Entrevista
«En el miniaturismo militar no hay ideología política»
Miguel López González de León es miniaturista militar y economista
Detrás de cada pequeña figura hay mucho tiempo e investigación histórica que hacen de esta afición un trabajo minucioso, arduo, pero satisfactorio
Miguel López González de León con las viñetas con las que ganó el concurso de Infantería de Marina.
Con apenas diez años Miguel López González de León ya estaba pintando soldaditos de plomo, afición heredada de su padre y su tío. Cuarenta años más tarde, este economista es, además, un miniaturista militar reconocido, que se alzó con el primer premio del IV Certamen Nacional de Modelismo Estático que tuvo lugar en San Fernando con motivo del 485º aniversario de la Infantería de Marina y en el que Miguel concursó con una serie de 15 miniaturas y 112 figuras con todo detalle y pintadas a mano, resumiendo la historia de este cuerpo de la Armada a través de sus uniformes.
No sabe cuántas miniaturas militares ha hecho desde que comenzó de niño . «Muchas, muchas», dice entre risas. «Este ‘hobbie’ es muy complejo», cuenta Miguel, «puedes hacer aviones, carros... Lo mío siempre ha sido pintar figuras de todos los tamaños».
Un puzzle para lograr la viñeta
Hasta llegar a realizar la maqueta completa el proceso es largo. Primero se compra la figura sin pintar, «antiguamente eran de plomo, ahora son aleaciones de estaño», señala Miguel. Tras quitarle las rebabas, «se imprime con un color, blanco o negro y se empieza a pintar». Para ello, existen varias técnicas: la acrílica y los óleos. «La diferencia es que la primera seca muy rápito, puedes ir cambiando de color y pintando capa sobre capa. Con el óleo es más lento, pero te permite hacer ‘voladuras’» (técnica que consiste en capas muy delgadas de pintura, de forma que se transparente la capa inferior, así el color que se ve es el resultado suavizado de la mezcla del color inferior más el de la veladura), detalla el artista. «Depende también de los pigmentos que tengan las pinturas», continua, al tiempo que señala que «España es un país que exporta mucho en este sector, con una compañía como Vallejo, que es un referente a nivel internacional de la pintura para modelismo».
Tras pintar llega el turno de los complementos, como las banderas, por ejemplo. «También hay tres técnicas, a través de papel de estaño y pintarla como quieras, comprarla en papel o imprimirla tú a color». Después, el suelo de las figuras, que también se pinta y se pone la vegetación correspondiente; la peana sobre la que va la miniatura y la chapa con la información de lo que muestra. «Cada cosa se compra en un sitio, por lo que hay que hacer un puzzle» , explica Miguel, hasta llegar a tener la ‘viñeta’ , como se llama la escena completa que se representa.
No obstante, lo más importante es el trabajo previo. Definir el proyecto que se va a hacer y realizar el estudio histórico respectivo . Para pintar las figuras de forma correcta, «tienes que buscar referencias históricas, estudiar, investigar y analizar». En el caso de las que ganaron el concurso enSanFernando, explica Miguel, el proyecto era realizar un recorrido histórico sobre cómo había cambiado el uniforme de la Infantería de Marina española desde su creación en 1537. «Fueron 15 viñetas, todas de años terminados en 7, como guiño a esa primera fecha». Encontrar las figuras en el mercado no fue fácil, «me tuve que adaptar a lo que había», ya que, explica Miguel, en España tan sólo una empresa ‘1898 miniaturas’, las vende, por lo que hay que ir a buscarlas al mercado inglés, estadounidense y francés, donde la oferta es mayor, ya que allí también es más elevada la demanda y la afición por el miniaturismo militar.
Mucho tiempo y paciencia
En contra de lo que se pueda pensar, este ‘hobbie’ no es caro , asegura Miguel. Detalla que una maqueta de plástico puede costar entre 20 y 25 euros y las figuras dos o tres. «Es muy asequible. Al principio hay que hacer la inversión de pinturas, pinceles y maquetas, pero no es caro», explica. «Además, cuando yo empecé no había Internet, ahora online encuentras toda la información y vídeos de cómo se pintan las figuras. ¡Ya me hubiese gustado a mí!», exclama.
Lo que sí hay que dedicarle es « mucho tiempo y paciencia . Al principio te van a salir las cosas muy mal, pero a base de dedicarle tiempo y esfuerzo y practicar se consiguen buenos resultados». Para Miguel, lo más complicado es precisamente eso, «conseguir el tiempo.Cuando estás trabajando y tienes hijos el tiempo es un recurso escaso. Pero en el que dedico me siento muy bien, estoy realmente concentrado y haciendo algo que me gusta mucho». Eso sí, «cada viñeta, cada obra, es diferente. Te pudes dar cuenta de que cuando has pintado una no es ese el color o te has confundido y debes volver a comenzar todo el proceso».
En el miniaturismo militar «no hay ideología política. Detrás de este ‘hobbie’ solo hay historia militar de españa y del mundo», asegura Miguel, al tiempo que destaca que «el componente histórico tiene que gustarte mucho porque tienes que plasmar la realidad, cuáles eran los uniformes, las banderas... No somos ideólogos ni políticos , somos miniaturistas y podemos hacer una viñeta de españoles republicanos en la Guerra Civil o de alemanes en la Segunda Guerra Mundial».
En España no son muchos los miniaturistas militares , una afición que, asegura Miguel, se ha visto diezmada desde la llegada de los videojuegos. Aunque en los concursos (de los que hay prácticamente todos los meses) se presentan centenares de obras, como fue el caso del de San Fernando, con 300 miniaturas. «Yo pertenezco a dos asociaciones , la ‘2 de mayo de miniaturistas militares de Madrid’ y la ‘Asociación de Modelistas Región de Murcia’», cuenta Miguel, «que se dedican a facilitar nustra labor, hablamos sobre los proyectos y compartes tu ‘hobbie’ con personas que te entienden».
Ahora tiene entre manos dos proyectos siguiendo la senda de la Infantería de Marina: el de ese cuerpo de las Fuerzas Armadas estadounidenses e inglesas. No sabe si las presentará a algún concurso como el que le trajo a Cádiz, pero ganas no le faltan. «Tras la pandemia hemos vuelto a los concursos presenciales y es una forma de viajar a otras ciudades de España y también del extranjero. Una manera un poco ‘friki’ de hacer turismo ».
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