cifredo pone el foco en otro aspecto. «Las situaciones de crisis provocan que los proveedores tengan que incrementar los precios de los productos y, como consecuencia, el precio de venta al público es mayor». Puede ser por eso que ahora, cuando salimos a comer, cenar o a tomar algo, vemos los precios de bebidas a comidas algo más elevados. Pero también influyen otros factores.
«Hacer caja» para «aguantar»
Por un lado, señala José Manuel Cossi, director del Área de Creación de Empresas, Innovación y Competitividad de la Cámara de Comercio de Cádiz , ha habido un encarecimiento fiscal que, junto con el incremento de los precios de la energía y de las materisas primas, se «traslada en cadena al consumidor». «La economía es cíclica y ahora estamos en un momento de recuperación por vía rápida, habrá que esperar a periodos valle, en los próximos meses de octubre y noviembre para ver realmente cual es el panorama», declara.
Según Cossi, la hostelería arrastraba un problema desde antes de la pandemia: «la necesidad de adaptar los costes de personal a los costes reales . Hemos estado con la percepción de que tanto el producto como el servicio era más barato de lo que realmente es». Así pues, subraya que pagar una cerveza a 1,20 euros «si analizas los costes empresariales, no es viable», ya que a las anteriores subidas señaladas se suma el impuesto sobre las bebidas azucaradas y el incremento de los precios de la distribución. Por eso, cree que el que «el tiquet se ponga al día» es necesario para «pagar al trabajador y los costes». «Los negocios tienen que sobrevivir compitiendo en precio con los de alrededor y ahora se está produciendo esta actualización de costes», afirma.
Con la pandemia muchos negocios hosteleros han cerrado y los que quedan tienen «que asumir que después de la crisis del Covid viene un escenario de ajustes , donde las empresas que mejor hayan hecho los deberes y sean más competitivas y más eficaces en su gestión, van a tener un mayor número de posibilidades de seguir adelante».
Ahora, «la campaña de verano dispara los precios, porque se aprovecha la alta demanda turística. Es una ‘mala praxis’ que a veces se aplica. Se aprovecha el ‘boom’ de la campaña de verano para hacer caja y, en los próximos meses, se adaptará la oferta a la demanda real ». Por eso, opina, «no hay que alarmarse por la situación actual porque estamos en un momento concreto de campaña de verano y salida del Covid donde, en todos los sectores, se intenta hacer caja para aguantar un poco después».
Ante este panorama, desde Facua se pide que «no se aproveche la coyuntura socioeconómica para subir precios de forma desproporcionada». Y aconseja a los consumidores y usuarios que, a la hora de gastar, comparen precios y no se dejen llevar por «publicidad, llamadas de comerciales, ni decisiones tomadas por impulso».