Covid Cádiz

La nueva normalidad también llega «poco a poco» a las prisiones

Como ocurre con la vida 'de afuera', en los centros penitenciarios la relajación de la alerta por contagios de Covid empieza a rebajar las restricciones

Este verano se restablecieron los vis a vis íntimos y también los familiares aunque con un máximo de dos personas

M. Almagro

En la vida de ‘afuera’ ya se nota que por fin y de momento la alerta por Covid ha tomado otro color. Los bares pueden aumentar sus aforos, los espectadores acudir a eventos multitudinarios y disfrutar de ellos, se puede estar más tiempo en las discotecas, pasear sin mascarilla por exteriores, viajar con mayor comodidad y que los turistas también visiten las ciudades con menos riesgo... y volver a una vida más o menos normal. Aunque mientras que los contagios continúen, sigan las normas y la precaución.

Y esto mismo está ocurriendo en las prisiones aunque, obviamente, con diferencias claras al tratarse de una vida privada de libertad donde estas reglas son las de siempre pero también llegaron a modificarse y a añadirse otras que iban acompasadas a las que se imponían por seguridad sanitaria en todo el mundo. Es más, en las cárceles evitar un brote era una cuestión fundamental debido a que son centros donde conviven cientos de personas que comparten espacio y no tienen posibilidad de ir a otro lugar por lo que las reglas para preservar la salud de internos y de quienes trabajan junto a ellos era y sigue siendo de vital necesidad.

Y la pandemia pasó por las cuatro prisiones gaditanas y sigue estando presente , aunque en las últimas semanas, como ocurre en el exterior, de forma menos restrictiva. Así por ejemplo, al inicio, cuando España entera permanecía confinada, la situación se vivió de una forma también reglada en los centros penitenciarios. Los reclusos dejaron de tener visitas. Por un lado, porque sus familiares o conocidos no podían ir a visitarlos pero además, cuando hubo ya una mayor apertura, para evitar contactos que aumentaran el riesgo. Después, cuando ya se levantó el Estado de Alarma, siguieron las normas.

Entre ellas, se mantuvo la prohibición de los vis a vis o las condiciones en los permisos penitenciarios. En ese momento desde la Dirección General se instauró un sistema de videollamadas para que los presos pudieran comunicarse con sus allegados de alguna forma. Estas medidas, las más restrictivas, se vivieron con cierta tensión inicial entre los internos pero con el paso de las semanas y viendo que la alerta sanitaria era muy seria fueron entendiendo lo que ocurría.

En prisiones no se han producido situaciones demasiado anómalas o críticas. Sí ha habido varios contagios entre funcionarios y personal de los centros y también entre internos (con un fallecido), lo que obligó por ejemplo a cerrar un módulo entero en la prisión más grande, Puerto III, confinando en sus celdas a medio millar de presos durante catorce días. Solo pudieron salir de la celda para llamar y por turnos. Ocurrió durante la quinta ola. Pero la situación también volvió a controlarse.

Y así, y poco a poco, ha ido volviendo la normalidad . Este verano ya se autorizaron de nuevo las comunicaciones. Actualmente, y según fuentes consultadas, se permiten ya los vis a vis íntimos (con una sola persona de visita) y también los vis a vis familiares, en los que puede haber máximo dos.De momento no se han restablecido los de cuatro. Y desde este mes se han retomado las comunicaciones de convivientes. Además, también en Puerto III, se está arreglando el módulo de convivencia, donde internos e internas pueden pasar el tiempo de visitas con niños. Este lugar de comunicaciones permanecía cerrado desde el inicio de la pandemia y ahora se está incluso reponiendo el material de juegos infantiles. Lo mismo ocurre en Botafuegos. Sin embargo en Puerto I solo hay locutorios. En este centro los internos, de primer grado, suelen recibir menos visitas.

En esta situación, cuando los presos y familiares o conocidos comunican, un alto número de ellos, se obliga al visitante a firmar un papel en el que se comprometen a usar la mascarilla en los vis a vis. No se pide ningún otro documento como por ejemplo el certificado de vacunación. Solo firman una responsabilidad de que no ha tenido un contacto con Covid. Desde el sindicato CSIF se solicitó que se extremaran más estas medidas para evitar brotes, pero desde la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias se denegó la posibilidad de poder pedir este u otro documento, algo que este sindicato sigue pidiendo al considerar «incongruente» que no exista tal obligatoriedad por prevención.

En cuanto al uso de mascarillas, aunque es obligatoria, esta norma es más complicada que algunos reclusos la cumplan de manera estricta.

Con respecto a los permisos, los que regresan siguen guardando cuarentena de diez días. Los que llegan de estar en libertad o ingresan en prisión (por sentencia o tras pasar a disposición judicial)guardan también esta cuarentena.

Desde el sindicato CSIF se ha ido advirtiendo durante toda la pandemia que era necesario tener un mayor control de la alerta sanitaria dentro de prisiones. Así han solicitado en varias ocasiones la realización de cribados masivos, sobre todo en los momentos más duros. Además de la mayor celeridad en las pruebas o el aislamiento sanitario cuando así se ha necesitado. También alertaron de la necesidad de que los trabajadores de estos centros fueran vacunados con una mayor prontitud.

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