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Ana Mari, una vida que contar, una señora con la que aprender

Ana Mari, en su casa de verano

Goretti Domecq

Ana Mari Bohórquez Mora-Figueroa , más de 90 años compartiendo su alegría y bondad con todos los que la rodean. Nació en Jerez de la Frontera , ciudad en la que vivió con sus padres, hasta que, a los 27 años se casó con el empresario, político, pero sobretodo, escritor Antonio León Manjón , más conocido como Toto, y se trasladaron durante unos años a Sanlúcar de Barrameda, tierra natal de su marido.

Antes de empezar nuestra charla, se justifica e insiste en que no tiene nada que contarnos, porque considera haber sido una observadora y esposa a la sombra, que ha acompañado toda su vida a su marido, de quien dice que era una persona muy brillante. «Donde él iba, todo el mundo le escuchaba», aunque en este caso, sí que se cumple el dicho de que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer, y quienes la conocen, están completamente de acuerdo. La consideran una persona llena de historias, anécdotas, culta, divertida y a la que merece la pena ser escuchada , pero bueno, eso es parte de la humildad y sencillez que le caracteriza, le gusta quitarse importancia.

La infancia de Ana Mari, dice que era como la de muchas niñas de la época, pero sobre todo, muy distinta a la que hay ahora. «Era algo más monótona, me fui interna a las Irlandesas de Castilleja. Cuando terminé, volví a Jerez hasta que me casé, aunque solíamos movernos mucho a Madrid, porque a mi padre le gustaba pasar temporadas allí. Me casé tarde, y eso me dio la oportunidad de pasearme mucho, y conocer a mucha gente». Los 10 primeros años de casada, vivió en Sanlúcar, donde Toto tenía una casa, y su suegra otra muy grande, donde se reunían todos, especialmente en las carreras, que venían gente de Sevilla, Jerez, El Puerto… siempre mucha gente entrando y saliendo. « Eran unos tiempos muy distintos, las casas estaban abiertas , no había miedos ni de que te robasen, ni nada».

Ana Mari de joven con su hija Bea

Después volvió a Jerez, junto a su marido e hijos, ya que preferían vivir en una ciudad un poco más grande, que además estaba en auge. De Toto, un abogado y poeta costumbrista, nos cuenta que, en 1955, con veintiséis años de edad, cuando eran novios todavía, pronunció el primer pregón del Rocío en la Bodega de la Concha, en Jerez de la Frontera. «En primera fila se encontraban Paco Ande y José María Pemán, lo que impresiona mucho, por los grandes escritores que eran ». Volvería a repetir experiencia veinticinco (1980) y cincuenta (2005) años después. Para su viuda, es todo un orgullo y un privilegio haberlo vivido. Así inició su andadura como activo pregonero de las tierras gaditanas, el vino, el toro, la Semana Santa y la Virgen del Rocío , cuya hermandad de Jerez había fundado su padre, también Antonio, en 1932. Ana Mari, cuenta que su hijo que comparte nombre y mote con su padre, sigue esa tradición y devoción por la Virgen del Rocío.

Nos encontramos en su casa de veraneo, en Vista Hermosa, y es inevitable recordar los primeros veranos de niñez que recuerda Ana Mari. De pequeña iban desde Jerez a la playa del Chorrillo , que era lo que hoy es la parte de la Base Americana, y allí coincidían con el General Pardo, rodeado de soldados. Les parecía muy divertido ver la orgánica que llevaban. «Nos veníamos con las neveritas, y allí cada familia, que eran contadas, tenía una caseta de madera. Era la única bajada que había, porque las urbanizaciones que vemos ahora, eran todo fincas».

Más mayor, en su etapa de adolescencia, iban a Cádiz, donde tenían multitud de amigos. Se alojaban en el Hotel Atlántico, y asistían a fiestas en el Club de Tenis, deporte que además practicaba . También, nos recuerda que todas las noches había una orquesta, donde cantaban Angelito el Negro y Antonio Machín, que entonces no era tan conocido como ha llegado a serlo. «Los escuchaba desde la habitación, lo hacían increíble». A veces, también iban a de excursión, y en una de esas veces cuando estaban en 'Puerta Rota', vieron una nube negra, fue la explosión de Cádiz del 18 de agosto de 1947 , pero pensaban que había sido el polvorín de la Sierra de San Cristóbal. Entonces dijeron: «vamos a volvernos a Cádiz. Y fue en el tren cuando nos enteramos que había sido el polvorín gaditano, porque se paró antes de tiempo y bajaron a todo el mundo. Nos llevaron, a la playa donde tuvimos que dormir porque en el casco urbano no se podía entrar, por si había una segunda explosión. Para Cádiz fue un suceso horrible, porque la onda expansiva afectó a muchísimas familias . Cambiaron muchas cosas después de eso, se hizo una inversión muy grande, en manos del alcalde León Carranza, que se ocupó de todo de una forma positiva».

Ya casada, en 1975, compraron esta parcela en la que nos encontramos, y construyeron una casa. «Empezamos a venir con mis hijos, que estaban todos solteros. Recuerdo esos tiempos, como muy bonitos. Éramos como una gran familia donde todos nos conocíamos. Se iba al Buzo, entraban socios y no socios. Había muchas fiestas en las casas, en más de una el catering lo servía el mítico Alfonso. La vida era muy diferente, por esos primeros años, recuerdo que venía el cobrador de la luz, que se pagaba en casa».

Ana Mari, que siempre ha sido una aventurera y gran aficionada a los paseos , considera que eso es clave para mantenerse tan bien como lo hace. Nos cuenta una anécdota, que ella solía ir a andar por la playa desde la Calita hasta Puerto Sherry , y lo hacía a última hora de la tarde-noche, entonces, muchas veces cuando volvía, la marea ya había subido, y le gustaba cruzar nadando. «El cobrador de la luz, que siempre era el mismo, ya me conocía y una de esas veces que me daba los baños a última hora, me reconoció y vino corriendo porque pensaba que me estaba ahogando».

Muchos años han pasado desde entonces, pero nuestra protagonista, sigue dando los mismos paseos, aunque no tan tarde, pero su agenda social sigue igual de divertida que en su juventud . Juega a las cartas un día a la semana, aunque ya lo hace con las hijas de sus amigas, va a misa de 1 cada día, no se pierde una charla cultural en El Buzo, o una comida o una cena con sus amigas de toda la vida. En muchos de sus planes, está su hermana Victoria, que son inseparables , tanto, que hasta se casaron el mismo día, y siguen compartiendo infinidad de planes.

Ana Mari, una persona muy querida por todas las generaciones, por su humildad, por su simpatía, por su capacidad de conversar, por su humor, por el cariño que muestra a los demás y por sus ganas de seguir aprendiendo . Familiar, le encantan los veranos porque es cuando más tiempo pasa con sus hijos y nietos. De espíritu joven e incansable. Atenta y preocupada por las historias de quienes le rodean, ya sean mayores o pequeños. Con una memoria privilegiada , que nos ha permitido conocerla un poco más, porque cualquier artículo es poco para una persona como ella.

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