Covid Jerez

Pepe, un pulso a la muerte desde la UCI

El jerezano, de 52 años y sin patologías previas, lleva ingresado en el Puerta del Mar de Cádiz desde noviembre tras dar positivo en coronavirus

Pepe Valle, junto a sus hijas, durante el reecuentro con sus hijas varios meses después de dar positivo en Covid. Cedida

Fran M. Galbarro

El 17 de noviembre de 2020, en pleno pico de la segunda ola, Gema Ruiz encendió una vela en la capilla de la Hermandad de la Coronación de Espinas. Su marido, que cargó durante años sus imágenes, acababa de ingresar en la UCI por ... coronavirus . Desde entonces, la familia regresa cada semana para asegurarse de que la vela sigue encendida y para pedir al Cristo de la Coronación de Espinas que la vida de Pepe Valle, que sigue ingresado en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz, no se apague.

Este jerezano de 52 años vivía junto a su mujer y sus dos hijas. No tenía patologías previas, no era fumador y se considera «una persona sana». En estos meses ha estado al borde de la muerte hasta en cuatro ocasiones. Su historia es un ejemplo de tantos pacientes de UCI que se aferran a la vida y muestra el drama vivido en el hospital, donde pasó la segunda ola, la tercera y va camino de una cuarta. «Una chavala que estaba conmigo perdió a su padre y a su madre. Llegaron a fallecer once personas en un día. Veía cómo los pacientes graves al día siguiente ya no estaban , escuchaba hablar a los médicos y me daba cuenta de cómo puede llegar a matar esta enfermedad», resume Pepe, que atiende por teléfono a LA VOZ desde la habitación en aislamiento donde se recupera en compañía de su esposa. Desde que ingresó hasta hoy han fallecido 1.045 enfermos de Covid en la provincia.

Pepe, en una foto tomada antes de su ingreso en el hospital. Cedida

Para hablar de los primeros síntomas hay que retrotraerse al 5 de noviembre. En aquellas fechas, las peores de la segunda ola, llegó a someterse a tres pruebas de coronavirus, entre PCRs y antígenos, y todas ofrecieron un resultado negativo. Descartado el Covid, Pepe se encontraba cada vez peor a pesar de los medicamentos recetados y decidió acudir a la consulta privada el lunes 16 de noviembre. «¿Habéis avisado al médico? Deberíais ir corriendo al hospital», les advirtió el neumólogo. Una hora después de entrar en el hospital de Jerez estaba en UCI. «Creían que había llegado en ambulancia y se sorprendían de que hubiese llegado andando», recuerda.

Pepe llegó con una neumonía bilateral y, aunque en una nueva prueba volvió a dar negativo, la doctora estaba completamente convencida de que tenía coronavirus. A la mañana siguiente, ya ingresado y en aislamiento, un test definitivo confirmó el positivo .

El estado de salud de Pepe empeoró tan rápido que ese mismo día tuvieron que intubarle y trasladarle al Hospital Puerta del Mar de Cádiz , donde por aquel entonces había menos saturación y contaría con más recursos asistenciales. «Tengo muy pocos recuerdos desde entonces; de hecho, me enteré de que estaba en Cádiz cuatro meses después, hace apenas unas semanas, antes de bajar a planta», advierte Pepe, que estuvo primero en coma inducido y después sedado.

Pepe ha pasado en el hospital la segunda, la tercera y va camino una cuarta ola;desde su ingreso han muerto más de 1.000 gaditanos

Hasta 18 médicos probaron tratamientos de todo tipo para salvar la vida de Pepe, que ha vivido de cerca la adaptación de las áreas del hospital a los repuntes de contagios. De hecho, en este tiempo ha pasado por cuatro UCIs distintas. «Llegó un momento en que no sabían qué hacerme. Dijeron hasta en cuatro ocasiones que no contaban con que pudiera seguir vivo. A mi mujer llegaron a decirle que llamara a la familia. Según me han dicho en estas semanas, el 80 % de los que llegan a estar como yo no salen adelante», dice Pepe, que perdió la conciencia en las peores semanas de la segunda ola y la retomó cuando España intentaba salir de la tercera. Ahora, plenamente consciente de la situación, intenta recuperarse mientras sigue con atención el pulso entre el avance de una vacuna que desconocía y una cuarta ola ante la que no da crédito. « Pongo el informativo y a los cinco minutos lo tengo que quitar porque siento indignación con lo que pasa. Veo que hay gente sin conciencia ninguna, algunos que piensan que todo es mentira, que es como el que coge un resfriado», protesta.

Durante el periodo de convalecencia, su mujer se negó a tirar la toalla y confió en la fortaleza de su marido en todo momento. Nunca faltaba a la cita: a diario se trasladaba desde Jerez para estar el máximo tiempo posible junto a él. «Hubo un día que me tuvieron que arrastrar para salir de Cádiz porque no quería dejarlo sólo, no me quería ir del hospital después de cuatro horas agarrada a la mano con Pepe en la UCI. Un día llegabas y estaba boca arriba, al siguiente boca abajo, hinchado por los corticoides ... Bajaba y mi hermana y mis cuñadas me tenían preparada una tila porque era incapaz de bajar los escalones del hospital. Fue muy duro, pero toda la familia, sus padres, sus hermanas, sus hijas... todos hemos estado encima», recuerda.

