REPORTAJE
Así es la guerra contra el tráfico de drogas en la Sierra de Cádiz
Crece la venta de sustancias al menudeo en los municipios serranos
La Guardia Civil incrementa sus intervenciones contra «este tráfico tan dañino»
Siete y media de la mañana. Puesto de la Guardia Civil de Prado del Rey. Amanece y el día se despierta frío. El sol comienza a alumbrar las afiladas cuestas de este pintoresco pueblo de paredes blancas y ya en el cuartel los agentes se preparan para una jornada que se prevé será larga. También intensa.
Tras ocho meses de una laboriosa investigación, ha llegado el momento de ir a por los que están quebrantando la ley, a por los que, según sus indagaciones, se dedican a vender droga a todo aquel que llama a su puerta. Hachís, cocaína, heroína ... el menú que ofrecen es amplio y el daño, mucho mayor. Porque, según insisten estos agentes, el tráfico de drogas al menudeo, el que se instala en la puerta de al lado, en una plaza, en un bar, frente a un colegio, es «el más dañino».
Es el mismo que quebranta la paz vecinal. O el que engancha a los jóvenes a ese oscuro mundo del que después es tan difícil salir. «Desde hace unos años para acá la venta y el consumo ha aumentado en la Sierra», advierten. «Se ha perdido el miedo». El temor a caer. Y es que según los expertos, muchos de los que están comenzando a consumir ahora no vivieron aquella época negra de los 80 y principios de los 90 cuando el ‘caballo’ dejaba atrás y tirados por las esquinas, en un portal, a esos rostros cadavéricos entregándolos para siempre a su final.
«Se está vendiendo mucho rebujo», nos cuentan antes de entrar en el primero de los registros. Hablan de esas papelinas que se venden habitualmente en micras y que envuelven cocaína con heroína y, a menudo, sustancia de corte, lo que las hace todavía más adictivas y peligrosas. Pronto lo veremos con nuestros propios ojos.
«Se ha perdido el miedo a la droga», dicen los agentes que alertan de que la heroína está volviendo con fuerza
Comienza la acción y los guardias civiles de Prado del Rey apoyados por las patrullas de la Usecia del puesto de Villamartín se dirigen al primer objetivo. Una vivienda situada en el centro de esta localidad de tan solo 6.000 habitantes. En medio de un barrio normal, en una casa normal, en una mañana normal , los agentes revientan la puerta de este domicilio y en el interior encuentran lo que iban buscando. Droga. Sobre el aparador de la cocina y en una mesita en el salón hay restos de marihuana, de hachís, útiles para el corte, dinero fraccionado... En la vivienda hay una joven que queda detenida. El supuesto vendedor, quien creen que es un colaborador de otro presunto traficante del pueblo, no se encuentra en la casa. Será arrestado en plena calle poco después.
Asegurado y localizado ese primer punto de venta, la acción se traslada ahora a otro domicilio. Es el del vendedor más activo. Unos 50 años. Reincidente. Regenta un céntrico bar en la localidad. Durante las vigilancias realizadas, los investigadores han podido confirmar que en dicho local se trafica. Así lo han constatado las vigilancias efectuadas y las aprehensiones que han podido hacer a algunos de sus ‘clientes’.
Pero es más. Al parecer también se consume. No en el mismo establecimiento pero sí en un local anexo, una especie de garaje. El sospechoso se encuentra en la vivienda y los agentes lo detienen . No es la primera vez que lo hacen. Este investigado ya cayó hace años en la denominada ‘operación Pradera’ en la que desarticularon en la Sierra una trama dedicada al tráfico de cocaína a mediana y pequeña escala y a la venta al por menor de otras sustancias estupefacientes con la detención de 32 personas.
Se encuentra en su habitación durmiendo y no pone ninguna resistencia. Sin embargo, sí se viven momentos complicados cuando su madre, una señora de una edad muy avanzada, tiene que recibir atención médica debido a una crisis de ansiedad cuando contempla lo que está ocurriendo. «El daño no se lo hacen solo ellos, el daño se lo hacen también a sus familias poniéndolos en situaciones así», lamenta uno de los guardias civiles que intenta con mucho respeto y atención calmar a la señora.
Continúan los registros y además detienen al supuesto colaborador. Es interceptado cuando conduce su coche por la calle. «¿Qué pasa? No he hecho nada», afirma mientras levanta las manos. Pronto es llevado a esa misma casa, a ese misma cocina y salita donde han aparecido diversas sustancias y útiles de corte . Un perro adiestrado para detectar drogas también hace su trabajo. El detenido niega con la cabeza pero tras el diálogo mantenido con los guardias civiles, decide colaborar. Lleva a los agentes a otra vivienda y les señala donde guarda algunas dosis de cocaína, una tableta de hachís y balanzas de precisión. «Agente, de verdad... es para mi consumo y el de mis amigos», insiste.
«Agente, de verdad, es para mi consumo y el de amigos», dice el detenido ante la droga y los útiles intervenidos
Queda el otro punto sospechoso. El bar y el local anexo. Y es ahí donde encuentran lo más «gordo». Un buen pesaje de lo que parece ser casi con toda seguridad cocaína en roca dentro de una bolsa de plástico. «Lo tenemos», dicen estos agentes de Seguridad Ciudadana que han entregado horas a poder llevar adelante una investigación que les está dando los resultados que esperaban. Sus sospechas y el trabajo que han realizado se está confirmando con la evidencia de la prueba. Finalmente, la que han bautizado como ‘operación Xtribo’ se salda con cinco registros, cuatro detenidos, y la incautación de droga y diverso material de corte y pesaje.
Otras dos «activas» compradoras detenidas en Arcos
Un episodio similar se producía horas antes en Arcos. Allí los agentes de ese cuartel detenían a dos mujeres como supuestas autoras de otro delito contra la salud pública acusadas de traficar también al menudeo.
Estas dos mujeres, desempleadas, vendían desde su casa de la Barriada de las Malvinas, incluso, según se detectó, a algún menor de edad. «Lo hacían a cualquier hora del día y a clientes de cualquier edad», cuenta uno de los investigadores que ha llevado el caso. Y de nuevo lo mismo. Hachís, rebujo, sustancia de corte, dinero fraccionado, útiles de preparación y libretas con anotaciones de posibles ventas.
Ambas investigaciones continúan abiertas. Y una de las principales claves es dar con las personas que proveen de estas sustancias a los vendedores que no solo están en la Sierra de Cádiz sino por toda la provincia y el país. «Es difícil porque quitas uno y sale otro... pero seguiremos trabajando porque este es un daño que va mucho más allá del que se hacen ellos mismos».