REPORTAJE
El hijo de Satán, el hijo de Carmen y Francisco que adora al maligno
De regentar un prostíbulo, a santero y líder satánico. ¿Engañó y coaccionó Carlos Javier Rojas a los que confiaron en sus trabajos espirituales?
«Profesor, vidente, brujo satán espiritual, experiencia y seriedad, poder en todos los ámbitos para solucionar problemas, especialmente de amor, recuperar pareja, quitar mal de ojos, impotencia sexual, etc. Garantizado 100%. Resultados 3 días». Así anunciaba sus servicios en Cambalache allá por 2008 Carlos Javier ... Rojas, un isleño afincado en Chiclana, que proclamaba su fervor por el demonio y sus poderes para sanar a quien lo necesitara . Para ello realizaba en su casa de Los Gallos ritos con animales muertos, tripas y sangre, con mantras y güijas, cartas... todo un despliegue para invocar al maligno y que intercediera por sus clientes.
Y hasta ahí todo puede ser de mejor o peor gusto, más o menos moral según la creencia de cada quien. Sin embargo, según la investigación que inició la Guardia Civil tras la denuncia de una de sus asiduas, pudo cruzar ese límite a cuestiones más terrenales:la estafa y el engaño. Tras esa primera denuncia de una mujer que aseguraba que le había tenido que dar el dinero obtenido por la compra de su casa para que le dejara de amenazar y acosar con maldiciones, fueron obteniendo más historias de otras personas que también aseguraban encontrarse bajo esas coacciones y que por miedo a lo que les podía pasar se plegaban a todas sus peticiones . Así hasta obtener, según la investigación, unos 600.000 euros, mientras que a su paso dejaba a familias enteras en la más completa ruina.
Esta semana Carlos Javier, el Hijo de Satán, como se le llegó a conocer públicamente, incluso en los rótulos de los programas de televisión por los que se paseó tras salir en libertad provisional, se sentaba en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Cádiz por esta causa. El fiscal pide para él una pena de cinco años de prisión por un delito de estafa . Tres para la que era su compañera sentimental y a la que se le considera compinche de sus actos, y un año para un socio que tuvo en un ‘negocio’ paralelo que montó de coches traídos desde Alemania a los que presuntamente trucaban el kilometraje.
Durante la vista, Rojas defendió su inocencia en todo momento, al igual que ha hecho durante todo este tiempo. Como asegura, él sí hacía esos ritos y cree firmemente en Satanás pero insiste en que jamás engañó a nadie. «Ellos sabían que mis trabajos espirituales eran con Satán y no con la Virgen María», llegó a decir ante unos magistrados sorprendentemente impertérritos. «Creo en Satanás y en su poder pero eso no es ningún delito», remarcaba, al tiempo que mantenía que solo cobró por aquellos ritos que hizo y que jamás había amenazado a nadie. Acerca de las cuantiosas donaciones que recibió de sus clientes, afirmó que también fueron aportaciones voluntarias. «La gente estaba contenta con mi labor y yo las acepté».
«Ellos sabían que mis trabajos espirituales eran con Satán y no con la Virgen María»
En una entrevista concedida a este periódico en 2010, Carlos Javier habló incluso de los precios que cobraba a estas personas por sus servicios. Echar las cartas, 50 euros, una güija, 650 euros, y un trabajo espiritual, depende de cual fuera el fin. Si era una recuperación de pareja, desde 600 euros, 800 euros y hasta 1.200 euros.
Engaños a cambio de pisos
Sin embargo, la historia que relataron algunos de sus clientes tanto a la Guardia Civil como en los juzgados fue totalmente diferente. Carlos Javier no había sido para ellos solo un milagroso santero sino que también les había engañado.
Así pasó por la sala una mujer que estuvo durante todo un año yendo cada fin de semana a los ritos. Después de dejar de ir, Carlos Javier le estuvo llamando de manera insistente y, como declaró, le aseguró que si no vendía los pisos que tenía y le daba el dinero, su hijo moriría atropellado por la rueda de un camión, una situación increíble pero que ella creyó porque, según dijo, estaba completamente anulada por él. Así lo confirmó el instructor de la Guardia Civil de este caso quien llegó a afirmar que los tenía «alienados» y que conseguía de ellos, «personas muy vulnerables, todo lo que quería».
