Carnaval de Cádiz 2022

Un sábado de Carnaval 'en petit comité'

Las coplas vuelven a salir a las calles de Cádiz en una jornada con poca afluencia de público

N. Agrafojo

Carnaval sin excesos, sin prisas y sin premios. Eso sí, con algunas colas para conseguir subir al autobús y adentrarse en las calles de un casco histórico con poco ambiente de Carnaval. Menos público que cualquier otro segundo sábado de Carnaval pero con tantas agrupaciones como esquinas tiene la ciudad. Algunas incluso se quedaban sin gente a la que cantar; otras intentaban captar a los aficionados con atractivas ofertas de ‘copla segura’. Pero el paladar del público mayoritariamente gaditano que se dio ciita en las calles de la capital este sábado, buscaba a los grupos revelación de este Carnaval ilegal de febrero.

Por eso, el bar Calesa era un hervidero de gente alrededor de las 14 horas, poco antes de que comenzara su actuación la romancera Ana Magallanes y su ‘Este año salimos de Milagri’, que ya se ha convertido en el gran pelotazo del año. Nadie quiere perderse a la madre del Kichi en su defensa de su alcalde. El cántico «Alcalde, siempre contigo» ya se ha convertido en uno de los grandes eslóganes del primer Carnaval tras la pandemia del coronavirus.

No obstante, la fiesta se repartía a partes iguales entre esquinas y casapuertas de toda la ciudad. En el bar El Cañón volvían a darse cita los clásicos, y el barrio de La Viña atraía a numerosas agrupaciones, entre las que destacaba la presencia de la antología de Manolo Santander, ‘El batallón rebaná’ . A la altura de la calle de la Rosa, junto al ‘Bar nuestro de cada día’, la chirigota se estrenaba este Carnaval de febrero para volver a rememorar las coplas del ilustre chirigotero, santo y seña de la fiesta de esta ciudad.

«¡Vamos, que estamos en La Viña!», cantaban los chirigoteros mientras bajaban en pasacalles por toda la calle de la Rosa entre aplausos de sus aficionados. Desde minutos antes, un multitudinario grupo ya aguardaba la actuación de este batallón que transmite Viña, Viña y más Viña.

Reencuentros

Un emotivo reencuentro de la chirigota con la calle, con el punto de encuentro del veterano chirigotero y con su gente. «Veníamos con los vellos de punta porque el pasacalles y las coplas de Manolo Santander no podían faltar en el barrio de La Viña en un sábado de no Carnaval», recordaba Manolín Santander entre aplausos de la gente del barrio. Desde los balcones y a pie de calle, los sones chirigoteros del maestro del compás volvían a llevar la magia a las calles de Cádiz, huérfana de sus coplas y también de agrupaciones oficiales, que apenas se han dejado ver en este Carnaval no oficial.

Esta dosis de gaditanismo contó con coplas antológicas como el pasodoble de ‘La maldición de la lapa negra’ o como el mítico pasodoble del ‘Me han dicho que el amarillo’ dedicado al equipo de sus amores, que una vez más fue entonado al unísono entre el público viñero.

La chirigota disfrutó allí de unos minutos de Cadi, Cadi, que se parecían mucho a los que recordamos de antes de la pandemia del coronavirus, cuando el Carnaval en febrero era lo normal e incluso lo indispensable. Algo que dos años después ya parece algo del pasado, con la creación de dos carnavales, uno en febrero y otro en junio, que está por llegar.

El maestro del 3X4

En esta esquinita de la calle de la Rosa, el grupo de Santander volvía a revivir un encuentro que también servía de regalo a los propietarios del ‘Bar nuestro de cada día’ , que el pasado fin de semana sufrieron un incendio en su freidor, obligando así al establecimiento a cerrar sus puertas de forma temporal.

Y tras este subidón chirigotero, las coplas ilegales fueron las dueñas de las calles, callejones y casapuertas. En la Plaza de La Libertad actuaba el coro ilegal de Sevilla Pecci ante un público entregado. En la Plaza de las Flores entonaba su simpático repertorio los chirigoteros sevillanos de ‘La no comparsa los vacunaos’, que arrancaron las carcajadas del público con una cuarteta dedicada a la canción ‘Resistiré’ y su éxito durante el confinamiento.

En la Plaza del Palillero y junto a otros grupos se concentraba un buen número de componentes de la chirigota ‘Los yo, ya’ antes de comenzar con sus actuaciones, que se hizo esperar ante la falta de público.

Y así, entre casapuertas, esquinas y callejones, Cádiz volvía a rebelarse con un Carnaval ilegal que hizo recordar aquellos tiempos en los que la fiesta era y pertenecía a los gaditanos. Cuando aún no llegaban autobuses atestados de jóvenes en busca de alcohol y cuando las callejeras y las oficiales centraban el protagonismo.

Un Carnaval de febrero que ha vuelto a poner el foco sólo y únicamente en la copla, en la esencia y en las ganas de fiesta de un pueblo que quiere recordar su identidad y, sobre todo, volver a la normalidad.

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