Listeriosis y coronavirus: Las dos crisis de Sabores de Paterna

Se cumple un año de la crisis de la listeriosis, que afectó de forma directa a esta empresa familiar

Su cartera de clientes incluso creció tras el cierre por listeriosis, pero la empresa mantiene la incertidumbre por el Covid-19

Una de las trabajadoras de Sabores de Paterna, con mascarilla. Francis Jiménez

Fran M. Galbarro

15 de agosto de 2019, hace hoy un año. La Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía recibe una comunicación del Laboratorio de Municipal de Sevilla en la que indica que el cultivo de la muestra de carne mechada tomada dos días antes en un restaurante de La Rinconada ofrece un «crecimiento espectacular» en los niveles de listeriosis , una zoonosis (enfermedad que un animal puede contagiar a humanos) poco frecuente pero extremadamente grave.

La Consejería de Jesús Aguirre no dudó en decretar la alerta sanitaria sobre el producto de carne mechada con el nombre comercial ‘La Mechá’, fabricado por la firma Magrudis. La confirmación oficial de los resultados llegó cuatro días más tarde, aunque para entonces la Junta ya había suspendido la actividad de la empresa y había logrado difundir, en pleno puente de agosto, el riesgo que suponía el consumo de esa carne mechada.

Tres personas fallecieron – hay expertos que opinan que pudieron ser muchos más –, el dueño de Magrudis y su hijo acabaron en la cárce l y las críticas de la oposición en esas semanas señalaban la tardanza en actuar por parte de la administración. Pocas semanas después, en Cádiz, la Junta fue señalada por lo contrario: una «actitud precipitada».

En el marco de aquella crisis sanitaria, con decenas de infectados, un niño de 14 años acudió con gastronteritis a un hospital en Móstoles (Madrid). Su acompañante alertó a los sanitarios de que unos días antes, el 19 de agosto, el pequeño había comido un bocadillo de carne mechada en Conil de la marca Sabores de Paterna . Varios familiares más habían consumido el mismo producto, pero ninguno presentaba síntomas hasta el momento. La Dirección General de Salud Pública de la Comunidad de Madrid activó el protoclo y comunicó el caso a la Junta, que envió a los inspectores al local de Conil donde la familia compró el bocadillo y a la fábrica de Sabores de Paterna.

Una de las muestras recogidas en Paterna de Rivera dio positivo en listeriosis y el 6 de septiembre comenzó la pesadilla para esta pequeña empresa familiar de menos de diez trabajadores. «Llegaron en torno a las 12 del mediodía: primero el veterinario de la zona, a los diez minutos el comarcal y luego el provincial. Cerraron la baraja y ya estaba diciendo el consejero que habían cerrado la fábrica», recuerda Bartolo Rodríguez, propietario de Sabors de Paterna.

La Consejería de Salud y Familias decretó la alerta alimentaria , «también por listeriosis y por carne mechada sobre la marca Sabores de Paterna», según detalló Jesús Aguirre. Se suspendió la producción, se inmobilizaron las partidas y se ordenó la retirada de toda carne mechada de la marca repartida por los establecimientos de los clientes. Más tarde se paralizaron todos los productos y se cerró la fábrica.

Sin embargo, la explicación del consejero generó dudas a los miembros de la empresa desde un primer momento. «Debo decirles que el niño de 14 años ha dado negativo en listeriosis y que ninguno de los familiares que consumió la carne mechada ha resultado enfermo», manifestó Aguirre, quien reconoció, además, que las muestras tomadas en el supermercado donde la familia compró el producto dieron negativo.

«Daba mucha rabia, más cuando sabíamos que no era justo. Fue demasiado, pero teníamos que esperar», recuerda una de las trabajadoras de Sabores de Paterna, quien tiene un mal recuerdo de aquellos días en los que «los periodistas nos perseguían». «¡Eso era acoso!», rememora.

