REPORTAJE

Lazos de sangre... y de droga

Desde los Castañas en el Estrecho, hasta los Galopa en Sanlúcar o Los Santiago en El Puerto, Los Guijo, Los Antones... el 'negocio' del hachís o la coca se queda en casa

M. Almagro

Por herencia, por educación, por ambición, por esa inherente complicidad de la sangre, por lo que sea, en el oscuro mundo del hachís y la cocaína se mezclan a menudo los negocios con la familia . Así lo demuestran la multitud de investigaciones y operaciones policiales que llevan esposados ante un juez a hermanos, primos, hijos, gente que además de techo y mesa parecen compartir el delito. Se suele de hablar de clanes, pero sencillamente son grupos de personas a las que les gusta 'trabajar' con gente de absoluta confianza en unos movimientos que tienen que estar muy medidos y ser lo más discretos posibles para que los planes les salgan bien y así sus bolsillos se puedan llenar más.

Una nueva prueba de que existen multitud de vínculos familiares en el narcotráfico se volvía a escenificar esta pasada semana. En esta ocasión, en Barbate. Allí el grupo especializado Occon Sur de la Guardia Civil desarrollaba una nueva operación contra el tráfico de hachís con la detención de más de una veintena de personas. Y entre ellos arrestaban a dos h ermanos, a los que, además, se consideran los supuestos cabecillas de este grupo criminal. A su alrededor, gente de absoluta confianza con los que presuntamente se dedicaban a colar droga desde Marruecos a España por la costa jandeña tanto en 'gomas' como en recreativas. Algunos de ellos gente muy joven que parece que han heredado las maneras de grandes clásicos de la zona como los 'Antones'.

Precisamente el caso de Antonio Vázquez Gutiérrez, alias 'Antón' es otro de los ejemplos de este trabajo en familia dedicado a los fardos. Actualmente se encuentra en prisión cumpliendo condena. La última vez que lo pillaron fue a finales de 2015. Aquella escena fue muy significativa. A plena luz del día llevaba una pequeña lancha con unos 240 kilos (bastante poco para lo que este personaje fue en sus tiempos) y él mismo iba a los mandos. Pero lo más sorprendente es que quien le acompañaba era su hijo todavía menor de edad. Impertérrito dejó que los agentes del Servicio Marítimo hicieran su trabajo y asumió que había vuelto a caer. Porque así se lo había enseñado su padre, Antón ‘Viejo’, quien también se dedicó a meter droga en los años más castigados por esta lacra en Barbate. Antón padre enseñó a Antón hijo y ahora parece que el hijo al nieto. Una forma de vida que habían visto siempre en casa.

La última vez que pillaron al mítico Antón iba con una lancha llena de fardos junto a su hijo de 17 años

Detenidos una y otra vez

Por la desembocadura del Guadalquivir esta relación de lo ilícito y la estirpe también suena bastante. Nombres históricos así lo dejan claro. El Cagalera y el Diarrea , padre e hijo, los Vargas, condenados en varias ocasiones por lo mismo. El padre ya saltó a la fama en los noventa en la mítica 'operación Pitón', dirigida por Baltasar Garzón. Años después, en 2006, volvió a ser apresado. Esta vez acompañado de su hijo. Y, de nuevo, en 2011. A pesar de que estaba cumpliendo el tercer grado, lo relacionaron con un alijo de más de una tonelada de hachís que habría sido incautado en Isla Mayor (Sevilla).Se detuvo a una veintena de personas como presuntos miembros de la aquella banda.

De la misma orilla son los Galopa . Antonio Perez Raposo fue detenido junto a su padre y su hermano hace ahora un año en la ‘operación Euyun’. Antonio ‘Galopa’, considerado el cabecilla, había pisado ya la prisión, sin embargo, según quienes le siguieron la pista, al salir volvió a lo mismo. Dicen que reunió a los suyos y quiso recuperar el sitio que había perdido tras estar un largo tiempo encerrado.

'El Diarrea' heredó las maneras de su padre 'El Cagalera' de colar droga por el río Guadalquivir

La forma de actuar de este presunto narcotraficante consistía en utilizar pequeños puertos deportivos de Cádiz como punto de botadura y partida de los barcos de pesca en los que colaban la droga. Baja la apariencia de que salían a faenar, como cualquier otro aficionado, se adentraban mar adentro hasta un punto previamente convenido donde una semirrígida de gran potencia les abastecía de la mercancía que debían transportar, volviendo al puerto de partida con las cañas echadas y todos los enseres de la supuesta pesca desarrollada.

