Tribunales | Cádiz
Los Santiago, el clan acusado de vender cocaína en El Puerto, se enfrenta a diez años de cárcel
Los investigados distribuían «grandes cantidades» de esta droga en narcopisos pero también por locales de ocio, prostíbulos y fiestas privadas. Fueron detenidos en 2019
El hijo del patriarca y también cabecilla llegó a comprar una casa a nombre de su hijo de 3 años
En el verano de 2019 un importante despliegue policial desarticulaba uno de los clanes más activos en la venta de cocaína en El Puerto de Santa María. Según las investigaciones, Los Santiago, estos presuntos vendedores, llegaban a mover «ingentes» cantidades de esta droga y regentaban además seis ‘narcopisos’ en la localidad. Pero además sus ‘camellos’ la ofrecían por zonas de ocio, prostíbulos, fiestas en chalets y particulares.
En la ‘operación Málaga’ , que dirigió el Grupo de Estupefacientes de la Comisaría de El Puerto, se detuvieron a 25 personas y se incautaron casi cuatro kilos de cocaína, 140.000 euros en efectivo, dos armas de fuego municionadas y 55 vehículos.
La Fiscalía ha emitido su escrito de acusación y solicita para finalmente una decena de procesados penas que alcanzan los diez años de prisión por los delitos de tráfico de drogas, y otro delito de integración en grupo criminal.
En su calificación provisional, el Ministerio Fiscal mantiene que las investigaciones efectuadas prueban que el patriarca del clan junto a sus dos hijos «se dedicaban a vender y a controlar las ventas de sustancias estupefacientes que de manera frecuente se llevaban a cabo en dos viviendas» de la Revolera.
Como explica era habitual ver un gran número de clientes que acudían a los puntos descritos desde al menos octubre de 2018, «de tal forma que este negocio fraudulento se convirtió en su medio de vida», de lo que «se jactaban incluso en las redes sociales», participando en videoclips y saliendo incluso en Instagram donde uno de ellos «aparece rodeado de fajos de billetes producto de las ventas de estupefacientes, fotograma en el que de nuevo alardeaba de esta actividad y del dinero que las constantes ventas de cocaína le generaban».
Pues bien, los acusados contaban también con la participación activa de otro de los acusados, quien realizaba labores no sólo de venta de papelas, sino que ejercía labores de custodia de la droga y de control del suministro de esta para cuidar de que los inmuebles siempre se encontraran abastecidos de sustancia que vender.
La 'fortaleza'
Ante tales evidencias, se montó un dispositivo de vigilancia policial gracias al cual pudo constatarse cómo los procesados, con el ánimo descrito y en ejecución de la actividad delictiva que llevaban a cabo como medio de vida, vendieron papelinas a diferentes compradores que fueron interceptados en el transcurso de las pesquisas.
No obstante y para que las ventas de cocaína se produjesen al ritmo frenético que demandaban los dos hermanos procesados pedían a otros dos que le surtiesen de cocaína localizando a los suministradores adecuados y pactando con ellos tanto la calidad de la droga que debían adquirir como el precio y la cantidad. De manera que una vez conseguían la sustancia, la llevaban hasta la ‘guardería’ en la que los demás acusados almacenaban la cocaína hasta su venta a terceros, lugar que coloquialmente conocían como «la fortaleza».
De esta forma uno de ellos consiguió pactar la entrega de cocaína con un suministrador de Madrid de identidad desconocida, para lo cual le propuso a otro de los encartados que fuera a recogerla a un punto y transportarla en su vehículo hasta el lugar acordado. Y así lo hizo y guardó la droga bajo el asiento del conductor del Seat Ibiza que conducía. Sin embargo, los agentes del Grupo de Estupefacientes les seguían ya los pasos y pudieron pararlo a la altura de Puerto Real. Analizada esta sustancia se confirmó que se trataba de cocaína en roca con un peso neto de 993 gramos y una pureza del 84,2 % que habrían alcanzado en el mercado ilícito un total aproximado de 60.000 euros.
Igualmente y a fin de diversificar el mercado, otro de los acusados, con idéntico ánimo que en los casos anteriores, preparó y acondicionó una vivienda para albergar una plantación de marihuana.En otra de estas viviendas, también situada en la misma barriada, y en la que habían puesto puertas reforzadas y barrotes se halló una escopeta, tres bastones defensivos, una daga, una porción de hachís así como 10.962 euros en efectivo. En esta casa y mientras que los agentes intentaban entrar «la cisterna del váter se escuchaba de manera constante», como si estuvieran deshaciéndose de droga.
Lo mismo ocurrió en otro de estos puntos de venta donde los policías se encontraron con una puerta que resultaba infranqueable, siendo el propio acusado el que les abrió de forma voluntaria cuando creyó oportuno», encontrando 5.815 euros en billetes fraccionados, seis relojes, dos de ellos Rolex, otras joyas, spray de pimienta y puño americano y alguna cantidad de hachís. En el resto de registros también se halló dinero e instrumentos para el pesaje y la distribución de droga.
Con el producto del dinero ilícito obtenido con la venta de estupefacientes, uno de los hijos y su mujer llegaron a hacer una escritura pública de donación en la que entregaron 65.000 euros en metálico en favor de su hijo de 3 años, «con el objetivo de darle cobertura legal», mantiene la Fiscalía. A renglón seguido, los acusados realizaron una escritura pública de compraventa de una vivienda por 57.000 euros figurando como comprador el niño de 3 años .
Una vez emitido el escrito de acusación y abierto el plazo de vista oral el juicio se celebrará en próximas fechas.
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