Coronavirus

Una Iglesia viva y llena de fuerza hace frente al cierre de los templos en Cádiz

Tres sacerdotes de la provincia cuentan su experiencia ante el confinamiento domiciliario y trasladan un mensaje de esperanza ante la situación dramática que nos ha tocado vivir con la pandemia del Covid-19

Una imagen con los escolares de Nuestra Señora del Pilar antes del aislamiento domiciliario EC

Elena Carmona

Esta es la historia de cómo se enfrentan a la crisis del coronavirus tres sacerdotes de la provincia . Tres curas que desempeñan su apostolado en zonas muy diferentes. Uno tiene su parroquia en uno de los municipios de la comarca del Campo de Gibraltar con peor prensa a nivel nacional, otro es de Cádiz pero trabaja en la comunidad marianista de Jerez , muy ligado al colegio Nuestra Señora del Pilar que también veía cómo cerraba sus puertas el pasado 13 de marzo y un tercer sacerdote que tiene su iglesia en uno de los barrios obreros de Jerez con mayor seña de identidad. Ellos que están acostumbrados a estar rodeados de gente, a e scuchar sus problemas, a reconfortarles en los peores momentos , a oficiar su eucaristía en i glesias abarrotadas también han tenido que enfrentarse a las consecuencias del Covid-19, al Estado de Alarma y al aislamiento domiciliario.

El padre Rubén Virués , el más joven de esta terna, está de sacerdote en La Línea de la Concepción donde lleva cerca de diez años. En estos momentos, tiene su parroquia cerrada y está celebrando las misas en privado . «Las retransmito por facebook y hemos creado un grupo de whatsapp de toda la parroquia donde voy informando de todas las actividades, compartimos oraciones, testimonios…».

También va al hospital de La Línea, donde es capellán . El padre Rubén cambia el tono de voz a la hora de hablar del hospital: «La situación es complicada , no podemos entrar en

habitaciones a no ser que lo pida un familiar, y las personas que tienen el Covid-19 no reciben esa asistencia religiosa directa . Nuestra labor es un poco de presencia, atendiendo a personas con otro tipo de males». Como mensaje quiso trasladar a la feligresía que debe quedar patente que el «Señor no nos abandona, ni la Iglesia tampoco abandona. Su función es cuidar por los que más sufren ». Dentro de su trabajo diario continúa con la labor de oración para «pedir por esas personas que lo están pasando peor».

El confinamiento también ha puesto a prueba a los religiosos y «nos ha hecho aprender mucho . Si bien es verdad que por nuestro estilo de vida, con una vida de servicio muy intensa , también tenemos muchos espacios de silencio, soledad y encuentro con Dios y eso nos ha ayudado a vivirlo mejor», cuenta Nacho Sánchez Galán. Este sacerdote está en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar de Jerez, que lleva la comunidad marianista.

Cree que estos días «hemos aprendido que somos muy vulnerables , que somos muy frágiles cuando nos hemos creído capaces de superar toda adversidad». Otra experiencia vivida estos días ha sido la fraternidad , la preocupación por las familias, «por nuestros hermanos de la congregación y también por aquellos con los que que colaboramos día a día y vivimos nuestra fe en las parroquias y colegios». También se ha generado un « amor creativo , hemos seguido sirviendo a los demás de maneras muy distintas a como lo hacemos habitualmente y hemos aprendido a trabajar en red y dar respuesta conjunta en momento de tanta dificultad».

Como marianista recuerda que los templos se han quedado vacíos , cuando «estamos acostumbrados a compartir la fe con muchas personas. Ver los bancos vacíos impresiona, pero la iglesia ha estado muy viva , hemos tomado conciencia de que nosotros somos iglesia, cada uno ha tratado de llevar a Cristo a los demás. Somos iglesia en salida como quiere el Papa Francisco y podemos llevar a Jesucristo a aquellos lugares donde hay necesidad».

La grandeza de la sociedad civil

Quiso transmitir un mensaje de esperanza : «El Señor está cerca de nosotros y nos ayuda. En las próximas semanas intentaremos acompañar a esas familias que más han sufrido con la pérdida de algún familiar». Como balance de estos días fue muy crítico y declaró que « la sociedad civil se ha comportado con una grandeza extraordinaria , muy por encima de la clase política española -que me parece muy mediocre -. La sociedad se ha armado para poder dar respuesta a esta pandemia y creo que debemos ser más exigentes con nuestros políticos cuando acabe el confinamiento y empujar por un gran consenso por la recuperación económica de nuestro país».

Luis Salado, sacerdote en la parroquia de Santa María Madre de la Iglesia, en la barriada de La Granja , recuerda que tras el decreto que instaba al confinamiento, el obispo de Jerez, José Mazuelos , indicó a los sacerdotes que cada uno obrase en conciencia con la situación y «yo decidí que no era conveniente mantener el culto abierto en la parroquia y que hasta que no

acabase esta situación tan dramática no se volvería a la actividad». Para el padre Luis, «es una tristeza porque cuando uno tiene que cerrar su parroquia siente que algo se le está muriendo por dentro ». No obstante, trata de vivirlo con la mejor de las actitudes, volcado en la oración , para pedir por todas las personas que están en primera línea, por los enfermos, los difuntos, por los que investigan, por sus feligreses, por los seres queridos… Se dedica a la lectura, a la meditación y «a prepararme para la vuelta para que esta vivencia me haya cargado de experiencia de Dios y poder así trasmitirla a los demás».

Como sacerdote tiene el compromiso de ponerse al frente de una comunidad cristiana siendo pastor, guía, padre de muchas personas. «Cuando te ves en la obligación de cerrarla y no poder estar allí físicamente, espiritualizas la situación pero parece como si te faltara algo en la vida». Durante este aislamiento domiciliario ha tenido que asistir funerales con un máximo de tres familiares y «es muy triste y aunque está permitida esa pequeña oración, despedirlos en esa circunstancia, me desgarra y a todos nos llega al alma».

Forma parte del equipo que cubre la asistencia espiritual del hospital , con otros dos sacerdotes. El primer sitio donde se les pidió que suspendieran la eucaristía fue en el hospital, mucho antes del aislamiento domiciliario, había que «evitar aglomeraciones de personas por prevención ante el virus». Cuando comenzó el Estado de Alarma seguían en el hospital, pero «también se nos pidió que asistiéramos sólo a casos de extrema gravedad ».

Es consciente de que en estos momentos de crisis muchas personas se preguntan dónde está Dios y cómo puede permitir que eso suceda, «es la eterna pregunta que nos hacemos. Parece como si la presencia del mal en el mundo fuera la constatación de que Dios no existe, pero me atrevo a decir, que en ninguna página del Evangelio, el Señor nos garantiza quitarnos el sufrimiento o la cruz ». Recuerda en estos días a un Cristo que murió en la cruz, y que la « bendición que nos ofrece es darnos las fuerzas y esperanza para que esa cruz no pueda con nosotros sino que sea camino de salvación». Quiso abrirle a todas las personas que están afectadas, esta puerta a la esperanza, que «Dios nos llena de su fuerza», y como dice el Salmo, 22 , «aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me sosiegan».

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