FESTIVAL CABO DE PLATA

«Ya es imposible pararlo»

Para los jóvenes la incertidumbre acaba al llegar al recinto

c. cHERBUY

Dos personas mayores están sentadas en un banco. A sus espaldas, uno de los aparcamientos habilitados para un macro festival que espera reunir a unos 30.000 jóvenes. Hablan del tiempo, de otros tiempos y de esas cosas que se hablan a cierta edad y que suele comenzar con un: «te has enterado lo que le ha pasado...». Hasta que en un momento miran para detrás y se extrañan de la cantidad de coches estacionados que hay ya en el lugar. «Pues al final va a venir gente». «Pero gente», remata.

La polémica, las advertencias y la incertidumbre no ha podido con las ganas de pasarlo bien y la inversión realizada. Al llegar se produce la misma sensación: «esto ya es imposible que lo puedan parar». Desde Navarra, Barcelona, Madrid, de casi todos los puntos de España llegaban ayer con sus mochilas y casetas a cuestas. El número de autobuses era llamativo y pocos eran los que no se habían enterado de la polémica de este festival. «Sí sé que desde la comunidad autónoma se dijo que no y desde el Ayuntamiento que sí. Hemos visto en redes que hablaban de posible desalojo, pero al llegar nos hemos sorprendido porque todo está muy bien montado y la organización parece tenerlo todo controlado».

Era la opinión general, si bien esta primera avanzadilla es un goteo con lo que se espera que llegue a Barbate en los próximos días. Y es que precisamente hay quien se ha convertido en eso, en un avanzadilla, para garantizar que el evento sigue adelante. «Nosotros somos los primeros que hemos llegado para comprobar que todo está bien. El resto viene después y según lo que le digamos nosotros, pero la verdad es que todo está muy bien y no parece que haya ningún problema», comentaba la madrileña Patricia Hernández.

«Sí es cierto que ha habido descontrol porque primero era en un sitio, luego era en otro, hay casetas que valen un montón de pavos y que la gente la está desechando para buscarse la vida porque está a pleno sol, pero por lo demás bien.Estábamos intranquilos pero al llegar ya desaparecen los miedos», aseguraba Alberto Heredia, que viene desde Asturias.

Ayer se ultimaban los trabajos en la zona de duchas, así como en el lugar de la acampada prohibida por el riesgo de incendio.

Los que se frotan las manos son los propios comercios de Barbate, sobre todo bares y restaurantes, que ya ayer comenzaron a sentir ese goteo intenso de asistentes. «Es un revulsivo y ojalá que lo hagan todos los años. Entiendo que puede haber cierto riesgo porque es un volumen muy alto de personas, pero para eso supuestamente debe haber medidas y personal de seguridad. Pero para nosotros es un regalo y más con la situación que atraviesa el pueblo y el trabajo que va a dar en la zona», comentaba Agustín Aragón.

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