REPORTAJE

Policías y narcos, la encrucijada

Los nuevos ataques de los grupos dedicados al narcotráfico a agentes rescatan la preocupación sobre la carencia de medios y urge de estrategias para combatirlos

Mientras Marlaska promete medios, las críticas sobre la falta de más y mejor dotación continúan. «Así no se les puede ganar», lamentan

El coche en el que patrullaban los dos agentes heridos de Algeciras por la embestida del todoterreno de un narcotraficante quedó destrozado debido al brutal impacto que recibió. Sindicatos policiales alertan de que se necesitan mejores vehículos para poder hacer frente a los potentes automóviles que usan estos grupos criminales. La Voz

María Almagro

Hace unos dos años en una intervención contra un grupo de narcos que se dedicaba a robar a otras organizaciones, los llamados ‘vuelcos’, uno de los sospechosos sacó una pistola por la ventana intentando intimidar a los agentes que habían llevado la investigación para que no entraran a por él. Este medio fue testigo de ese tenso momento. Y no solo los policías no dieron ni un paso atrás sino que lo sacaron de allí esposado. Tal y como estaba previsto. Lo mismo ocurrió en otra intervención en la que desde el interior de un gran chalet alguien se desgañitaba diciendo: «¡si entráis os juro que os mato. No vais a salir vivos ni uno de aquí!» . Y de nuevo, ni un paso atrás. Adelante y engrilletado.

Desde hace años la violencia de estos traficantes ha ido en aumento. Son hechos. Los que los persiguen lo saben de sobra. Como los guardias civiles que recientemente intentaban localizar una macroplantación de marihuana en Bornos y fueron recibidos a tiros . O el inspector y el policía en prácticas que hace algo más de una semana terminaban volcados con el zeta en una cuneta tras ser embestidos por un 'cachorro' de una de estas bandas y que llevaba su coche, un potente todoterreno por supuesto, hasta arriba de hachís.

Como ya es conocido por tanto, estas situaciones en las que los agentes hacen su trabajo pero también arriesgan sus vidas no son episodios aislados. El peligro está siempre ahí y el final depende de cómo se hagan las cosas o ante quien se enfrenten y en qué circunstancias. No es algo previsible. Por eso advierten de que la preparación, la formación y los medios que le ayuden a librar esta batalla son fundamentales.

Este pasado lunes el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, acudía a la provincia para interesarse por el estado de los agentes heridos en estos últimos atentados. Además mantenía reuniones con autoridades y jefes policiales para conocer de primera mano la situación. Y la situación es la que es. El principio de autoridad se tambalea encima de un hilo muy complicado de sujetar . Según el ministro. la presión que se está ejerciendo con cientos de detenidos y toneladas de droga incautadas ha tenido como fruto que los narcos estén «desesperados» e intenten lo que sea para que sus planes no se trunquen y el negocio les siga rentando.

Sin embargo, frente a este Plan Especial de lucha contra el narcotráfico que se puso en marcha hace dos años y se prorrogó y expandió en julio pasado, los sindicatos policiales, plataformas antidroga y también órganos judiciales como la Fiscalía han advertido de que hace falta una mayor inversión e implicación. «Si no, ellos siempre van a ir por delante».

De especial singularidad

Una de las medidas que se ha solicitado es que se catalogue a la provincia de Cádiz (a toda ella) como de 'especial singularidad'. Es decir, creen que la inyección de medios que se ha venido realizando es buena, necesaria, pero sería más eficaz si se tratara el problema desde esta denominación que, permitiría por ejemplo, que se actuará desde todos los ámbitos con un número mayor de recursos y también con una contraprestación más ajustada a quien esté dispuesto a tenerla como destino.

Se da la circunstancia que muchos agentes, jueces, fiscales, funcionarios, no quieren trabajar en las zonas más conflictivas como el Campo de Gibraltar, Barbate, Sanlúcar... debido a la complejidad o el peligro que entraña. Y hacerlo además por el mismo dinero que lo harían en otras ciudades donde no existen estos problemas. De ahí que estos puestos haya una rotación continua de personal que dificulta que se mantenga de manera permanente una plantilla especializada con un número suficiente para afrontar esta batalla.

