Adolfo Vigo del Pino
Pedro y su charco de barro
Parece ser que desde el debate a cuatro Sánchez se ha ido endureciendo
Usted no es una persona decente», le escupió a la cara un crecido Pedro Sánchez al hasta entonces impertérrito Mariano Rajoy.
El socialista se convirtió en ese momento en un digno sucesor de Alfonso Guerra, aún cuando le falta el ingenio y la ‘grasia’ del sevillano, y de Alfredo Pérez Rubalcaba. Quizás más de éste que del otro, por aquello del desprecio hacia el contrincante que se tiene delante, por no usar las reglas del juego democrático y querer ganar votos a toda costa aunque sea dejando por el camino su condición de ‘caballero’. En ese momento, lo que era un debate aburrido y monótono, en el que el candidato socialista no había demostrado cómo iba a sacar adelante las propuestas que simplemente repetía cual papagayo, se tornó en un debate sucio y embarrado.
Parece ser que desde el debate a cuatro, en el que el candidato socialista resultó perdedor, dando una paupérrima imagen de marioneta en manos de los otros representantes, el discurso de Sanchez se ha ido endureciendo. Si hace unos días nos regalaba unas imágenes en un mitin con las venas del cuello saltadas, cual María Patiño, y en la que más que un candidato a la Moncloa parecía una poligonera de barrio llamando a su Jonhatan por la ventana, el lunes dio su imagen final, perdiendo los papeles y llegando al insulto. Fue en ese momento cuando Sanchez perdió en las formas lo poco o mucho que llevara ganado en el fondo.
Su «carita de niño bueno», como diría la cantante Bebe, se ha ido transformando en la de un zafio, grosero y maleducado candidato que no, por mucho insultar, para la hemorragia de votos que está sufriendo su partido en beneficio de los llamados partidos emergente, véase Podemos y Ciudadanos.
Y es que Pedro sabe que en estas próximas Elecciones Generales va a hacer bueno a Rubalcaba. Si este sacó en las generales de 2011 la cantidad de 110 diputados, a Sanchez, en las del día 20 de diciembre, las encuestas más halagüeñas le dan únicamente 94 diputados. Serán los peores resultados de la izquierda socialista de este país desde hace muchos años. Y él sabe que detrás de él tiene, cual buitre carroñera, una sombra que se alarga desde el Palacio de San Telmo.
La misma a la que se le podría achacar la afirmación que Sanchez le dirigió en la noche del lunes a Rajoy. Aquella que siendo presidenta del Gobierno autonómico andaluz no dimitió cuando a Chaves y a Griñán le salpicaron los escándalos de los ERE y de los cursos de formación. Aquella que formaba parte del Gobierno andaluz cuando, presuntamente, el presidente Griñan permitía que se desviara el dinero a otros fines que a los que legalmente debería destinarse. Y a la que seguro que algún día le caerán encima las descalificaciones vertidas por su secretario general contra el presidente del Gobierno, porque Pedro ha dejado la puerta abierta al todo vale. Del ‘insulta, que algo quedará’, ya que el honor es algo que nunca se puede limpiar del todo.
Al final, como ocurriera en el debate a cuatro, el ganador es el que no asistió, en este caso Rivera e Iglesias. Quienes, desde un plató cercano, se divertían viendo cómo el jefe de la oposición caía en la trampa de tirarse en medio del debate político al charco de barro cual cerdo de dibujo animado. O lo que es lo mismo, de hacer un ‘George Pig’.
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