Sanlúcar

Un paseo por la legendaria avenida de los hotelitos

A comienzos del siglo XX una treintena de villas de verano, con gran variedad arquitectónica, se establecen junto a la playa. Hoy sobreviven una decena

La Villa Rosa, construida en 1902, fue la primera residencia veraniega de la avenida de los hotelitos L.V.

J. Manuel Aguilar

El Guadalquivir se encuentra en Sanlúcar con el mar . Es su puerta al océano junto al coto. El río ha marcado su desarrollo en todos los sentidos. La erosión causada por su paso en el litoral de Doñana se compensa con la sedimentación provocada al otro lado, en la playa gaditana. El agua dulce busca la línea recta hacia la salada y allí, a su izquierda, la acumulación de orilla se fue ensanchando hasta separarla en demasía de la población a comienzos del siglo XX.

Doscientos metros separan la Villa Rosa de la playa actual , la primera residencia construida en la actual avenida de Bajo de Guía, allá por 1901, a la que continuarían una treintena más en el par de kilómetros que se prolongan hasta Las Piletas , denominada entonces avenida de los hotelitos. En el comienzo del siglo pasado poblarían toda la primera línea de playa. Pronto se había comenzado a construir una serie de hoteles a la orilla de la mar, como segundas viviendas de ilustres familias sevillanas y sanluqueñas preferentemente y con ello llegó la consiguiente urbanización de aquella zona que entonces alcanzó un tamaño considerable.

Vista de la primera línea de playa, a principios del siglo XX, con edificios.

Los Montpensier, promotores

Buena culpa de ello la tienen los duques de Montpensier, Antonio María de Orleans (Neuilly-sur-Seine, 31 de julio de 1824 – Sanlúcar de Barrameda; 4 de febrero de 1890) y María Luisa Fernanda de Borbón. Ellos fueron los precursores de los baños de olas en Sanlúcar, una actividad que hasta entonces no se practicaba. Su establecimiento estival fue un elemento decisivo para que la ciudad se convirtiera en pionera del turismo moderno de los baños de mar y en uno de los más importantes centros veraniegos de España desde mediados del siglo XIX, que alcanzará su máximo apogeo en las primeras décadas del XX, aunque ya con la presencia de su hijo, del mismo nombre, que se encargó de atraer a la ciudad a los aristócratas y empresarios más importantes de Despeñaperros para Andalucía. En estos años Sanlúcar experimenta una nueva edad de oro como prototípica ciudad-balneario de litoral al estilo europeo.

«Las nuevas actividades del veraneo se centraron en las prácticas sociales de los baños de mar o baños de ola, el termalismo, el climatismo y la toma de aguas medicinales», tal y como relata Ana Gómez Díaz-Franzón en su libro ‘Arquitectura del Veraneo’.

También resalta que «en el afianzamiento de esta Sanlúcar turística jugó un papel determinante el establecimiento de los duques de Montpensier en 1848, que edificaron su palacio de verano, actual Ayuntamiento, para tomar los baños de mar, cuyo relevo será tomado al cruzar el siglo por el infante Antonio de Orleans y Borbón y sus descendientes. La llegada de los Montpensier motivó la atracción de su corte aristocrática y de otras distinguidas familias de la burguesía empresarial sevillana, jerezana, cordobesa o madrileña».

La temprana navegación de los barcos de vapor por Guadalquivir (1817), mantuvo en comunicación constante a Sanlúcar con Sevilla, al igual que las dos líneas férreas Jerez-Sanlúcar-Bonanza(1877) y Sanlúcar-El Puerto de Santa María (1898), para favorecer la afluencia de visitantes.

En 1844 fueron colocadas las primeras ‘casillas’ de baños en la playa, unas casetas rodantes que suben y bajan con las mareas, distribuidas entre los más variados restaurantes y establecimientos gastronómicos. Además, en el paseo de La Calzada se celebran distinguidos bailes y espectáculos, y este boulevard se colma de cafés y casetas recreativas.

