TRIBUNALES
«Siempre pensé que era mayor»
El acusado de abusos sexuales a una menor a la que conoció a través de un grupo de WhatsApp asegura que fue una relación consentida
El tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz pudo escuchar este miércoles las versiones que ofrecieron tanto un acusado de abusar sexualmente de una menor, como de su presunta víctima. La Fiscalía solicita para el procesado una pena total de 12 años de prisión por tres delitos: abuso sexual, exhibicionismo y ‘child grooming’ (ciberacoso con el objeto de conseguir un fin sexual). Ahora, los magistrados tendrán que decidir entre el testimonio de uno u otro, como suele ocurrir en este tipo de delitos que se cometen en la intimidad, sin la presencia de testigos.
El primero en declarar fue el acusado, un joven que en el momento de los hechos, en julio de 2013, tenía 19 años. Según expuso, comenzaron la relación por un grupo de Whatsapp en los que ambos estaban y en el que, como indicaron las dos partes, participaban tanto adultos como menores. Tras este primer contacto empezaron las conversaciones privadas. Sobre quién tomó la iniciativa de intimar, las versiones fueron distintas.
Pasaban los días (del 5 al 11 de julio), los mensajes fueron subiendo de tono. Según precisa el Ministerio Público en su escrito en estas charlas el acusado pasó de preguntarle sobre aspectos relacionados con su vida como su edad, o dónde estudiaba, a otros más íntimos como si sabía besar bien, si era virgen, si tenía novio o si estaba preparada para hacerlo. El acusado, que sostuvo no recordar todos esos mensajes, aseguró que su fin era «conocerla» para ver si le «convenía» tener una relación con ella.
Fueron también varias las cuestiones acerca de si el acusado era consciente de la edad de la niña, un hecho que será determinante para el juez. A este respecto, el joven admitió que ella le había especificado que tenía 13 años, aunque en realidad más tarde le precisaría que no los había cumplido, y que realmente tenía 12, ya que le envió la fecha exacta de su cumpleaños. Pero, sin embargo, el procesado insistió que nunca se creyó «del todo» que tuviera dichos años, que la «veía mayor» y que además le contó que había tenido relaciones anteriormente con adultos.
También en la misma fecha el acusado le envió a la menor a través de WhatsApp una foto donde aparecía con el torso desnudo en el cuarto de baño. Acto seguido le pidió que ella le mandara una igual, pretensión a la que la menor no accedió. Este asunto fue ratificado ante el tribunal por ambos. Al mismo tiempo comenzaron a tener relación por una conocida red social a la que la menor había accedido por medio de una amiga ya que su edad no le permitía darse de alta.
Fue tras intimar cuando el procesado acudió al domicilio de la adolescente sabiendo de que ésta se encontraba sola, pues así se lo había hecho saber ella. Según el acusado su intención siempre fue «conocerse mejor», «en plan pareja». En esa cita se cometieron los presuntos abusos. El joven negó haber intentado la penetración, tal y como se asegura desde la acusación.
La joven volvió a desgranar el mismo relato mantenido en todas sus declaraciones previas, asegurando que el procesado «quiso» ser su novio «desde el primer momento» y que lo había invitado a su casa pero «no para tener relaciones». La familia de la menor puso una denuncia ante la Guardia Civil al encontrar la cartera del chico que se había dejado olvidada en su casa y al ver en el móvil de la adolescentes los mensajes y fotos que se habían enviado. Según las pruebas forenses realizadas tras presentar la denuncia, no existió la agresión sexual.
Las psicólogas que le atendieron una vez activado el protocolo aseguraron que la presunta víctima encontró «dificultades» a la hora de relatar los presuntos abusos. Advirtieron que las relaciones pudieron responder a un consentimiento «viciado» aunque explicaron que no encontraron en ella «sintomatología significativa» por lo ocurrido aunque sí algunos «indicadores compatibles».
La Fiscalía se mantuvo en su petición de 12 años de cárcel basándose en la «versión constante» de la chica, un relato «persistente que se ha mantenido en lo esencial». Según el Ministerio Público, el joven se «encargó» de prepararla para el encuentro y tuvo una intención libinidosa desde el principio a pesar de «conocer su edad». Para la defensa «no hay pruebas suficientes» que confirmen que el procesado conocía exactamente la edad de la menor «porque ella misma le llevó a la confusión». Además cree que no hay prueba de cargo que ponga de manifiesto la penetración. Por otro lado, entiende la defensa que fue la niña la que tomó la iniciativa y que el encuentro fue querido y consentido por los dos, «una relación entre iguales».
Tras la exposición de todas las partes, el caso quedaba visto para sentencia.
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