Utilitarios contra tanques

Otra de las incansables y repetidas reclamaciones es la necesidad de contar con más y mejores medios. Por ejemplo, mientras los narcos van al volante de todoterrenos de gran potencia como Range Rover, Porsche Cayenne, Q8, X5, Nissan Patrol, Land Cruiser... de comprobada potencia y toneladas de peso, los agentes les persiguen en utilitarios, coches decomisados y algunos vehículos con reforzamientos que sí han llegado como dotación pero que, como aseguran, «no son suficientes» . Lo mismo ocurre con los barcos que van tras las 'gomas' del Estrecho o de la desembocadura del Guadalquivir. La persecución en esos casos es muy complicada.

La situación se repite con los chalecos de protección. Los sindicatos han denunciado en más de una ocasión que algunos agentes han tenido que comprarse los suyos propios ante la falta de material. O la ausencia en ocasiones de la formación en las prácticas de situaciones de extremo riesgo donde el manejo de las armas o las entradas en los registros pueden ser también clave. Y más aún ante situaciones completamente inesperadas.

El hachís... pero también la 'maría'

Como decíamos, uno de estos últimos atentados cometidos contra los agentes no se daba en el Campo de Gibraltar sino en la Sierra de Cádiz. Y tampoco era hachís. Allí, como ocurre en otras zonas a las afueras de Jerez o El Puerto, Chiclana o la Costa Noroeste, se han multiplicado estos dos últimos años las plantaciones de marihuana . Las más habituales, las ‘indoor’, los cultivos que esconden cientos de plantas en casas, naves, fincas agrícolas, etc.

El auge de esta actividad delictiva se debe a varias causas. Una de ellas es que la marihuana se cotiza al alza en Centroeuropa. Se pagan grandes cantidades de dinero. Además las condenas por traficar con ella son menores y los beneficios, millonarios. Por ello también ha crecido la violencia entre las bandas que se dedican a este tráfico. Grupos armados que entran a por la droga una vez que ya ha florecido y está lista para ser distribuida. Por tanto, este es otro nuevo frente abierto que expande también el peligro para los agentes que tienen que intervenir en los registros y decomisos de estas plantaciones y detener a quienes la cuidan, la guardan y la reparten.

Respaldo judicial y penas

Las investigaciones que intentan desentrañar estos entramados criminales -cada vez más organizados y estructurados- son engorrosas y tediosas. Cada movimiento que se da (escuchas, balizamientos, registros, detenciones...) tienen que seguir los pasos legales que garanticen que no se infringe ningún derecho de ningún ciudadano, que está justificada esa intervención. Y por tanto, tiene que ser apoyada y autorizada por los órganos judiciales correspondientes. Y así, van sumándose causas y diligencias una a una. Montones de procedimientos que tienen que ser seguidos al milímetro.

Y ahí es donde se necesitan también recursos. Plantilla suficiente y preparada en los juzgados que ayuden y sean eficaces cuando además el delincuente está siempre predispuesto a escapar , a quitarse de en medio ante cualquier sospecha de que está siendo vigilado. Hay que ser muy rápidos y en los juzgados, como también vienen denunciando las partes implicadas, no siempre se es o se puede ser así de ágil. El Plan Especial dotó de nuevas oficinas judiciales al Campo de Gibraltar pero se sigue reclamando una mayor inversión en este sentido.

Esta semana la fiscal antidroga Ana Villagómez volvía a llamar la atención, como ya ha hecho en reiteradas ocasiones, sobre esta circunstancia. «Cuando hay una organización dedicada al tráfico de hachís las penas pueden ser hasta de diez años para los que participan en esa organización y hasta quince años para los jefes, «pero necesitamos medios para demostrar la existencia de esa organización». Y más aún si se intenta llegar hasta el fondo, es decir, hasta el dinero que obtienen y que se dedican a blanquear, lo que dificulta más si cabe todos estos procedimientos.

En cuanto a las penas no se prevé que haya un endurecimiento porque se entiende que lo contemplado ya está suficientemente baremado. Sin embargo los retrasos a la hora de juzgarles o las negociaciones a las que a veces se llegan para evitar 'males mayores' por dilaciones u otros atenuantes hace que estas condenas al final se vean reducidas a la mitad. Algo que escuece mucho y «desmotiva» a quienes van tras ellos. Pase lo que pase.

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