PROVINCIA
«Hemos llegado a tratar a un padre de 80 años y a su hijo»
La heroína siempre ha sido una droga que se ha asociado a la marginalidad, a la delincuencia y a bajos estratos sociales, pero no siempre la regla es la misma. «Yo he visto consumidores que parecían de buena familia, nada del toxicómano tirado en la calle», advierte un policía experto en la lucha contra el trapicheo. El hecho de que la droga haya cambiado de envoltorio quizá haya tenido bastante que ver. Sobretodo en lo que respecta a su consumo.
La jeringuilla se ha sustituido ahora por la inhalación, una circunstancia que además de disminuir los riesgos de contagios como el sida, también puede parecer menos agresivo. Aunque, como avisan en los centros, si antes se exponían al VIH ahora el peligro puede estar en otras enfermedades como la tuberculosis. De los pacientes atendidos en los centros de Diputación en 2015, un 91,6% consumían de manera pulmonar o fumada y un 2%, inyectada.
Según los datos, la edad media de los adictos en tratamiento es de 40,37 años , aunque en los centros se ha dado todas las variedades. «Hemos llegado a tratar a un padre de 80 años y a su hijo». Sin embargo la media de edad del consumidor de cannabis se sitúa en los 26 años.
El desempleo
En cuanto a la situación laboral, un 70,87 por ciento de la población que inicia tratamiento por opiáceos o heroína está en paro. Sólo trabaja el 11%. Por ejemplo, entre los pacientes alcohólicos, el índice de paro baja a 49.
Respecto a la situación académica de estos usuarios, un 79% tiene estudios primarios o inferiores.
En el mapa de la Policía son varios los puntos donde esta droga sigue resistiéndose en mayor medida. Son una serie de barriadas conflictivas marcadas en rojo por la actividad constante de pequeños traficantes que aprenden a controlar todos sus movimientos. «Ahora muchos camellos invitan a sus casas a consumir a los toxicómanos para que nos los cojamos en la calle. Incluso cuando salen al punto de venta intentan no llevar la droga encima y la esconden hasta en los huecos de las escaleras para evitar tenerla en sus casas». Guillén Moreno o el Cerro del Moro, en Cádiz, Sanlúcar donde cayó el clan de la Pinilla o José Antonio en El Puerto, que ahora parece que le ha vuelto a pasar el testigo a Los Milagros, son algunas de las zonas señaladas donde el caballo cabalga con fuerza.
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