SUCESOS
Los reyes de las tarjetas clonadas, así actuaban
Una complicada investigación logra desarticular una experta banda internacional que estafaba con tarjetas copiadas y que tenía dos de sus bases de operaciones en Cádiz y Sevilla
Cuentan los agentes de la Guardia Civil que llevaron la ‘operación Currusco’ que ha sido una de las misiones más complejas a la que se han tenido que enfrentar. La historia se fue complicando. Según tiraban del hilo, la estafa era cada vez mayor , y lo que comenzó como unas sospechas sobre una empresa fantasma de la Sierra gaditana, terminó salpicando a toda la provincia, llegó hasta Sevilla, después a Málaga,Madrid, Alicante, Valencia... y, a medio mundo. Literalmente.
Han sido cientos las horas de escuchas, días enteros de seguimientos y largas guardias pero, a pesar de que el asunto se hizo por momentos demasiado cuesta arriba, el Equipo de Delitos contra el Patrimonio de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Cádiz logró su objetivo: desarticular una banda internacional que se dedicaba, entre otros delitos, a robar a través de la clonación de tarjetas de crédito .
Los números dan cuenta de la importante magnitud de la operación: 40 detenidos, 15 registros y casi dos millones de euros estafados . Tras las cifras, un operativo lleno de detalles.
Una empresaria sin empresa
Todo arrancó cuando los investigadores se enteraron que por la Sierra de Cádiz unos viejos conocidos se estaban dedicando a reclutar a parados para, a través de ellos, crear empresas ficticias. Una vez registrados los negocios podían adquirir los datáfonos en los bancos.
Pues bien, los agentes comenzaron a seguir la pista a una de ellas. La emprendedora era una chica de unos 30 años, natural de Prado del Rey y a la que no se le conocía una gran trayectoria profesional precisamente. Aún así se lanza y decide crear Bereber, una tienda cuya sede se ubica en Cádiz capital pero que nunca llega realmente a abrir. Es más, no se dedica a nada. Pero sin embargo, los movimientos bancarios parecen apuntar lo contrario. En su número de cuenta se registran las operaciones que ha hecho con el datáfono que se le entregó. Se descubre entonces que a través de este aparato ha realizado varios cargos por diversos importes y que ha usado unas tarjetas que más tarde se descubrirá que son clonadas.
![Imagen de uno de los seguimientos a Tom, el 'captador'](https://s3.abcstatics.com/media/provincia/2016/07/02/v/IMG-20160119-WA0028-kvKE--510x286@abc.jpg)
Una vez detectado el fraude, tenían que seguir el cordel. Así decidieron ir tras las tarjetas clonadas. ¿De dónde procedían? , ¿quiénes las hacían?, ¿cómo? La investigación les llevó entonces hasta Mairena del Aljarafe y San Juan de Aznalfarache, en Sevilla.Desde allí con estas tarjetas copiadas se habían hecho algunas compras que estaban bajo sospecha. Era el caso del pago de un pedido ‘on line’ a una marca de moda. Esta simple operación que sirvió seguramente para satisfacer el capricho de uno de los miembros de la banda, los ponía en el camino.
Los agentes se trasladan a Sevilla . Allí comienzan a vigilar el domicilio desde el que se había hecho el pedido. Descubren que el comprador es de nacionalidad nigeriana y que se rodea de gente sospechosa. Uno de ellos resulta ser M.T.M., alias ‘Ambruse’, al que los investigadores conocen bastante bien ya que fue uno de los detenidos en la ‘operación Monchito’ de 2010 y en la que ella cayó una red profesional dedicada a la estafa y el blanqueo.
![Otro de los seguimientos efectuado por los agentes](https://s2.abcstatics.com/media/provincia/2016/07/02/v/IMG-20160219-WA0015-kvKE--510x286@abc.jpg)
Hay que destacar la dificultad que tuvieron los guardias civiles también para identificar a los miembros de raza negra de la banda. Eran varios los inconvenientes que había. En primer lugar, el idioma. Para las escuchas necesitaron la colaboración de hasta siete intérpretes que les ayudaron con siete dialectos nigerianos distintos. Por otro lado, los integrantes no figuraban en el padrón, ni estaban dados de alta en la Seguridad Social, ni tampoco tenían domicilio fijo porque, además, portaban documentación falsa. «Supimos como se llamaba alguno de ellos justo el día antes de detenerlo», cuentan.
Y por si esto era poco, para pasar desapercibidos la mayoría solía asentarse en barrios donde es frecuente el trasiego de inmigrantes. Esta circunstancia dificultaba los seguimientos ya que debido a su color de piel y su fisonomía era fácil perderlos entre la muchedumbre. Pero todas estas situaciones no impidieron que finalmente la operación se saldara con éxito y que los agentes del Equipo de Delitos Contra el Patrimonio de Cádiz y los del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS-2) de Sevilla cumplieran sobradamente con la misión.