Turismo

Una Navidad atípica sin zambombas en Jerez

La localidad jerezana vivirá uno de sus puentes más atípicos, sin los compases de los villancicos flamencos sonando en sus calles

N. Agrafojo

Desde finales del mes de noviembre hasta el 25 de diciembre de cada año , las calles de Jerez viven una auténtica fiesta y un constante trasiego de visitantes gracias a las ya tradicionales zambombas navideñas. Hasta el millar se ronda en Jerez. En cada calle, plaza o plazoleta resuena la ronca zambomba y el coro de improvisados tenores.

Un evento basado en la cultura popular que en los últimos años ha alcanzado un pujante crecimiento hasta convertirse en uno de los grandes atractivos turísticos de la provincia gaditana y de la ciudad de Jerez en estas fiestas. Cada año son más los turistas que aprovechan el puente festivo de la Constitución para desplazarse a tierras jerezanas para disfrutar con los compases de los villancicos flamencos que suenan en plazas y vías del centro y de la periferia. Un éxito que cosecha desde que la Junta de Andalucía catalogase la fiesta como de Bien de Interés Cultural en 2015, considerándola una de las expresiones culturales navideñas de mayor interés etnológico de la comunidad autónoma.

Casi un millar

Desde entonces, cada vez son más los grupos de amigos, las asociaciones vecinales, entidades culturales de todo tipo, centros educativos, peñas flamencas y hermandades que organizan una zambomba.

Este auge se demuestra precisamente con los datos turísticos de los últimos años, en los que Jerez se ha situado entre las localidades más visitadas de la provincia de Cádiz en estas fechas. Según la estadística de Turismo Andaluz de la Junta, Jerez llegó a alcanzar un 95% de ocupación en el puente festivo de 2019, motivado en gran parte por un fiesta que año tras año sigue ganando adeptos, no sólo de fuera sino de la propia provincia.

Sin embargo, el coronavirus ha frenado con rotundidad el crecimiento esperado para este 2020. Las calles de Jerez se quedarán este año sin espectáculos improvisados, limitándose la actividad a espacios culturales cerrados como el Teatro Villamarta o los claustros y a calles perimetradas de acceso restringido. La imposibilidad de permitir concentraciones de grupos de más de seis personas hacen inviable una fiesta que precisamente se basa en que todo el mundo participa y se pierde el carácter individual del cante flamenco: no hay una separación entre el público y los protagonistas.

Será, sin duda, una Navidad atípica para los jerezamos, acostumbrados a una tradición que comenzó en el siglo XVIII y que se ha mantenido viva sin interrupción hasta la actualidad.

Un frenazo histórico que muchos intentarán evitar volviendo quizás al punto inicial, cuando las zambombas se celebraban al aire libre en casas de vecinos, donde se cantaba y bailaba, hasta el alba, y donde compartían hasta la cena. Eso sí, este año habrá que hacerlo desde la puerta de casa, con mascarilla y manteniendo la distancia de seguridad. Todo un protocolo para que la zambomba sobreviva al virus.

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