«Pregunté dónde estaban esas muestras para yo analizarlas, pero las habían destruido el laboratorio. Suspendimos la producción, llamamos a todos los clientes para que no se consumiese la carne mechada ni los chicharrones. Fuimos a recogerlo todo y no había sitio para meterlo. Yo tenía las cámaras llenas y ellos no sabían cómo actuar porque nunca había pasado algo parecido. No tenían claro el protocolo », recuerda Bartolo Rodríguez.

Bartolo Rodríguez, propietario de Sabores de Paterna. Francis Jiménez

Durante las siguientes jornadas, varios expertos veterinarios dudaron del cierre. Algunos consideraron «excesiva» la medida y plantearon la posibilidad de que hubiese un error. Sabores de Paterna había encargado un estudio independiente días previos al cierre, ante la crisis desatada en el sector cárnico por el caso Magrudis, en el que todas las muestras habían dado negativo en listeria.

El director del laboratorio independiente, Antonio Pérez, denunció en LA VOZ que las Unidades Formadoras de Colonias (UFC) de listeria por gramo encontradas en la muestra que dio positivo estaban « muy por debajo de lo que la bibliografía considera un problema sanitario , es decir, entre 100.000 y 1.000.000 de bacterias. 11.000 –la cifra con la que se consideró positivo– no es nada en microbiología».

Tecnicismos aparte, el director de Biocentrol Laboratorios puso en cuestión la dimensión mediática del caso. Sin víctimas constatadas, la alerta de Sabores de Paterna se limitaba a una cuestión alimentaria; no había consecuencias sanitarias demostradas, como sí hubo con Magrudis. «Si el consejero hiciera una rueda de prensa con cada alerta alimentaria tendría que salir tres veces cada seman a», manifestó Pérez.

El paso del tiempo, sin víctimas ni más positivos en listeria en las más de 150 muestras examinadas, provocó una ola de solidaridad hacia la empresa familiar, Sabores de Paterna. Un buen ejemplo de ello fue la manifestación multitudinaria convocada en el municipio por sus propios vecinos, a la que acudieron cientos de personas .

La empresa recibió los permisos necesarios para volver poco a poco a la normalidad. El primero de ellos fue poder dar salida a los productos que habían estado retenidos . Sin embargo, recuerda Rodríguez, la marca desechó «entre 3.000 y 4.000 kilos» de partidas que «estaban a punto de caducar» tras semanas a la espera.

Un cartel pide precaución para evitar contagios en la tienda de Sabores de Paterna, en el municipio de La Janda. Francis Jiménez

Los inspectores alimentarios le exigieron llevar a cabo una serie de reformas en la fábrica , así como adquirir una nueva máquina para evitar posibles casos de listeria en un futuro. «Después dijeron que no se había cerrado por listeria, sino porque necesitaba una reforma. Pero habían venido muchas veces en los últimos años y estábamos al día. Hacíamos lo que nos decían», valora Bartolo Rodríguez.

Sabores de Paterna recibió todos los permisos para volver a abrir su fábrica el 6 de noviembre, dos meses después. El consejero, Jesús Aguirre, valoró el cierre del caso con una frase que Bartolo Rodríguez no olvidará. «Tuvo la mala suerte de que le pilló en mitad de la crisis y las cosas se magnifican de una manera exponencial» porque «de este tipo de casos hay más de veinte al año en estos productos», dijo Aguirre. « Eso fue un reconocimiento a su error . No fue mala suerte, es que lo hicieron muy mal», valora el propietario.

La empresa comenzó a remontar durante los meses siguientes. La empatía generada fue tal que incluso «crecieron las ventas respecto a años anteriores» . Sabores de Paterna mantuvo su principal cartera de clientes, entre los que se encuentran importantes chefs y el mítico Casa Manteca de Cádiz.

La solidaridad mostrada por su pueblo consolidó una nueva fiesta local, la I Fiesta Internacional de la carne mechada y los chicharrones . Un evento que pretendía ser anual, pero que la llegada de una segunda crisis sanitaria chafó.

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