SUCESOS

El ostentoso dispendio de los narcos

La macrooperación de La Línea vuelve a sacar a la luz el alto nivel de vida y de gastos que manejan estas organizaciones

Agentes de la Guardia Civil cargan en el furgón una televisión incautada en la casa de Tejón. ANTONIO VÁZQUEZ

M. Almagro

En mitad del humilde barrio de la Atunara, tres agentes cargan en un furgón un plasma que bien podría servir de pantalla de cine. Luego otro. Y después otro más. Los sacan de una de las supuestas viviendas que tiene por La Línea de la Concepción Antonio Tejón, el mayor de los dos hermanos Castañas que se encuentra en prisión desde que el pasado año lo apresaran acusado de ser uno de los traficantes de hachís más activos del Campo de Gibraltar.

La casa parece discreta a primera vista. Un edificio de dos alturas sin muchos lujos a la calle. Con puertas y ventanas modestas. Sin embargo, dentro, en la intimidad, esa mesura ya no es la misma. De repente, con ayuda de un carrito, sacan un servidor. Un potente aparato que bien podría estar instalado en cualquier oficina con decenas de ordenadores conectados. «Aquí hay facturas de luz de miles de euros», comentan. Al parecer a la vivienda no le falta ni un detalle. Desde la puerta se ve un garaje, diáfano, generoso, con varias motos dentro y una escalera que sube hacia la primera planta donde, seguramente, predomine ese alarde desaforado de ostentación muy al gusto de este tipo de consumidor.

«Ganan muchísimo dinero… y aquí eso de los paraísos fiscales no se estila demasiado…», afirma con sorna un agente que conoce de sobra este mundillo desde hace muchos años. «Tienen que soltar los billetes rápido y al final, son lo que son, y gastan en lo que más les gusta».

El sector del motor les enloquece. Coches carísimos de alta gama, motos, quads, lanchas… son habitualmente decomisados en operaciones como la de este pasado lunes. Cientos de miles de euros gastados en concesionarios o en amigos ‘conseguidores’ que les ofrecen los últimos modelos del mercado.

La moda (su moda) es otro de estos grandes caprichos. Y de nuevo ese supuesto lujo de escaparate, aunque sea en ropa deportiva. Marcas tipo Versace, Louis Vuitton, Moschino, Emporio Armani no faltan en sus vestidores (sí, la mayoría de las casas tienen vestidores). E incluso en el mobiliario. De firmas de primer nivel donde reina el brillo, el nacarado y los acabados de pomos y manillas con joyas. Mansiones como las del Zabal con enormes piscinas con fuentes y toboganes o la última registrada en la ‘operación Trapera’ en Santa Margarita. Un impresionante chalet llamado ‘Excalibur’ y que, al parecer, en su día el mayor de los Tejón quiso convertir en un salón de celebraciones infantiles.

Fiestas sin límite

También son habituales las fiestas donde no se escatima en nada. Hace poco saltó a Instagram varias fotos de algunos de estos narcos disfrutando de largas juergas al límite acompañados de sus supuestas amantes. Al parecer las publicó por venganza un usuario anónimo al que terminaron por amenazar de muerte.

Pero este gusto por el derroche no es tampoco nuevo. Lo extravagante y el despilfarro han sido siempre una característica común entre este tipo de delincuentes. Y no solo en La Línea. En Barbate todos recuerdan a Antón paseando su cachorro de león o en Sanlúcar a la Pinilla con un móvil de oro.

Sin embargo, probar que todas esas propiedades son de quienes las disfrutan no resulta fácil. «Nadie sabe cuántas casas tienen los Castañas», afirman en La Línea. Y es que lo habitual es que registren sus bienes a nombre de familiares u otras terceras personas que utilizan como testaferros para evitar, primero, que se les pille, pero además, que se les embarguen esas propiedades por vía penal.

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