Criticas FIT
“Ana de cara a la vida”
El poeta sufi Rumi dijo: “Es por la herida por donde entra la luz”, y es allí donde nos llevará la protagonista de “Ana contra la muerte”
Cuando Ana se entera de que su hijo padece un cáncer, tan agresivo que primero le arrebatará una pierna y después la vida, emprenderá una incansable lucha contra todo tipo de obstáculos: desde sus propios miedos, hasta las más absurdas e inverosímiles situaciones en busca de justicia y el afán de mantener con vida a su hijo a toda costa. Esto le llevará incluso a servir de mula de la droga para conseguir algo de plata, lo que desafortunadamente no le sale bien, pues terminará perdiendo un lustro de su castigada vida.
Dentro de la estructura de la obra, Calderón, en boca de sus personajes femeninos, da voz a una madre que cuestiona los cánones de una sociedad que le da la espalda desde distintos estratos; ambos, ella y el mundo, no se encuentran, no se entienden, pero pese a todo tipo de peripecias y vicisitudes, ésta madre guerrera consigue encontrar sus propias verdades y convicciones a base de dolor; un dolor que como si de un proceso profundo de anagnórisis se tratara, le llevará a una purificación más que necesaria en su vida para dejar atrás el trauma de la pérdida de un hijo que ella misma define como “un ataque terrorista que nos manda dios para que sintamos miedo”. Pero Ana se resiste a ser vencida por el miedo y mira de frente a la muerte como una Antigona contemporánea.
Ana mira hacia adelante y vence. Se purifica y vuela, se purifica y se abraza a la vida y nos contagia.
Calderón teje una oda a las oportunidades que busca uno mismo para hacer frente a los embates con los que a veces, nos aplasta la realidad; y lo hace rodeándose de tres completísimas actrices con una depurada técnica y experiencia, que hacen de este viaje algo profundo, enérgico y acorde a las circunstancias. Verdad, intensidad y valentía.
En España en general no estamos acostumbrados a este tipo de interpretaciones verosímiles cargadas de voltaje emocional y matices realistas que se alejan de todo tipo de impostura y que son, a fin de cuentas una muestra de que allí, en la raíz del teatro, o sea, en la verdad de la interpretación, radica la esencia para trascender y llegar al espectador.
A veces no hace falta más; y de hecho, en éste montaje sobraba el resto: sobraba la música pop, sobraba el forillo trasero horroroso, y estorbaba por momentos esa luz de calle que no aportaba nada al trabajo ya de por sí interesante de las actrices.
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