Día Internacional de la Mujer

«El 8M se está politizando mucho y se ha convertido en un reducto reivindicativo»

Esther Puertas es investigadora en la Universidad de Cádiz, donde lidera un proyecto de turismo sostenible

Esther Puertas, doctora en Sociología y técnica de la oficina de Cooperación Internacional de la Universidad de Cádiz (UCA). L.V.

Verónica Sánchez

Esther Puertas es doctora en Sociología y técnica de la Oficina de Cooperación Internacional de la Universidad de Cádiz , donde es coordinadora de la Comisión Agenda 2030 y Sostenibilidad en la Red Iberoamericana de Universidades comprometidas con la Educación en DDHH y Ciudadanía Inclusiva, así como miembro del grupo PAIDI HUM-888 e investigadora del Instituto Universitario de Desarrollo Social Sostenible (INDESS) y promotora del laboratorio social COEDPA del INDESS. En éste lidera un grupo de investigadores multidisciplinares de diversos países, como Rusia, Brasil o Irlanda, la mayoría mujeres, que desde 2019 trabaja en un modelo de turismo azul, sostenible e inclusivo.

En este marco vio la luz el prediseño de la aplicación móvil Zero Risk 2030 , que consiguió el segundo premio en el Ocean Hackathon 2020, un evento científico de carácter internacional que por primera vez tuvo lugar en España. Para el desarrollo de esta aplicación y la realización de un proyecto piloto en Chiclana han conseguido financiación de la Fundación Centro de Estudios Andaluces (CENTRA). «La idea es ofrecer al visitante o al turista información útil y actualizada sobre riesgos costeros, accesibilidad y patrimonio natural, cultural e histórico de las ciudades », cuenta Esther, que se define como «emprendedora social». «La innovación es unir estas tres patas y más aún ahora, que somos conscientes de vivir en una sociedad en riesgo», detalla.

Cuenta Esther que, antes de la pandemia, cuando iban a tratar situaciones de riesgo naturales a las instituciones, «hacían oídos sordos», pero todo cambió con la llegada del covid, «ahora todo el mundo habla de turismo seguro» .

Esther estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Granada. Finalizó la carrera en el año 2000 y después se licenció también en Derecho. «Siempre he estado muy motivada, me encantan las políticas públicas y cuando era más jovencita quería trabajar en algún organismo internacional», tras realizar estudios de diplomacia, se dio cuenta de lo complicada que era esa vía y «terminé en la UCA, primero con una beca y después con una plaza». Tiene 44 años y dos hijos, de 8 y 6 años . «Creo que la igualdad real y efectiva después de mucho trabajo tanto de los movimientos asociativos (en los que he estado muy implicada) y de los cambios de normativa, está llegando», declara. «La juventud está mucho más empoderada pero se dejan llevar por la inmediatez».

¿Cómo es su día a día?

Haciendo mil cosas, sin parar. Con miles de proyectos y tratando de disfrutar de las pequeñas grandes cosas de la vida, que para mí es la familia, pero sin dejar de lado el desarrollo profesional, porque llevo toda la vida luchando por mis sueños. Y para eso hace falta un esfuerzo importante.

Primero la pandemia, ahora una guerra. ¿Cómo ve la situación actual?

Aterrorizada. Soy muy consciente de lo que es convivir con los riesgos y la guerra actual es una amenaza antrópica. La generación a la que pertenezco ha vivido de forma muy tranquila, pensando que no nos iba a tocar y hemos sido golpeados muy duramente en estos dos años. Y lo que está por venir. El concepto de seguridad tiene que cambiar. Yo me siento abrumada por los acontecimientos . Veo a esas familias que han tenido que huir, me pongo en la piel de los ucranianos y me da mucha tristeza.

¿Ha tenido más dificultades en el mundo laboral por ser una mujer?

La carrera académica tiene muchos obstáculos para todas las personas, ya sea hombre o mujer. Depende del camino que cada uno elija. En mi caso, tener un perfil híbrido técnico e investigador me ha requerido muchos sacrificios. Las dificultades son las mismas para todos, es una carrera muy ardua, a veces desagradecida, y que te requiere un esfuerzo brutal. Si eres una mujer en edad fértil y decides tener hijos, el esfuerzo es doble o triple. Para ser justos, esta dificultad es igual para cualquier persona que ejerza como madre o padre, es decir, que cuide a sus hijos, no puedo decir que sea sólo por ser mujer.

Las limitaciones son mayores en las empresas privadas que en el sector público, porque la normativa nos garantiza la igualdad, pero hay una sutileza, como que los jefes masculinos manden tareas diferentes a hombres y a mujeres , y quien hace la ley, hace la trampa.

¿Qué reivindicaciones cree necesario realizar este 8M?

El problema que yo veo es que llega el Día de la Mujer y las agendas políticas se bloquean, además de hacer el 'show' de salir en la manifestación . Esto es importante, sí, pero ya queda atrás y hay que dar un paso más. Asimismo, es contraproducente, porque la gente está sobresaturada, el tratamiento de esta cuestión se ha quedado caduco.

El Día de la Mujer se está politizando mucho. El 8M se ha convertido en un reducto reivindicativo, un saco donde se mete todo y estamos perdiendo el norte . Al ampliar el discurso, el mensaje se diluye. Vamos a centrarnos en cosas que realmente sean importantes, para mí, los micromachismos , algo en lo que se tiene que centrar el sistema educativo y también los padres y madres, porque nosotros tenemos compromiso en la educación de nuestros hijos y la responsabilidad compartida se tiene que ejemplificar en casa.

En el caso de la discriminación positiva me preocupa que mis hijos pequeños se sientan discriminados por ser varones, que al final tengan que pedir hasta disculpas. Vamos a bajar el tono del discurso y a luchar por el empoderamiento de las personas , mujeres y hombres.

¿Hemos llegado a la igualdad real o aún nos queda por andar?

Siempre hay cosas por hacer, pero en los últimos 20 años hemos dado pasos muy significativos. Yo he estado en esa lucha, tanto en el movimiento asociativo como en la política, y ahora hemos conseguido muchas cosas. No obstante, hay dos puntos importantes. Por un lado, a veces la normativa va cargada de limitaciones económicas. Y, por el otro, la conciliación de la vida laboral y familiar. Nos creemos 'superwoman', con jornadas maratonianas. En mi caso, por ejemplo, he tenido mucha ayuda de mis familiares. Y para ser una óptima investigadora en la misma posición que un hombre hay que hacer renuncias. Cuando terminé la carrera de Derecho, mi hijo acababa de nacer, tenía los exámenes finales y la defensa del Trabajo Fin de Carrera. Perdí hasta la leche. A mi hijo prácticamente no lo vi hasta que entregué la tesis, cuando tenía cinco meses.

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