Este agente relató como durante la investigación visitaron a la familia de una de las afectadas. Esa mujer también había vendido no solo sus propiedades sino también las de sus padres. Al trasladarse al municipio donde residían éstos, se encontraron a una familia malviviendo en un invernadero de plástico. «Eran personas mayores impedidas, lo que allí vimos es indescriptible», aseguró.
Otra de las supuestas víctimas del Hijo de Satán relató que acudió a recibir los servicios de Carlos Javier desesperada por un problema de salud que nadie le diagnosticaba. El santero le atendió y le convenció de que lo que le ocurría es que tenía a «un muerto dentro» y que para curarse tenía que quedarse a vivir con ellos unos días para que se lo pudieran «sacar».
Otros testimonios aseguraron ante el tribunal de la Sección Cuarta que Carlos Javier no tenía a nadie en su casa «obligado» y que sus ritos eran «burdos y poco creíbles» para que se pudieran sentir realmente amenazados.
La primera denuncia destapó este caso con tintes entre escabrosos y surrealistas. Pero Carlos Javier Rojas ya era un conocido de las fuerzas policiales. Años antes de su detención por esta causa se le había arrestado por haberse quedado con el dinero de los clientes de su concesionario de coches. Además, previamente, también había tenido otros negocios como un club de alterne.
Tras su primer traspiés penal, decidió cambiar la prostitución por los servicios de brujo satánico. Según aseguraba tenía sobrada experiencia ya que desde adolescente había tenido contacto con el maligno a través de sesiones espirituales. Así se promocionaba sin pudor en anuncios clasificados.
Cambió las promociones de prostitutas por las de servicios de brujería con los que supuestamente arreglaba problemas de pareja, males de ojos y curaba enfermedades, entre otros infortunios. Todo, claro está, a través del poder del diablo como si se tratara de un ‘enviado’.
Y poco a poco, según los investigadores, fue captando a sus clientes hasta convertir su casa en una especie de secta. Un extremo que él niega rotundamente afirmando que todo lo que hizo lo hizo a sabiendas de quien acudía a él.
Pero, según los denunciantes, si se marchaban y dejaban de acudir a sus ritos y, por supuesto, pagarle, iban a despertar la ira del diablo. Estas coacciones incluían castigos a sus seres queridos. «Creían de verdad que les iba a pasar algo muy malo», afirmaba sobre este asunto la Guardia Civil. «Era un embaucador nato».
Entre rejas
Este pasado lunes, el Hijo de Satán llegaba a los juzgados en un furgón policial engrilletado. Lo hacía desde prisión pero por una causa anterior. La Audiencia Provincial de Cádiz ya lo condenó a seis años de prisión por estafar a más de una veintena de clientes en torno a 400.000 euros con la venta de vehículos en el concesionario que regentaba en San Fernando, Autos Desi.
A este respecto se refirió el propio procesado en su turno de última palabra ante el tribunal. «Aquello sí lo hice y lo estoy pagando de sobra» , dijo entre lágrimas.
Pero en la vida de este procesado hay otro capítulo más. Carlos Javier fue declarado en busca y captura por no acudir a un juicio que tenía tras haber sido denunciado por agresión sexual por una cliente de su concesionario. Fue localizado y detenido en Argentina en 2012.Desapareció tras haber pasado por diferentes programas del corazón tras saltar a los medios por su arresto como líder satánico.
Y, por si no fuera bastante, en esta ocasión además por las supuestas amenazas y los engaños a sus clientes como Hijo de Satán, se le acusa de haber manipulado el kilometraje de coches de alta gama para venderlos. Según el escrito del fiscal una de las afectadas le pagó 1.463 euros como adelanto para un BMW valorado en 22.600 euros. Nunca recibió el vehículo ni el reembolso de la señal. Otra le dio 25.000 euros por un Audi Q7 y recibió un Volkswagen Tourage y otra tercera víctima señaló con 8.750 euros la compra de un Mercedes que tampoco vio nunca.
Con este panorama, ahora tendrá que responder de nuevo ante la justicia. Y a pesar de lo estrafalario de la causa, la sala solo entrará en si realmente mintió y cometió una estafa. Lo de creer en Satanás o no es solo una cuestión suya.
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