REPORTAJE
Negociadores, así trabajan los policías expertos en situaciones críticas en Cádiz
Intervienen en intentos de suicidio, atracos con o sin rehenes, atrincherados... su mejor arma es la palabra. En la provincia hay dos agentes especialistas y «siempre se trabaja en equipo»
«Estoy preocupado por ti». Ese es el mensaje directo y claro que le mandó el inspector Roberto a un chico al que no conocía de nada pero al que por encima de todo quería ayudar. Se había marchado de casa y le había dejado a su madre una nota despidiéndose de ella. Diciéndole que ya estaba cansado y que quería acabar de una vez con todo. Por los motivos que fueran (no importan) había decidido escribir su punto y final. Quería teminar con su bien más preciado, su propia vida. Ese día iba a suicidarse . Angustiada, desesperada, sin saber qué hacer, su madre recurrió a la Policía, acudió a la Comisaría de Cádiz. Necesitaba que alguien encontrara a su hijo y se lo devolviera sano y salvo. La situación era límite y no se podía perder ni un minuto porque de ello dependía el final o el principio de una historia, de una vida.
Tras tener en su mano la información precisa y necesaria, el inspector cogió con serenidad su móvil y pudo contactar con el chico. El escenario era evidentemente muy complicado, incluso arriesgado, y dar un paso en falso, decir una palabra equivocada o inexacta, podía acabar de la peor forma posible. Sin embargo, su preparación y perfil como agente negociador le ayudó a mantener la calma, a no asustarlo, a escucharlo, a empatizar y ponerse en su lugar, a conversar y poder devolverlo a casa. La charla no duró mucho. Queda entre ellos. Pero a las pocas horas este adolescente dio señales de vida. Y no de muerte.
«Somos primeros interventores. No soy terapeuta... lo nuestro es simplemente una acción policial que se desarrolla en situaciones críticas , en momentos de urgencia que son muy peligrosos para la propia persona, para terceros e incluso para nosotros mismos», cuenta el inspector Roberto. Él es uno de los dos negociadores de la Policía Nacional que hay actualmente en la provincia de Cádiz, uno para la zona del Campo del Gibraltar y otro para el resto, aunque su labor no tiene un lugar determinado y van allá donde se les necesite e incluso se complementan y apoyan entre ellos.
En España hay 70 agentes que pertenecen a la Red Nacional que les dirige y forma de manera continua. Son los policías expertos en esta materia, que han sido preparados específicamente para resolver situaciones límites. Suicidas, atrincherados con o sin rehenes y armas, secuestros, enfermos mentales en episodios de peligro... circunstancias todas ellas en las que la duda o el error pueden terminar siendo fatales.
La figura del negociador, como suele ocurrir, tiene poco que ver con lo que el cine ha proyectado sobre ellos. Ese actor desafiante y colérico que habla irritado por teléfono con un secuestrador que está a punto de estallar por los aires un banco lleno de rehenes, está hecho más para los cines. Pueden darse situaciones así. En esto todo es imprevisible y cada una de estas acciones son únicas. Pero el agente especializado actúa bajo otras pautas mucho más pausadas, más determinadas y lejos de ese protagonismo de heroicidad porque, además, siempre trabajan en equipo con otras unidades que les cubren para mantener el control. Solos no podrían hacerlo. «No somos kamikazes. Hay que tratar de resolver, pero hasta ciertos límites y siempre teniendo muy claro que lo primordial es la seguridad de todos».
Sin embargo sí fueron los americanos, los reyes en estas escenas de acción, los primeros en desarrollar e institucionalizar la figura del policía negociador. «Los 70 fueron años muy convulsos y se dieron cuenta que había otra forma de aproximarse a este tipo de situaciones que podían hacer todo más llevadero». La palabra y la escucha como armas. La base absoluta de la negociación. El control de las emociones. El saber por qué el otro está alterado. Esta táctica policial tan humana pero tan diversa tardó en llegar a España de forma oficial. Después de algunos intentos, fue en 2007 cuando se comenzó a trabajar de manera más determinante en formar a los equipos especializados. Los agentes que se incorporan a la Red Nacional tienen que pasar una serie de pruebas y selecciones previas que determinan si tienen el perfil exigido para realizar un labor así. Además de ahondar en la psicología también se forman con el equipo táctico de los GEO, la unidad de élite del Cuerpo Nacional de Policía especializada en operaciones de alto riesgo. «Es un trabajo muy completo. Hay que estar preparado para todo. Nunca sabes qué puede pasar».
Y su tarea empieza cuando surge. «Cuando ocurre algún episodio crítico nos activan y nos desplazamos donde se nos necesite». Pero aunque todo sea urgente, para ‘ya’, se sigue un protocolo. «Los primeros actuantes, los policías que acudan, comprueban la realidad del hecho, lo comunican y los superiores ya deciden en base a lo crítica que sea la situación, si se supera la normalidad, que acuda o no alguien más especializado. Entonces se pone en marcha la maquinaria».