Algunas viviendas están inspiradas en las casas de campo inglesas o suizas, otras en los regionalismos

Entonces es cuando la arquitectura veraniega va tomando forma. Hoteles, fondas y posadas ofrecen alojamiento a los veraneantes, pero ya predominan las muchas casas y recreos en alquiler. Un tranvía llevaba a los bañistas hacia la playa, por el paseo de La Calzada, donde también cada verano funcionaba un balneario de aguas termales.

La celebración de las carreras de caballos en la playa, desde 1845, fue fundamental para que se dieran cita, en el agosto sanluqueño, lo más granado de la sociedad andaluza y española.

En 1900 Sanlúcar ofrecía a su colonia veraniega múltiples atractivos, con carreras de caballos, Velada o Feria de agosto en La Calzada, tiradas de pichón, distinguidos bailes en el casino sanluqueño, festejos taurinos, fuegos artificiales, veladas musicales, espectáculos teatrales...

Calidad arquitectónica

Al iniciarse el siglo XX aparece en Sanlúcar una nueva tipología arquitectónica, el hotel o villa veraniega de carácter residencial, que sigue las modas europeas para las ciudades balneario y se distinguen por su complejidad formal y carácter aristocrático. Esta nueva tipología deriva en principio del estilo inglés y madurará con el regionalismo sevillano.

La edificación de las villas se realizó en dos fases. La primera, de 1901 a 1906, con la cesión de los terrenos al sevillano Pedro Vives Ferrer, que construyó siete hoteles en la actual avenida de Bajo de Guía. A partir de ahí, el Ayuntamiento decidió ceder los terrenos a todo aquel que desease hacerse una residencia de verano. Así Sanlúcar consiguió ofrecer una imagen moderna y cosmopolita a sus muchos visitantes, siguiendo la línea de ciudades del norte de España, como San Sebastián o Santander, donde veraneaban realeza y aristocracia. Con estas mansiones, la localidad gaditana se convertía en la referencia. Este conjunto arquitectónico, junto a las carreras de caballos, fueron las señas de identidad durante las primeras décadas del siglo xx.

La calidad arquitectónica y su variedad estilística son sus principales valores. «Desde los propiamente decimonónicos –neogótico, neomudéjar y neorrománico–, al estilo inglés, que se había puesto muy en boga desde el siglo XIX para las zonas de descanso europeas y se fundamentaba en los antiguos cottages o casas de campo inglesas y suizas. Estos estilos conviven con el modernismo de entre siglos, en sus líneas secesionista y catalana, y el regionalismo sevillano, surgido en Sevillla. De la mano de Aníbal González y Alvarez Osorio se edificaron cinco hoteles en Bajo de Guía», subraya Díaz-Franzón en su libro. Así, destaca por ejemplo que Villa Rosa tiene un estilo inglés, mientras que Villa Gracia se planteó en neomudéjar con elementos pintorescos.

De otro lado, por la realización de estos edificios en fechas muy tempranas (1894-1902), Antonio Arévalo (autor de la plaza de toros) fue el introductor del modernismo en Sanlúcar y construyó seis hoteles adosados para Ramón de Ybarra en avenida de Bajo de Guía (1908) y Villa Rainera en calle Banda Playa (1910) para Rainera Pérez-Marín, estos dos últimos desaparecidos. Otras destacadas obras modernistas se deben al leonés Manuel Hernández y Álvarez-Reyero. No obstante, el sanluqueño José Romero Barrero es considerado el arquitecto más destacado del modernismo en Cádiz, proyectando en Sanlúcar en 1914 algunos hoteles veraniegos, como Villa Matilde y Villa Dolores, en avenida de Las Piletas.

De arquitectura racionalista, constan los proyectos originales de los chalets Villa Rosario (1938) y Villa Esperanza (1940), construidos para Rosario Lora Vallejo en el paseo de La Calzada. A Juan José López Sáez se debe la ampliación posterior (1927) de Villa Carmen, en avenida de Bajo de Guía, que fue edificado en 1904 por el banquero Antonio Ridruejo Barrero y que entonces pertenecía a Armando de Soto Morillas. Pero sin duda, una de las obras más llamativas es la de Manuel María Smith Ibarra, principal exponente del regionalismo neovasco, en cuyo estilo edifica el majestuoso hotel del conde de Ybarra (1913).

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