Gema, junto a su marido Pepe, en el Puerta del Mar. Cedida

Hoy conoce a la perfección los conceptos relacionados con la neumología y el día a día de la UCI y pone nombre y apellido a todos los sanitarios que contribuyeron a salvar la vida de Pepe. Incluso recuerda las fechas de cada altibajo y matiza con frecuencia a su marido, que no recuerda prácticamente nada, en el relato de su historia de supervivencia.

El primer momento de optimismo llegó el 11 de diciembre, cuando empezó a despertar. «Estuvo varios días mejor, aunque no sabíamos si conseguiría salir. En Nochebuena incluso llegó a estar despierto y, aunque apenas podía mover los labios, una médica logró entender que le decía ‘Feliz Navidad’», recuerda.

Sin embargo, la alegría duró poco. En los últimos días del 2020 tuvo una reinfección y estuvo al borde de la muerte. «Fue la vez que peor estuvo. Tuvo una recaída por las secuelas del coronavirus. Antes de Nochevieja ya estaba realmente mal, le afectó al corazón, a los riñones, reinfección, trombos, úlceras... Pero él es muy fuerte y se recuperó», explica Gema.

Pepe «se había quedado sin pulmones». «No sabían qué tratamiento ponerle ya, pero yo le pedía por favor que probaran todo lo posible». Y pasada la Navidad, llegó la tercera ola. «Las enfermeras doblaban turnos, llevaban ojeras y muy malas caras. Les preguntaba, ¿qué tal hoy? Y me decían ‘mal, Gema, hoy siete muertos, hoy once’... La UCI se había vaciado y se llenaba otra vez en pocas horas», recuerda.

Las doctoras Elena y Ana, que se habían volcado durante las Navidades en salvar la vida de Pepe, tuvieron que regresar a la primera línea contra el Covid en el peor momento. Varios médicos habían probado «de todo», hasta que Benjamín, el relevo, dio con la tecla. Encontró una nueva bacteria en el pulmón y hongos desde la lengua hasta los bronquios. Los tratamientos empleados empezaron a funcionar: « Empezó a despertar a finales de enero y, aunque llegué a verlo con más de 20 goteros, poco a poco fueron desapareciendo. No sabíamos si iba a salir, pero salió» .

Desde entonces, la recuperación de Pepe es muy lenta. Fue a principios de marzo cuando tomó conciencia de que se encontraba en Cádiz y no en Jerez y de que no llevaba ingresado «uno o dos días», sino meses. El día 2 bajó a planta y el Hospital Puerta del Mar publicó en redes sociales un vídeo en el que todos los profesionales le aplaudían. En él, se podía notar la emoción del jerezano, pero «Eso no fue nada comparado a cuando entró en la habitación». «Al llegar rompió a llorar cuando vio la luz que entraba por los ventanales que daban a la playa. Llevaba desde noviembre sin ver el sol », explica su mujer.

«La UCI más allá del Covid: es estado de ansiedad, depresión, no poder moverse, no tragar, una infección y otra, otra y otra»

Pepe se encuentra mucho mejor, pero ahora lucha contra las duras secuelas del Covid. De hecho, las previsiones más optimistas de los sanitarios auguran que deba permanecer ingresado en aislamiento –para evitar nuevas reinfecciones– varios meses más. Hoy pesa 20 kilos menos que cuando ingresó, vive episodios de ansiedad, delirios y apenas puede moverse. Visitas excepcionales –no suelen permitirse salvo en casos extremos– como la que le hicieron sus hijas hace unos días y, sobre todo, la compañía de su mujer de lunes a viernes y de su madre los fines de semana, le ayudan a aferrarse a la vida. «Si pasas por UCI te quedan secuelas y puedes quedarte en la cama. Él volverá a andar, esperemos, con mucha rehabilitación, pero ¿cuando? La gente debe entender que la UCI va mucho más allá de pasar el Covid: es estado de ansiedad, depresión, no poder moverse, no tragar, una infección y otra, otra y otra», explica Gema.

A su lado, Pepe pide en varias ocasiones que el reportaje incluya su agradecimiento infinito a los sanitarios. «Voy a lograr salir gracias a su insistencia», dice, consciente de que la recuperación será larga. «No tenemos prisa», apunta su mujer, feliz por estar junto a su marido pese a la excepcionalidad de la situación. Ayer, Domingo de Ramos, la hermandad del Cristo de la Coronación de Espinas no pudo realizar su estación de penitencia por la pandemia. «Los costaleros y el capataz del vía crucis han estado pendiente de él, rezando cada día», agradece Gema. Mientras tanto, Pepe cambió de planta por sexta vez: el Puerta del Mar se prepara para la cuarta ola y utilizará su habitación para pacientes Covid.

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