En Jerez, a 25 metros de altura
Y esa maquinaria se activó recientemente. Ocurrió el pasado 16 de marzo en Jerez. Un hombre amenazaba con tirarse al vacío desde un edificio en obras. Suspendía sus piernas sentado en una escalera de hormigón a 25 metros de altura. Al lugar acudieron agentes de radiopatrullas pero también el inspector Roberto como negociador acompañado de Pedro, un subinspector que va siempre junto a él como apoyo. «Antes de subir intentamos recabar toda la información posible. Así sabes si aproximarte de una manera u otra», recuerda. « La mente del suicida no es fácil . No es lo mismo que quieres matarte porque estás enfermo, porque has tenido un desengaño, por alguna adicción... esta persona quiere quitarse de enmedio y tienes que encontrar esos enganches que le pueden atar todavía a la vida».
Hace poco evitaron que un hombre se precipitara desde 25 metros. «Estuvimos hora y media hablando con él»
Y así, con tan solo un chaleco de seguridad y un paquete de cigarros en su bolsillo que también utilizó, el inspector, desafiando además su temido vértigo, y su compañero, seguidos y controlados por otros agentes de apoyo, subieron a por él. El negociador y su ‘'mano derecha' se ataron entre ellos con un arnés. La caída era desde un sexto piso. Mortal. Y ante ellos se encontraron al borde del precipicio a una persona inquieta, desesperada, nerviosa, destrozada, con la mirada huidiza y con un solo pensamiento. «Estuvimos una hora y media hablando con él».
Hasta los movimientos tenían que estar medidos. «Hay que intentar que no te vean como una amenaza, que no les estás prejuzgando sino que lo que quieres es escucharles , que no se hagan daño ellos ni pongan en peligro a nadie más. Luego, si tienen algún problema tendrá que acudir a un médico que les ayude. Ahí ya no entramos nosotros». Y así, poco a poco, la situación logró resolverse con éxito.
Esta y otras situaciones vividas o estudiadas han hecho que este policía considere que el suicidio no es una realidad que haya que ocultar. «Es un problema como cualquier otro y se deberían de hacer campañas de prevención e información más claras y directas y no mirar para otro lado porque se podrían salvar muchas vidas».
La labor del negociador no es solo de uno. «Trabajamos en equipo. Yo puedo hablar pero para que eso suceda y pueda hacerlo tranquilo tengo que tener al resto de compañeros pendientes de que la situación no se está torciendo. Por la seguridad de la persona involucrada, por todos los que están allí y por mí».
Atrincherado en Rota
Otra de estas situaciones críticas son los atrincheramientos. «Revisten más peligro. Puede haber armas, personas inocentes, gente altamente alterada por alcohol o drogas... requieren una intervención más inmediata», cuenta el inspector. Lo comprobó este verano pasado en Rota. Allí un chico se atrincheró armado tras una pelea en su casa. «Por la ventana sacaba una escopeta. Cuando llegamos estaba muy alterado». La negociación en este caso no fue nada fácil pero de nuevo con la calma fijada y la conversación necesaria se llegó a un acuerdo. «Conseguimos llegar hasta su habitación y sacarlo», recuerda orgulloso.
Otro episodio de alto riesgo se vivió recientemente en Algeciras cuando unos narcos se atrincheraron en una finca en Botafuegos y llegaron a disparar a los policías que intervinieron. En este caso el negociador del Campo de Gibraltar, el inspector Joaquín, y su equipo lograron convencerles de que salieran y no empeoraran las cosas. Dos horas de angustia donde la palabra terminó ganando también a las armas.
Este tipo de situaciones tan al límite también les puede pasar factura a ellos mismos. «No puedes involucrarte en cada historia, los sentimientos los tienes que dejar a un lado y centrarte en esa persona y en lo que puede pasar por su cabeza lo entiendas o no. Eso da igual. El objetivo es salir de esa situación lo mejor posible. Al final yo negocio pero no decido ». Estos agentes tienen que saber activarse pero también desactivarse. La Red de negociadores incluso dispone de una plantilla de psicólogos que ayudan a los propios agentes si lo necesitan y además les siguen formando de manera continuada a través de los informes que realizan sobre los casos reales en los que han trabajado.
Y así la labor de Roberto, Pedro, Joaquín y todos sus compañeros seguirá allá donde se les precise y cuándo otros lo decidan. No tiene fecha ni horario. Depende siempre de los demás. «En la vida todo es negociación. Cada uno tiene sus intereses y tienes que llegar a acuerdos que beneficien a las dos partes. Esto es lo mismo. No somos héroes, hacemos nuestro trabajo como servicio público que somos e intentamos mantener el control y la seguridad. Para eso estamos. Solo somos un recurso más».