REPORTAJE

Marineros, curtidos en lucha y salitre

Pescadores de Barbate defienden su trabajado oficio en unos momentos difíciles tras el hundimiento del 'Rúa Mar', la pérdida de sus tripulantes y una posible implicación con el narcotráfico

María Almagro

En el puerto de Barbate se respira oficio . En cada uno de sus rincones. En la lonja, en el muelle, en el bar donde cada mañana cuando todavía el sol no ha saludado, ellos ya se toman el primer o último café antes de volver a casa. Porque aquí las horas transcurren de forma distinta. Las marcan las mareas, la faena. Aquí manda por encima de todo el mar. «Ya puedes decir tú lo que quieras que si 'ese' no quiere dar, no hay ná que hacer», cuentan los que saben. Tienen la mirada profunda, la piel morena, castigada y curtida en salitre, humedad, sol y cientos de horas de calado. Sentencian más que hablan, no derrochan palabras así como así. Son marineros y se sienten con esa humilde autoridad que da la experiencia y los largos ratos «echaos ahí dentro».

Cerca de uno de los cantiles. A unos dos metros hay una puerta abierta. Da a un cuartito muy pequeño. Está lleno de cosas. Aparejos, garrafas, latas, litografías de barcos en la pared, y maquetas de madera de esos buques, unas excelentes reproducciones. Es como atravesar un túnel del tiempo. «Pasad sin problema, pasad». Nos invita a entrar alguien. Es Manuel. 73 años y desde que se jubiló a los 64, artífice de esas maquetas que hace con tanto cariño y respeto como el que siente por un trabajo que a él y a su familia les ayudó a tirar para adelante . «Yo hacía las cajas de envase de maderas de los barcos de aquí del puerto de Barbate. Hasta para once trabajé yo… con las cajas… he criado a mis cinco hijos», resuelve con orgullo mientras sigue lijando sin quitar la vista a lo que tiene entre manos.

Y en una de las esquinas destaca un cartel que cuenta mucho. Es de la 'Embarcación Joven Beatriz', un barco de 120 de motor y vela que en los años 50 fue el primero en ir a faenar a Agadir (Marruecos). Estuvo 40 días desaparecido pero el mar lo respetó y pudo volver cargado de sardinas y arenques.

Ahora, setenta años después, Barbate llora. Esta vez no hubo regreso. Las heridas por el recuerdo del 'Pepita Aurora' se han vuelto a abrir con el naufragio del 'Rúa Mar', un barco muy conocido en este puerto y donde hoy sus marineros lloran a compañeros, a amigos, a los que apreciaban y a los que todos dedican extraordinarias palabras, a pesar de las sospechas que se han despertado estos últimos días sobre si esa travesía tenía en verdad otro fin. «Eso… eso es una tragedia, hombre… nadie está preparado para algo así. Por muchos años que lleves». Aún así, prefieren no hablar demasiado sobre ello. En el muelle hay prudencia, respeto, emoción, tristeza .

Luis se jubiló hace dos meses. De sus 60 años, 44 los ha pasado a flote. Con gorra azul, camisa de franela y cuadros y chaquetón oscuro conserva la sobriedad que da su profesión. No se anda con rodeos. «Desgracias pasan en todos lados, el mar en una de las carreteras más seguras que hay», dice firme apurando un cigarro. Sin embargo sí entiende que no se puede perder el tiempo. «Si no sales, no hay venta, no ganas, pero sin embargo los gastos siempre están y cada vez son más y se vende y coge menos. No puedes tener un barco para salir solo diez días al mes». «En el Estrecho hay vientos, mareas… te obligan a salir sí o sí, un por cojones, porque si no la nevera está vacía. La Administración tiene mucha culpa de lo que está pasando con tantos impuestos y exigencias».

Su vida a bordo empezó pronto. «Estoy criado en la mar». Confiesa que no le gusta hablar de las riesgos o malas experiencias. «Verte ahí en medio, solo, con el agua hasta la cabeza, si piensas en eso, no sales. Forma parte de este tinglao». Pero se explaya en lo que le «duele». «Ahora lo echo de menos, claro, me he sentido muy a gusto, ver esos amaneceres, pescando… lo que pasa es que siento rabia porque veo que le dejo un testigo a mi hijo que no tiene porvenir… ¡con lo que hemos luchado y este oficio se está perdiendo!».

Luis (izquierda) se ha llevado 44 años en la mar. Antonio empezó también muy pequeño. Antonio Vázquez

Antonio , armador de un barco trasmallo, 56 años, piensa igual. «Empecé porque toda mi familia se dedicaba a esto. Mi padre, mis abuelos. Sin embargo tengo dos hijos y no quiero que estén aquí». «Antes se ganaba dinero pero ahora, con tantos impuestos y sin apenas ayudas, esto ya no». De ahí que vuelva a insistir en los riesgos que se corren. «¿El tiempo? El tiempo lo marca el dolor de barriga por el hambre. Aquí no hay sueldo, si hay pescado, ganas, si no, no. Y encima cuando pescas la mercancía se vende cada vez peor. ¡Mira las sardinas que han llegado hoy, una caja (siete kilos) a cinco euros y salieron ayer a las doce!. Un día entero para eso. No hemos visto recompensado nuestro esfuerzo».

Al lado de otros pescadores que están recogiendo las redes mientras otro de ellos prepara unos buenos bocadillos, pasa Nicolás . Con 56 años sigue en activo pero ahora, tras muchos años faenando en cerco, se dedica a las almadrabas. Empezó con 16. Y vuelve a coincidir en lo mismo. «Antes se podía vivir de esto, ya es muy difícil. Un día pescas y puedes tener un buen precio pero ¿y el resto? la mitad de estos barcos estarán en breve en el desgüace».

Nicolás, en el muelle.

«Barbate fue un puerto de referencia con más de cien barcos… ahora, habrá unos veinte, es el declive». De ahí que sus hijos no le hayan acompañado en el oficio. «Nadie quiere que ellos sigan en esto». Y en cuanto a los riesgos y la tragedia que ahora les hace crujir. «Se pasa muy mal. Te ves solo. Puedes salir con buen tiempo y que ahí dentro te coja un zarpazo, y aunque ahora los barcos están muy preparados, el mar es el mar. El 'Titanic' era grande y un cacho de hielo lo echó abajo». Aún así como buen pescador concluye: «A la mar no hay que tenerle miedo, hay que tenerle respeto. Si se pone mal la cosa, recoger y para casa». «Poco ha pasado porque la pesca es así y aquí hay grandes profesionales».

En cuanto a lo sucedido con el 'Rúa Mar' la discreción es máxima. Y sobre su posible implicación en asuntos más oscuros, mucho más. «Eso habrá que investigarlo todavía, se está jugando con su honor. Aún así, este oficio es de trabajadores honrados y es una pena que por algunos que pueda haber nos den a todos».

Capilla de la Virgen del Carmen en el puerto de Barbate. A. Vázquez
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