Así se pudo ver en el impactante vídeo de la interceptación de uno de estos barcos cuando los agentes los abordaron a toda velocidad y apuntándoles con sus armas les daban el alto a gritos. La seguridad y el ritmo con el que actuaron los que fueron tras ellos se entiende porque tenían firmes sospechas de que era una banda que podía tener armas. Es más, cuando se entró en la casa del Galopa tras la puerta principal encontraron una pistola 9 milímetros, montada, cargada y municionada. Y debajo de su cama de matrimonio otra escopeta del calibre 12. Junto a él cayeron otras dieciséis personas que rendirán cuentas ante la justicia próximamente. Entre ellos, varios familiares directos.

Cabecillas, hombres... y mujeres

Sin salir de Sanlúcar otro de los clanes que han sido especialmente activos es el de la Pinilla . Al frente, Dolores, una mujer de unos cuarenta y tantos años y un «poder» en el negocio bastante considerable. Según la sentencia que ya la condenó era la líder de un grupo dedicado al tráfico de sustancias al menudeo como el ‘rebujo’. Con una actividad de venta «brutal». Su lugar de distribución, el barrio de la Huerta de San Cayetano donde fue arrestada en un fuerte dispositivo. Junto a ella cayeron sus dos hijas y las parejas de éstas. De nuevo el negocio se movía en casa.

Si se piensa en narcotráfico y en el Estrecho de Gibraltar salta de inmediato el nombre de los hermanos Tejón. Los Castañas o Castañitas. Herederos de una saga dedicada a lo que se sospecha, o al menos, que esta semana pasada les volvía a llevar a prisión. Francisco ‘Isco’ y Antonio también representan para muchos esa figura del narco que entiende la vida de esa forma. Hermanos, hijos, sobrinos, cuñados y esposas que han sido salpicados y detenidos por las fuerzas policiales acusados de pertenecer a uno de los supuestos grupos criminales que más hachís meten por La Línea y alrededores. Antonio eIsco han compartido hasta fuga. Han sido prófugos y se han refugiado en Marruecos o en la misma zona del Campo de Gibraltar en una de sus tantas propiedades cuando han sentido el aliento de la ley en la nuca.

Los famosos Castañas de La Línea, Antonio e Isco, hermanos, comparten ahora también la falta de libertad

Sin embargo ahora no han tenido más escapatoria. Este pasado jueves la sección de Algeciras de la Audiencia Provincial de Cádiz admitía el recurso que presentó la Fiscalía Antidroga contra el auto de finales de octubre de un juez que decretó la libertad provisional bajo fianza para ambos hermanos, una fianza que ambos abonaron –de 120.000 y 200.000 euros– y que para el Ministerio Público era «irrisoria» para dos personas cuya riqueza se estima que puede llegar a los veinte millones de euros. Dinero además, que, según quienes les han estudiado bien, procede del narcotráfico. Tras la vista celebrada el destino de los dos hermanos fue el mismo:la cárcel. Francisco a Botafuegos y Antonio a Albolote.

A otro tipo de tráfico se dedica otro clan que ha caído hace poco en las manos de la Policía. En El Puerto. El clan de Los Santiago , una supuesta organización dedicada al trapicheo de cocaína que se estima que podían vender unos seis kilos a la semana. Y en esa estructura criminal, de nuevo la familia. Padres, hijos, primos... Los investigadores creen que al frente estaba uno de los dos hijos del patriarca. «Decía lo que había que hacer», cuentan.

La incautación de más de un kilo de cocaína en un coche por un 'pase' y su vinculación con unos potentes proveedores de Estepona –probada por diferentes gestiones policiales–, fueron claves para poder ir a por ellos en la bautizada como 'operación Málaga'. Pero también la gran actividad que tenían y la gran cantidad de droga que vendían en zonas de ocio, prostíbulos, fiestas en chalets y a particulares. «No paraban».

Además de estos ejemplos de los lazos de narcotráfico y la sangre hay muchos más, una práctica que algunos convierten en costumbre, herencia o simplemente en una forma de moverse en confianza para ganar mucho dinero.

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